Durante el año 1838 hubo muchas escaramuzas en las cercanías de Bilbao. El 1839 habían sido muy mejoradas las defensas. La villa contaba con numerosas tropas de ocupación como el tercer batallón del Príncipe, el regimiento provincial de Compostela, el regimiento de Trujillo, el de Toro, milicia provincial de Cuenca y el batallón franco de Burgos. El día 30 de agosto se comunicó al concejo de Bilbao un oficio del comandante general de Vizcaya notificándole que el general en jefe de las tropas liberales había convenido con las fuerzas enemigas de Castilla, Vizcaya y Guipúzcoa la suspensión de hostilidades. Hubo júbilo por la noticia del convenio de Vergara. El concejo de Bilbao, pasadas las solemnidades con que se conmemoró el fausto acontecimiento, elevó una exposición al Congreso a fin de cooperar a que se fije su consideración en la necesidad de que en el País Vasco subsistan sus fueros. Despojado de ellos, decía, «sería de temer que los vizcainos enarbolasen una bandera cualquiera en la esperanza de recobrarlos». El día 7 de octubre el Congreso decretó la conservación de los fueros vascos, sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía.