Villes

Bilbao. Historia (version de 1974)

Huelgas.

La motivación obrera era tan clara como la represividad de los grandes capitalistas de la ría. La primera huelga fue en 1890, en La Arboleda, pidiendo que se dejara a los obreros comer fuera de las cantinas y dormir fuera de los barracones. El general Loma resolvió el asunto reconociendo el derecho a alimentarse y alojarse donde les conviniese y fijando la jornada de trabajo en once horas en verano y nueve en invierno; pero los patronos no cumplieron dicha resolución. En 1903 estalló otra huelga, muy violenta, entre los mineros. El general Zapino la resolvió directamente, a su modo. En 1906 estalló otro movimiento huelguístico pidiendo la reducción de la jornada de diez horas diarias. Se resolvió con promesa directa del rey a los mineros, que el gobierno, después, no cumplió. En la preparación de la huelga de 1917, calificada de revolucionaria, intervino vigorosamente por el sector socialista bilbaino, el líder Indalecio Prieto, entonces gerente de la «Compañía Ibérica de Telecomunicaciones» de Madrid, constituida con capital de personalidades de los negocios tan conocidas como Juan Tomás de Gandarias, Horacio Echevarrieta, Ricardo de Gandarias, José A. de Jáuregui, Félíx de Abásolo, Federico de Salazar, Juan Gobea y Rufino Orbe. Prieto era gran amigo del capitalista republicano Horacio Echevarrieta y del «abuelo» socialista Pablo Iglesias. La huelga de 1917 fue planeada a escala tal que cubriera toda la geografía española, por Besteiro, Anguiano, Saborit y Largo Caballero. Pablo Iglesias llamó al asturiano Prieto y le encargó la preparación de la huelga general en Bilbao, lo que aceptó contrariado. Casual o preparado, ocurre un descarrilamiento, en La Peña, del tren que va de Bilbao a Castejón, hecho que malquistó a gran parte de la población bilbaina contra los organizadores de la huelga. La represión durísima del gobernador militar de Vizcaya, general Souza, liquidó la huelga, pero las causas quedaron intactas y agravadas, ya que el propio Alba asegura que reclamaban tan sólo las clases trabajadoras el derecho a un mínimo vital. Al fracasar el movimiento Prieto huyó en un bote desde los montes de Artebakarra hasta la costa francesa, trasladándose a París, de donde no regresó hasta 1918. Efectivamente, se presentaba como candidato por Bilbao, representando a la conjunción republicano-socialista frente a la candidatura de Chalbaud, nacionalista vasco, y a la de Aznar, monárquico. Echevarrieta que, indudablemente había participado con Prieto en los preparativos, se escurrió de toda responsabilidad presentándose al general Sauze para ponerse a las órdenes de la autoridad militar. Prieto figuró en 1919 como diputado a Cortes por Bilbao, pero había sido ya concejal de la villa y desde 1901 animaba las columnas de «El Liberal». La huelga de 1920 se originó por los bajos jornales. Este mismo año las Cortes dictaban una ley en la que se declaraba la jornada de ocho horas.