Sailkatu gabe

EUSKARA OBJETIVO (HABLA: HIZKETA)

Notificación.

En el sentido de comunicar una noticia. Si es oral presupone el encuentro, casual o no de dos personas. La noticia, berria, es la "novedad", ya que berri es también "nuevo", "reciente". La noticia no suele ir sola. Le precede el saludo y le sigue la despedida, por escueta que sea, un simple agur. En el medio rural la noticia que se comunica es todo lo referente a la salud, el tiempo, las faenas de todos los días, los sucesos. Las fórmulas del saludo suelen ser tradicionales y poco diferentes de unas personas a otras.
Kaxo, jauna. Zer diozu? - Ez dago ezer berririk.
"Hola, señor. ¿Qué se cuenta? - No hay novedad".
Zer dio osabak? -Il zan.
"¿Qué dice el tío? - Murió".
La noticia corre, así, encapsulada entre el saludo y la despedida.
Joan bear det - "Tengo que ir"
Arratzaldean alkar ikusiko degu - "Al anochecer nos veremos".
Agur ba - "Adiós, pues"

La noticia, la que fuere, echa a andar ramificándose sus cauces de difusión con mayor o menor éxito cubriendo un área expansiva pero llegando más o menos desfigurada a través de las diversas y sucesivas transmisiones, pues uno abulta y comenta, otro disminuye, otro al pasar por su tamiz adquiere un matiz inusitado. Quiere esto decir que el proceso de notificación no es tan sencillo como parece ni tan fácil de controlar.

Saludo.- "Bajaba calle abajo por una que llaman de Mendigatxa, en un pueblecito navarro de la montaña, una de las mujeres del pueblo conduciendo un macho sin carga ninguna. Iba al campo a buscar hierba con la intención de acabar la tarea en aquella misma tarde. Seguramente que en diez idas y venidas del campo a la casa y de la casa al campo, calle arriba, calle abajo, de vacío y con la carga, había de terminar antes de que la noche envolviera con su velo tupido el camino de Oxanea. Al llegar a la esquina de la casa de Xipian Tartaro, extremo del pueblo, encontró al grupo de viejos del barrio, que siguiendo el ritmo de días y noches, se agrupaba para tomar el sol y se disolvía para descansar en sus casas con regularidad matemática. Siempre los mismos: el viejo Felipe Martton, achacoso y medio inmóvil, fuerte y duro en sus tiempos mozos, y el viejo sigüesano, apergaminado y flaco, ambos vestidos de calzón. Hacía dos años que se había producido la baja de otros dos y pronto les tocaría el turno a ellos también. Para entonces, otros se irían arrimando primero tímidamente y después permanentemente al madero que junto a un pajar servia de asiento. Tres o cuatro viejas haciendo media o remendando ropas se sentaban en unas piedras a un lado de los hombres. Conversaban de todo, pero casi exclusivamente del tiempo y de cuentos pueblerinos. A su lado debían pasar todos los que, sube y baja, venían del monte al pueblo o del pueblo al monte. A unos con helecho y a otros con leña la angosta calle de Mendigatxa los recibía frecuentemente.
-¿Qué se hace, tomando el sol? -dijo la mujer del macho, al pasar.
-Sí; que esta bien bueno -respondieron los del grupo.
Al poco rato volvía con el macho cargado de helecho.
-¡Poca tierra hemos corrido!... -les dijo recalcando su inmovilidad.
-¡Ya lo creo! -contestaron.
Allá a los diez minutos bajaba de nuevo con el macho vacío.
-¡Ala, ala!; a aprovechar el sol -dijo.
-Buena falta nos hace -vociferó Felipe.
Siguió adelante con su macho, por el camino de Uturrotz, pero no tardó mucho en estar de vuelta con el macho cargado. El repertorio de frases hechas se iba agotando y los viejos continuaban aún en el mismo lugar, alargando su charla. Esta vez uno de los viejos se adelantó.
-¿Cuántas mantadas habéis recogido?
-No muchas; seis o siete.
Respiró un poquito al sacársele del apuro, de la obligación de saludar, inherente a todo vasco y exponente de su sociabilidad. No habrían transcurrido unos minutos, cuando ya se oían calle abajo los golpes de las herraduras sobre las piedras.
-Ya baja la "cabrera" -comentaron los viejos, impacientes.
-¡Ala, ala! -gritó chillona la mujer... señalando al sol-, que poco les queda.
-¡Lástima! -dijo el sigüesano-, por mí, siempre me estaría al sol.
Desaparecieron macho y mujer en el recodo del puente del río Belabarze, y después volvieron a aparecer por el camino de Oxanea. Los viejos les veían, a macho y mujer, cada vez más diminutos subir monte arriba hasta ocultarse por la frondosidad de las arboledas de tilos y pinos y salir rápidamente a un campo lleno de montones de hierba. Veíanles casi en miniatura, echar la hierba a las mantas, atar las cuatro puntas y cargar el macho con ellas. Después, bajar de nuevo y verles aproximar siguiendo siempre el mismo recorrido.
-No le falta más que un viaje -apuntó en voz baja Hilaria del Urzenkiar-, ¡ayei! -ya no sabrá qué decir.
Los viejos permanecían callando. Ya se había agotado el tema de las conversaciones y miraban al sol declinante próximo a ocultarse por las cumbres de Santa Bárbara. El viejo Martton meditaba sobre el pinar gigantesco que enfrente suyo se levantaba cubriendo varios kilómetros de las laderas de Oxanea, hasta la peña de Ezkaurre.
-A mí que no me digan; la tierra da los pinos. Mira Oxanea, lleno, y al otro lado, Belozkarre, ande no hay ni uno pa muestra.
-¡Ayei, amatto! -replicó la Ceferina de Xipian Tartaro.
-¿Sin simiente? Ya podía dar berzas!
-Sin simiente, sí -afirmó brutal, Felipe.
En ese momento llegó la viajera con su macho y no pudiendo soportar ya el repertorio y no queriendo dejar de decir algo, pasó entre el grupo y el macho.
-¡Arre! -gritó desaforadamente, dando un palo al macho, en el momento crítico de pasar.
A la bajada pasó al otro lado del macho, sin decir nada, pero apretó la carga por hacer algo que justificara su silencio.
A la subida, el grupo se había disuelto marchando cada cual a su casa. Respiró profundamente."

Noticia: La necesidad de comunicar a otro lo que sabemos o sentimos nos lleva a dar la noticia, las noticias. Indudablemente, en una sociedad vasca como la del siglo pasado, en los medios rurales las noticias que se solían dar eran de nivel elemental. Noticia de lo que sucede, se hace o no se hace, pero, junto a ello el comentario, del tiempo que no depende de nosotros, o de cuanto se hace y depende de uno mismo. Las comedias de Alzaga, p. ej., constituyen un buen material para un estudio del noticiario y comentario en la conversación popular. Las incidencias del tiempo, tan ligadas a las faenas agrícolas y ganaderas, la salud de los familiares, amigos y de uno mismo, los acontecimientos familiares, sucesos y sucedidos, entrelazados con la espera, la comida, el trabajo, la merienda o el descanso. La noticia que se transmite tiene, pues, su nivel. Sobre ese nivel popular el nivel culto, de palabra o por escrito, de mil formas. Ahora la conversación se convierte en conferencia, en discurso espontáneo o leído. En las reuniones y encuentros de ambiente industrial, indudablemente, el tema cambia y se relaciona más con el trabajo, la huelga y el jornal que con el tiempo aunque por rutina se siga hablando de él. Respecto a la velada, Orixe nos da buenas muestras como la de "Artzazuriketa" en los versos 33 y siguientes del poema "Euskaldunak" (ed. Auñamendi).

Comentario.-La noticia, que sigue al saludo, engendra el comentario, sobre la marcha, y también, no se sabe cuándo ni con quién. La noticia viaja. En el encuentro, en la velada, han recibido la noticia con distintos grados de interés, de sorpresa o de gusto. Cada receptor es un vehículo que viaja y puede depositarle donde menos lo piense y suscitar un comentario y un comentario de comentario. El peligro radica ahora en que la noticia original se incremente a expensas del comentario y siga viajando provista de equipaje que no poseía en origen. El literato, oral o culto, sabe explotar el aditamiento del comentario propio o ajeno. El comentario es algo así como la resaca de la noticia; puede viajar también y llegar a oídos de la persona afectada. Se entra en una encrucijada de factores psicológicos, éticos y estéticos. Quizá solamente nuestra escasa literatura escrita y el arsenal de la oral puedan servir de material para un estudio de este tema que suponemos inédito.