Villes

Bilbao. Historia (version de 1974)

Dictadura de Primo de Rivera, 1923-1930.

Tres actitudes principales tomaron las fuerzas político-sociales en Bilbao como en el resto del país: la colaboración, la indiferencia y la oposición declarada. Como dice un autor, el socialismo, cuyo bastión fuerte era Bilbao y su ría, fue el «niño mimado de la Dictadura» y el Partido Socialista y la U.G.T. colaboraron y se incorporaron al régimen. Basta decir que Largo Caballero fue nombrado Consejero de Estado. La nueva situación no dio nuevos militantes a la U.G.T. ni a su partido, en Bilbao. La U.P., «Unión Patriótica» se nutrió de gente dispar, con móviles diversos. El Partido Nacionalista Vasco y S.T.V. guardaron silencio en los comienzos. El nacionalista vasco, jesuita Luis Chalbaud, de la Universidad de Deusto, promovió un bloque de oposición sindical formado por los solidarios vascos, los sindicatos libres y los llamados católicos. El bloque trató de arrebatar a los colaboracionistas la representación obrera en los comités paritarios de patrones y obreros. La lucha más enconada, como dice el historiador sindical García Nieto, tuvo lugar entre los solidarios vascos y sus aliados, que podían rivalizar en Bilbao y su comarca con los socialistas y otros grupos que colaboraron con la Dictadura. En 1924 la Diputación vizcaina, unida a las otras diputaciones vascas, solicitaban un Estatuto de autonomía al Directorio pero éste proyectaba ya suprimir el que gozaba Cataluña, como en efecto lo hizo al año siguiente, anulando a la Mancomunidad. La espectativa de algunos vascos, sobre todo bilbainos, cesó en ese momento. El P.N.V. luchaba a través de lo legal para subsistir por medio de la S.T.V. y de una actividad intensísima y desacostumbrada de cultivo de las artes, el deporte, el teatro, y las reuniones literarias o festivas que aseguraran la realización personal de sus miembros. La Federación de Mendigoizales, fundada en Bilbao en 1908, adquiere ahora un papel preponderante con sus reuniones en montes y ermitas. En 1926 se incubaba Euskaltzaleak. Se daba también atención preferente al incremento de la asociación infantil de los txikis, creada en 1920. En 1925 era renovado el concierto económico que afectaba preponderantemente a Bilbao y su comarca. Ramón de la Sota, nacionalista vasco, vislumbró el viraje de la U.G.T. cuando soplaran otros vientos. El 28 de enero de 1930 sucedía el general Berenguer al dictador. Bilbao sufrió una sacudida política. El P.N.V. inició los preparativos de lucha uniendo sus dos ramas hasta entonces disociadas. Comenzó la reapertura de batzokis y reapareció en escena «Emakume Abertzale Batza» o «Asociación de Mujeres Patriotas». En plena dictadura la F.A.I., «Federación Anarquista Ibérica», era fundada en 1927, echando raíces en el proletariado de la ría. El partido comunista, de reciente fundación, afeó la conducta de la U.G.T. Reapareció la C.N.T. después de un largo periodo de clandestinidad. El papel que correspondió al bilbaino Unamuno fue decisivo. El ejemplo de rebelión de Unamuno fue seguido por los estudiantes y en particular por la «F.U.E.». Los banqueros bilbainos, poderosísimos, habían visto con malos ojos las fundaciones de bancos paraestatales como el Banco Exterior de España, el Banco Hipotecario y el Banco de Crédito Industrial. Al ocurrir el alzamiento de la guarnición de Jaca, en 1930 (diciembre), el paro en Bilbao fue absoluto. La U.G.T. despertó de su vida tranquila siguiendo el ejemplo febril de las demás sindicales. El periodo de la Dictadura había sido fecundo para la U.G.T. que, de menos de quinientos sindicatos en toda la península había pasado a 1300, y de unos 50.000 militantes, a 210.500 en. 1929.