Los ordenamientos marítimos otorgando preferencias de fletes y cargazones a los navíos propios favorecieron a Bilbao y la villa demostró una maravillosa aptitud de negociante. Extendió notablemente el giro de su comercio marítimo y con la centuria XV se consideró la plaza principal del trato con Bayona. Tenía en Brujas, emporio de contratación, con derechos de una corporación nacional y tenía asegurados numerosos tratados de exención y favor con los puertos de la Hansa, de Flandes, de Francia y de Inglaterra. Tenía una presencia principal en los puertos ingleses. Se nombra ya el puerto de Bilbao en los pactos concordados en Swyne (Eduardo III). En 1474 otorgó el rey Eduardo IV a los mercaderes de Bilbao una completa licencia para la prosecución del tráfico marítimo ajustando la protección comercial con el Señorío. Los mareantes ingleses acuden a Bilbao a favor de diversas disposiciones bilbainas en orden a la navegación e importación y exportación entre Bilbao y los puertos británicos.