Sailkatu gabe

EUSKARA OBJETIVO (LENGUA: HIZKERA)

Significante.
Hemos observado que muchos significantes no reducen su composición jamás. Nunca vemos etxe "casa" usada aisladamente, en forma más reducida. Igual podemos decir de eder, "hermoso"; berri, "nuevo"; ni, "yo". Estos significantes son verdaderamente irreductibles. Pero los vemos agrandados. En Etxeberri (Casanova), en etxetxo, "casita" o en etxea, "la casa". Del punto de partida etxe se ha pasado a las otras formas ya compuestas. Al elemento básico etxe se han ido agregando añadidos que rara vez los usamos aislados.

1. Si al elemento independiente etxe lo representamos por X lo mismo que a otros similares ya citados, eder, berri o ni, y al elemento accesorio o dependiente, por x nos encontraríamos ante dos casos:

Etxeberri = Etxe + berri = X + X.
Etxetxo = Etxe + -txo = X + x

2. Ahora fijémonos en estas parejas de palabras: eder, "hermoso" y exer, "lindo"; zakur, "perro", y txakur, " Pe rrito"; gizon, "hombre" y gixon, "hombrecillo". Todos estos significantes son independientes pero también se parte de uno principal y básico que es modificado, pero no ya por un añadido exterior, sino por cambio interno en su materia fonológica. Es un tipo totalmente distinto de los anteriores.

3. No acaba ahí la cosa. Todavía la forma admite más elaboraciones. Ni añadidos de elementos secundarios, ni cambios internos de sus fonemas. Todavía quedaba el recurso de dar a estos significantes, así logrados, una entonación particular, o un acento diferencial.
Así, gizonak, significa el hombre (caso agente),
y gizonak, los hombres (caso paciente).
Con estas observaciones queremos destacar cómo el acento es algo que se añade pero sobre el cuerpo del significante, sin que constituya un cambio en sus fonemas ni un agregado consecutivo. Ya hemos visto de qué tipo de recursos se vale el idioma para elaborar los significantes. Pero, una vez conseguidos, nos apercibimos que algunos de ellos parece como si quisieran, de por sí mismos, expresar el concepto. Si nos fijamos en la voz tarrat, "desgarrón en la ropa"; dar-dar, "temblor"; ñotto, "chiquito", nos cercioramos que remedan o recuerdan a ruidos, movimientos o tamaño de las cosas que significan. Pero, en cambio, etxe podría significar cualquier otra cosa lo mismo que significa "casa". Tan aptas son la francesa table como la española mesa, como la vasca mai para expresar ese concepto. Son, pues, dos tipos distintos de significantes si los consideramos ahora en relación a lo que significan

Espontáneos: dar-dar, "temblor"; gar -gar, "hirviendo".
Arbitrarios: etxe, "casa"; zuri, "blanco"; arri, "piedra".

Pero algunos como Etxeberri "Casanova", o garagardo, "cerveza", ya no son ni espontáneos ni enteramente arbitrarios. Las partes aisladas de que están compuestas sí que son arbitrarias pero la forma compuesta ya no. Conscientemente se unen etxe y berri porque el uno ya significa arbitrariamente casa y el otro nueva. Hay ya un motivo para que se asocien: son ya motivados. Falta considerar al significante, pero ya en su propia salsa, en la cadena. Se amarran internamente cuando son compuestos y, exteriormente, cuando se eslabonan entre sí. Si nos fijamos en los que siguen, podremos descubrir elementos que solamente tienen vida en la asociación de dos o más significante básico otros equivalentes o secundarios. Sean los significantes edertasun, loretegi, begitarte. Fácilmente se ven estos elementos constitutivos.

eder-t-asun, lore-t-egi, begi-t-arte
hermosura, jardín, entrecejo

¿Qué hace esa -t- uniendo y separando al mismo tiempo, como si fuera un tabique, a las dos partes constitutivas? Aislada no significa nada. Ahí, en medio de esa palabra, tampoco lleva consigo un concepto que incremente a los básicos eder, "hermoso"; lore, "flor", o begi, "ojo". Tampoco salen modificados -asun (cualidad, abstracción), -egi (lugar), -arte (entre). No obstante, nos dice elocuentemente: "es un compuesto". El lingüista se suele contentar con decir secamente: sonido epentético. Respondemos nosotros: ligadura sintáctica. Igualmente podríamos decir de ogiya = ogi y-a, "el pan", pero aquí esa -y- es ya un ligamento de segundo orden entre el cuerpo de una palabra, simple o elaborada, y accesorios extramuros que nunca forman parte interna de aquélla. Si nos salimos del interior de la palabra (-t-) o de sus linderos, (-y-), nos encontramos con otro tipo de relación de fonemas entre si. Veamos:

- Bai, bai, Joxe. Etorriko al zera?
-Si, si. Josecho. ¿Vendrás?

Tres elementos nuevos de relación material encontramos aquí. Los intervalos vacíos que separan a los significantes entre sí, de distinta medida y entonación, y el ligeramente aumentado por una coma (,), el definitivo, por un punto (.), y la pregunta con un signo de interrogación (?). Establecen, en definitiva, distancias y separaciones de valor sintáctico. Un intervalo de duración "coma" o un "punto" o de entonación "dos puntos" (:) o "puntos suspensivos" (...). El tono de una admiración (!) o de una interrogación (?), no valen nada ni existen si desaparecen los significantes. Se disuelven en el vacío, porque precisamente la forma la establecen los linderos de las voces que dibujamos en el significante. Desarrollemos ahora, más al detalle, cuanto hemos ido diciendo. Los significantes en sí mismos Qué procedimientos existen para la producción de los cuerpos formales de las palabras. Cómo se crean variantes orgánicas con nuevo valor gramatical y cómo se aprovecha el tono como procedimiento. He aquí tres series de cuestiones de interés para el estudio de la morfología de una lengua cualquiera.

Agregación.
Consiste este procedimiento en agregar a un significante básico otros equivalentes o secundarios.
Asociación. Significantes que vemos usados aisladamente, sin añadidos, se asocian entre sí para producir otro nuevo, un compuesto. Bajo el punto de vista fonológico, solamente el grado de apretamiento o de intimidad en la unión nos interesa. En las voces ardangorri, "vino tinto", sagardo, "sidra", y ogeitalau, "veinticuatro", la unión es más o menos íntima aunque se trate de una mera secuencia en el primero, de una verdadera fusión en el segundo, y de encadenamiento en el tercero. El hecho común es la falta de intervalo silenciado entre las partes. Si ahora nos fijamos en los significantes zuri-zuri, "blanquísimo", mendiz-mendi, "monte tras monte", o jaunandre, "señoras y señores", lo primero que se advierte es el espaciado oral entre ambos componentes. Observemos ahora estos otros, casi todos correspondientes a topónimos corrientísimos: Ardi-bide-gaña, Gañekoborda-zaarra, Olabarri-zokoa. En todos estos el básico se ha rodeado de otros que se asocian a él para formar un significante unitario. Los intervalos internos que señalamos con un guión (-) suman más duración que en los citados antes. Las asociaciones de significantes que dan lugar a otros nuevos, se pueden formular así:

Tipo sagardo, XX
- Zuri-zuri, X-X
- Gañeko-borda-zaarra, Xx-X-X
y sus combinaciones XXx, XxXX y otras.

Afijación. Campo inmensísimo. Se trata del conocido procedimiento de añadir accesorios significativos, llamados afijos, a un significante básico, autónomo. Cuando ese accesorio se añade a continuación del básico se trata del uso de sufijos: etxeko (etxe + -ko), "de casa"; argia (argi + -a), "la luz". Si el añadido es por delante del significante autónomo nos encontramos en presencia de prefijos: lengusu (len- + gusu), "primo"; badaki (ba- + daki), "si lo sabe". Finalmente, existe el procedimiento de incrustar en el interior de un significante la partícula accesoria: erantzun (entzun + -ra-), "responder"; ditu (du + -it-), "halos"; dauzka (dauka + -z-), "tiénelos". Sus fórmulas serían estas:

Sufijación: Xx.
Prefijación: xX.
Infijación: Xx

Enmarcación. Un significante básico se ve rodeado de dos o más accesorios. El significante enmarcado reviste formas distintas y admite alrededor del núcleo fijo incluso otros que se usan normalmente aislados. Participa, pues, de los caracteres de la asociación y de la afijación. En dakizu (da-ki-zu), "lo sabes", -ki- es el núcleo del significante independiente ia-ki-n. y -zu, "vos", es de uso autónomo. Lo esencial, bajo el punto de vista enmarcador es que -ki- aparece rodeado de elementos que aquí hacen el papel de subsidiarios. De este tipo serían berbiztu, (ber-biz-tu), "resucitar", eman (e-ma-n), "dar". Su fórmula sería: xXx Si consideramos al significante, así enmarcado, como independiente (xXx) veremos que permite que se le afije:

ba (dakizu) (ba- + dakizu), "ya lo sabes" = x(xXx)
(dezazu)n (dezazu + -n), "que lo hayas" (para) = (xXx)x.
(dezalkelzu) (dezazu + -ke-), "puedes hacerlo" = (xXx).

x
Se comprende que las combinaciones puedan ser numerosas y fecundas.

Entonación.
En la cadena, además de las sucesiones de significantes, corre por toda ella una vibración anímica que le da tonalidad y la realza dando más fuerza a unos fonemas que a otros, dotándoles de una entonación adecuada.

Acento.-El acento es un procedimiento aprovechado con fines semánticos: ónen, "tan"; onén, "de éste". El sufijo -ko, átono, es diminutivo, como en mutilko, pero tónico es locativo como en Frantziako, "de Francia". En otros casos distingue un sufijo modal de un derivativo, como en ederki, "hermosamente", y beiki, "carne de vaca". En la frase datorrén-gizona, el acento es causa de una cierta unidad de conjunto y hace que la -n final se convierta en relativo. Si el acento recayera en la -o de datorren, el significante no cumpliría su cometido. Una misma palabra como andi, "grande", puede ser monótona como en gizon andi, "hombre grande", y dítona, como en Paskual-Andi. Distingue aquí el acento la cualidad común del epíteto personal. Estas sutiles distinciones tonales llevan aparejadas tras sí otras también sutiles distinciones significativas.

Melodía.-Con fines expresivos se emplea la melodía en la entonación de las sílabas y sus agrupamientos como en e-ma-ku-me-ak, emakume-ak o ema-kume-ak.

Duración.-También se utiliza el recurso de prolongar la duración de un fonema, combinado o no con el uso del acento y la separación silábica. En los ejemplos siguientes se ve clara la efectividad del recurso: iii-xó, "sileeenció" ; iixo, "siiilencio", e íxo, "silencio".

Cambios.
Ya no se trata de agregar nada, fonemas o entonaciones, sino de efectuar cambios en los fonemas constitutivos con fines significativos.

Palatalización. Se ejecutan principalmente por palatalización, sita, "padre", y aita, "padrecito"; eder, "hermoso", y exer, "lindo"; lo, "dormir", y llo, lo mismo pero con afectividad. Son muy frecuentes los significantes dotados de palatalizaciones para la expresión de diminutivos o de cariño hacia los niños.

Permutación. Otro de los recursos es el de la permutación de un fonema por otro, bien intencionalmente, bien como un resultado de la evolución del significante. Así, los significantes de las flexiones verbales Liteke, Ziteke y Diteke, cambian su primer fonema para expresar un modo y tiempo distintos en la conjugación. En otros casos el cambio puede ser interno, como en nazan y nezan, o en casos, como dilin-dalan, "tañendo la campana nistiki-nastaka, "confundiendo".

Refuerzo. Finalmente, observamos un fenómeno contrario a la palatalización que se traduce en refuerzo de un fonema, con fines expresivos como en narrase y narratsa, "flojo" y "flojazo", respectivamente. Del mismo modo, zakur, tzakur, "perro" y "perrazo"; o bien un alargamiento, como ¡so i, I sao!

Los significantes y su relación con el significado

Qué relación puede guardar un significante con aquello que significa, qué vínculo les une, he aquí el problema.

Expresión.
Frecuentemente nos encontramos con significantes que hieren nuestra sensibilidad de un modo especial en tanto que otros nos dejan fríos e indiferentes y no nos evocan nada en sí mismos. En cambio aufa!, dicho con una entonación peculiar, expresa mejor que una perífrasis la alegria. Otros como tir-tir, "derramando"; txiotxo, "gorgeo"; tiki-taka, "a pasitos", dejan ver una cierta relación entre la sonoridad y el significado. En las interjecciones no se evocan ruidos, gestos, etc., sino que se expresa algo vivo. El significante calca directamente un reflejo emotivo, de admiración como, o, oho, lo; de alegría como aufa!; de apuro, como et-et; de asco, como puf, de atención, para prestarla, e! y para llamarla, eup!; de incredulidad, ja ja, mau-mau; de incitación, ots! de desprecio, pzzz. Las palabras onomatopéyicas se hacen eco de los fenómenos externos de la naturaleza como puede apreciarse por estos ejemplos: dar-dar, "temblor"; panpa, tunba, "golpes" de una cosa referidos al ruido; urruma, "mugir el ganado"; karanka, "cloquear los gansos"; durundia, "gramido de la tempestad"; zunburrun, "zumbido"; talan, "tañido de campana grande" y tilin, "tañido de campana pequeña"; zirrist, "resbalón"; klaska, "choque"; klakez, "de repente"; zirtzil, "colgajo". Se evoca el ruido, el movimiento, la rapidez, los gritos de los animales, etc. Pero el grupo más numeroso y castizo del euskara es el formado por los superlativos de palabra repetida mediante el artificio de cambiar la primera a de la palabra en i pero solamente en la primeramente dicha. Asi, de balast, "chapoteo", bilist-balast que reproduce el ruido del agua durante el chapoteo. O cambiar la primera b en p, pilista-balasta o plisti plasta. De este orden son bilintzi-balantza, "balanceo"; ikusi-makusi, "veo-veo" (en el juego de este nombre), sino-mino, "ceremonioso"; andi-mandiak, "magnates"; ixilka-mixilka, "silenciosamente". El cambio de sonido afecta a otros como naas-meas, naste-borraste, "miscelánea"; o bien una mera repetición, kili-kili, "cosquilleo"; pon polla, "ruido del agua en el torrente"; dargadarga, "bebiendo a tragos". Finalmente, el significado puede ser descriptivo como karrikaluzea, "calle-larga"; Arrizurrieta, "peña blanca"; pueden ser comparativas, verdaderas imágenes, como azari, "borracho" (lit: zorro); latz, "áspero de carácter" (lit: áspero); o bien explicaciones como lenbaitlen, "cuanto antes"; etxeko jauna, "amo"; "dueño de casa"; etxeberria, "casa nueva"; dana, "todo" (lit: lo que es).