Sailkatu gabe

EUSKARA OBJETIVO (LENGUA: HIZKERA)

Etimología.
No es otra cosa que el estudio diacrónico de las palabras. La etimología se convierte, así, en una historia científica de las palabras, buscando su origen y siguiendo, paso a paso, su evolución fonética y semántica a través de los documentos o bien comparando dicha evolución en los dialectos euskéricos. Este estudio, por otra parte, se ve afectado por las distintas corrientes lingüísticas que acentúan cada época y también por la formación científica de cada etimologista. Actualmente contamos los vascos con un buen número de etimologistas serios y solventes, y también con una verdadera plaga de etimologistas de lance, que, sin ninguna preparación previa, se lanzan a la aventura etimológica, dándonos significados verdaderamente disparatados. Entre los primeros, los científicos, podemos señalar como más fecundos y conocidos a Severo Altuve, Henry Gavel, Gerhard Bähr, Príncipe Bonaparte, Karl Bouda, Arturo Campión, Odón Apraiz, W. Giese, N. M. Holmer, J. Hubzchmid, G. Lacombe, René Lafon, W. Meyer-Lübke, H. Schuchardt, L. Spitzer, Julio Urquijo, C. Uhlenbeck, L. Michelena, A. Tovar, etc. Desde luego, junto al grupo de las etimologías fantásticas, ha de dejarse a fin lado la etimología popular que interpreta ingenuamente las palabras como Arantzatzu, Arantzan zu?, "¿Tú, en la zarza?", como pregunta de la Virgen al pastorcito a quien se le apareció; o Begoña, bego oñan "quedare al pie", que la Virgen de Begoña le diría al ladrón que intentó robarle sus joyas. Sin embargo, también en los autores serios se deja ver la inevitable tendencia de cada cual hasta el punto que pueda colorear el resultado; López Mendizábal (botánica), Caro Baroja (antroponomástica), Lafon y Bouda (caucásico), Schuchardt (camítico), Caro Baroja y L. Michelena (latín), esto sin los casos de ultravasquismos a los que solemos mostrarnos inclinados muchos vascos. De entre los estudios correspondientes a los autores serios merecen mención aparte, Apellidos Vascos de L. Michelena y Toponimia Vasca. Acepciones... de P. Zabala (BRSVAP, 1951-52-53). También el P. Echalar publicó un repertorio etimológico extenso en el t. Navarra de la "G. G. del País VascoNavarro". En el afán de buscar origen extraño al nombre étnico vasco con influencias más o menos matizadas, quizá, ha de señalarse a Tovar cuando trata de buscar artificialmente un origen céltico al nombre vasco con la lectura barscones con un afinamiento de lectura y de postura posterior, leyendo brascones extrayendo un bras-, "montañés", como denominativo de los habitantes de las "llanuras" del Ebro. La etimología, pues, seguirá la evolución fonética, morfológica y semántica de la palabra con vistas a averiguar en qué otra se origina y qué significa por tanto. Una palabra vasca, según eso, se descompondrá en otras más simples pero no necesariamente. Ellas, a su vez, pueden o no proceder de otras más simples. Quiere esto decir que la etimología, la marcha hacia atrás de la palabra, tiene un tope, sus inmediatos componentes. Ir más atrás es ya otra historia. Y estas partes pueden ser elementos léxicos, palabras independientes, pero también, elementos morfológicos, afijos, raíces, etc. que en euskara son muy abundantes. Ciertos topónimos y apellidos ofrecen etimologías tan claras que se asimilan fácilmente al uso normal de la lengua como Lizarraga, de lizar "fresno" y -aga, sufijo abundancial. Otras veces tropezamos con una base oscura, problemática, cuyo esclarecimiento nos lo ha de dar el documento histórico. Así, en Fustiñaña, Estibalitz, Leciñena, p. ej., se vislumbran casi a primera vista, Faustino, el latín aestivalis, "veraniego" y Licinio, nombre personal. En estos casos se suelen encontrar estos topónimos en lugares muy distantes del País Vasco como ocurre con Estívaliz y Leciñena. Otras veces el topónimo es oscuro, muy oscuro, como Durango, Guernica o Zarauz. En contraste, son clarísimos Ondarroa, Astigarraga o Echegoyen. Otras veces nos encontramos con nombres que aparecen en otras partes del mundo como Funes y Falces, en Navarra y en Italia, sin aspecto de inmediato euskerismo, y, a veces, con auténtica fisonomía vasca como Lasa, Alzate, Anza, Anzola, Velate, Arbizzo, Carate (Gárate), Olano, Arzola, Zubiena, Auzate y Barni. Las complicaciones se dan, también, bajo otro punto de vista, hasta en las palabras más castizas. ¿Cómo distinguir, como observa Michelena, arta- cuando proviene de arte "encina", arte "espacio intermedio" y arto "maíz"? El mismo autor, al referirse a las consonantes iniciales vascas, dice que ante Alzaga, Balzaga y Malzaga lo natural sería pensar en tres bases distintas, mientras no haya indicios vehementes en contrario pues, de lo contrario, habría que pensar también que Cosa, Osa, Rosa y Sosa son el mismo apellido. Este planteamiento no es correcto. En el primer caso, Alzaga, se repiten nada menos que seis fonemas, en tanto en el caso de Cosa, la repetición afecta solamente a tres. El cálculo de probabilidades de que tres elementos se repitan no es, ni mucho menos, el de seis, y menos todavía si el número fuere mayor. Un caso bien elocuente es el de Ipuzcoa, Guipúzcoa y Lipuzcoa. La duda está fuera de lugar, precisamente por el tamaño. Se trata del mismo topónimo. Pero ya para atestiguar que Iputza equivale a guipuzcoano hemos de recurrir al uso del término en el euskara vivo y al dato morfológico de que -tz- y -zk- se equivalen regularmente en series como Aezkoa y Aetza, etc. Otras veces, la etimología popular puede haberse colado en la oficialidad de los nombres o en institucionalizaciones como en el caso Legazpia, etim, pop., legazpi, "dos merluzas", que luego llega al escudo de armas. Bajo este punto de vista, ¿no será Pompeilune y su derivación de Pompeyo, una falsa etimología y tendría más que ver con el celta pompiduni? Quiere todo esto decir que el comercio normal de los préstamos léxicos, tanto los recibidos como los dados, llevan a palabras de origen celta, latino, germano, árabe, romance tal o cual, español y francés. Si en R se dice oratxe, "tempestad", se adivina, sin más averiguaciones, el francés "orage" y lo mismo diríamos de fite, "rápido", de deserta, "postre" o de mera, "alcalde", lo que no ocurre, en este último caso, en dialecto navarro donde se dice alkatia, de clara procedencia árabe. Cuando el topónimo o palabra conste documentalmente, tanto en forma como en significado, la prueba es irrefutable, pero en los demás casos, nos habremos de situar siempre en una gama que va desde lo rotundamente cierto a lo meramente posible o probable.

Etimología y temática. Ningún ámbito léxico, en cuanto a su temática, acapara ni mucho menos la composición, derivación y las diversas combinaciones imaginables para formar palabras nuevas. Cualquier palabra no simple es, en principio, material de posible etimología. Pero así como se han querido ver en las voces toponímicas y apellidos pura botánica, unos, o casi una exclusiva de nombres personales, otros, lo sensato es dar un trato igual a toda temática y, a partir de esa actitud, descubrir el origen de las palabras, su etimología, su significación literal anterior o la procedencia de otra lengua. Si observamos la toponimia podremos constatar que existe un sinnúmero de temas y es, por eso, que debemos de proceder con cautela. Siguiendo la moderna ordenación de Erro Lascuráin, tendremos un variado surtido. Un autor vasco, P. Zabala, ha sistematizado, hasta un cierto punto, dicha temática. Tomamos de él algunos ejemplos que completaremos con otros nuestros. Por de pronto, aparecen los temas de: 1. La naturaleza, como ríos montes, rocas, etc. Cita palabras en las que entran, p. ej., aintzi, "aguazal", en términos como Aintzioa, Aintziondo, Aintziáin, Aintziburu... La etimología resulta clara, excepto Aintzi-áin, en la que entra ese sufijo -ain, tan discutido, ya que puede referirse a -gain, al genitivo -aren (AN -áin), o a un enigmático -ain que se le suele ver acompañado de nombres personales. Así se pueden detectar otros como arei- "arena"; ibai-, "río"; bas-, "bosque"; begi-, "manantial"; edur, "nieve", etc. 2. Biología, en particular, parte del cuerpo humano, de los animales y plantas. Así, p. ej., buru-, "cabeza" (Burualdea); gibel-, "hígado", "posterior de" (Esterengibel); mingain-, "lengua", "saliente" (Kaimingáin), etc. Apréciese cómo toman los temas un sentido figurado. 3. Sociocultura, como abel-, "ganado", etxe, "casa" (Abeletxe), "cuadra del ganado"; irun-, "hilar" (Irundegi, "hilandería"); tolare-, "lagar", (Tolaretxe, "casa del lagar"); gurutz-, "cruz" (Krutzitzar, "cruz vieja"); abade-, "sacerdote" (Abadiano, Abadetxe); arotz-, "carpintero", (Arotzarena); done-, "santo" (Donestebe, Donostia, Donibane); dantzari, "bailarín" (Dantzarinea); lapur-, "ladrón" (Lapurbenta); jaun-, "señor" (Jauregui, Jaumendi), etc. 4. Biografía, bien mediante el uso de nombres personales, bien mediante cualidades psicológicas como Antoñana, "la de Antonio"; Velasco y Belaskoain; Petri, "Pedro" (Patrirena, Bitirine); Istebe, "Esteban" (Istebanea); Martico, "Martinito" (Martikorena), etc. 5. Sobrenaturaleza, como aingeru-, "ángel" (Aingerurena); Arpeko Saindua, "la santa de la cueva"; done-, "santo" (Donamaria, "Santa María"). Algunas veces se puede originar una confusión por cambios fonéticos y contracciones, como los probados documentalmente, Goizuuietal Zubieta, Gainko/Jainko. Como ha podido observarse, además de los temas propiamente sustantivos, intervienen otros adverbiales, principalmente, como alde, "lado"; -ondo, "junto a"; -doi, -di, -aga, "abundancia de"; gain-, -gain, "sobre de"; -be, "bajo de", etc. del mismo modo, muchos adjetivos, tales zuri, "blanco" (Arrizurieta); gorri, "rojo" (Arrigorriaga); epel, "tibio" (Urepel); y esto sin contar toda la colección de afijos de que dispone la lengua.

Historia toponímica. El topónimo vasco y vascoide etiqueta toda la incidencia geográfica a lo largo y ancho de la vieja área euskaldun pero con nombres, a veces, sumamente desfigurados por los romances. En otras ocasiones, el documentos histórico se encarga de desenmascarar al usurpador románico establecido sobre un viejo topónimo nativo. Estos datos denuncian hasta dónde se extendió el área euskaldun, por lo menos desde la época romana. Pero la toponimia está allí muy alterada por los patois occitanos, aun en zonas donde se habla totalmente euskara, como en Zuberoa: Aussurucq escrito y Alzuruku oral; Larceveau y Larzabala; Lantabat y Landibarre; Ainharp y Aiñarbe. Si esto ocurre en plena Euskalerria, ¿qué será donde hace siglos que no se habla vasco? Nombres tan poco vascoides como Espiute, Navas, Castelnau, Angous, Ance, etc., se denominan en euskara, Azpilda, Nabarzi, Gazteluberri, Angastue, Arantze... El estudio de los topónimos es complicado y exige amplísimos conocimientos lingüísticos y psicológicos. No faltarán nombres de aspecto vasco que deberan ser descartados cuando se les descubra un origen románico o extraño. Al contrario, otros marcadamente extraños deberán restituirse al euskara aunque ofrezcan carácter catalán, gascón o castellano. Cada idioma trata de dar carta de naturaleza a los vocablos adquiridos no solamente en su fónica, sino también en su semántica. El Alegia vasco se convierte en el Alegria castellano; el Olakuaga en La Cuadra; Larraina, en La Reina; Zierzu, en Cierzo; Pasajes Antzo, en Pasajes Ancho; Donibane Lohizun, en San Juan de Luz. Otras veces se encuentran traducciones: Bonloc y Lekhuine; Trois -Villes e Irurita; o suplantaciones como Pamplona por Iruña, Estella y Lizarra, Vitoria y Gasteiz, Santo Domingo de la Calzada y Oztabarte; Roncesvalles y Orreaga; Ostabat e Izura. Esta zona toponímica vasca ofrece capas de diversas antigüedades, verdaderos estratos multiseculares en los cuales una investigación lingüística especializada podría encontrar hasta vestigios de la más remota antigüedad como los monosilábicos señalados por Bosch a lo largo del Pirineo.

Resumen. Una vez hecha la etimología de una palabra hace falta que cumpla los requisitos precisos para que pueda darse aquélla por válida. No basta, p. ej., que un mismo significante se de en dos lenguas para identificarlos entre sí como uno solo, sino que es precisa la coincidencia de sentido. La explicación debe ser evidente y contundente. No basta que "pueda ser así", hace falta que "sea". Si se dice que Zúñiga procede de Estuñiga ha de ser porque documentalmente así consta. En cuestión de topónimos y apellidos hay que tener en cuenta que muchas veces ya no se corresponde la significación del topónimo con el lugar que designa porque ha viajado, se ha trasladado de lugar a una con las personas. Un Mendizabal "monte ancho" vive seguramente en una calle de ciudad y un Pekoetxe, "casa de abajo", puede hoy vivir en la parte alta de un pueblo y recibir ese nombre su casa. La toponimia, originariamente descriptiva, se desliga del lugar descrito. Claro, que no por esos traslados la etimología se oscurece. Lo que se pierde es la correspondencia lugar-nombre. Pero son claras muchas como Errotazar, Biditurri, Goikoetxea, Ormazabal... Lo interesante es que se establezca un sistema y que comparezcan ante él los nombres aislados para encontrar una explicación. Ante una palabra cualquiera habría que hallar en primer lugar si sus componentes o la palabra en su totalidad proceden de un préstamo, buscando las series de citas documentales y orales. En nuestro caso contamos con buenos instrumentos para el euskara, la "Fonética Histórica Vasca" y "apellidos vascos", de L. Michelena; "Materiales para una historia de la lengua vasca" de J. Caro Baroja para nombres personales en la toponimia, principalmente de origen romano; los artículos de revista de los autores citados al comienzo de este trabajo; el citado de P. Zabala y, también, el magno "Diccionario crítico-etimológico de la lengua castellana" de J. Corominas, muy documentado en lo referente al euskara y, claro está, los dos diccionarios de Azkue y Lhande.