Se construían numerosas naves en Bilbao. Las ordenanzas de la Villa, ajustadas en 1399 en razón del viedo de vinos, hacen referencia a navíos y pinazas propias construidos en astilleros de su ría. En 1400 comienzan ya las citaciones de las malandanzas, piraterías y merodeos, en que tanta participación tuvieron luego las naves y mareantes vizcainos. La ventajosa y singular situación de la ría favoreció el asiento de astilleros en ambas orillas hasta el mar, en Portugalete, en Baracaldo, en Abando, en Deusto y en Bilbao, principalmente. Los astilleros de la Villa se mencionan como establecidos en el Arenal. Instalábase la grada a voluntad del constructor, previa licencia del Concejo. Concluida la botadura se obligaba al armador a reparar los desperfectos causados. Por medio de pregón se convocaba a los carpinteros que debían comprometerse a trabajar en la nao hasta acabarla. La industria estaba respaldada por la existencia de bosques, hierro, estímulo y dinero.