Territoires

Bizkaia. Administración pública (version de 1999)

La Junta General Moderna II.

La Junta General Moderna: nuevas modalidades de integración.
d) Las Encartaciones. La peculiaridad institucional de la Encartación en la Edad Moderna, destacada en otro lugar para el Medievo, era compatible con nexos de carácter estructural en casi todos los órdenes, si se excluye el lingüístico, con el resto del Señorío. Común era el fondo jurídico consuetudinario: es posible que se aplicara en la tierra encartada el Cuaderno de Juan Núñez de Lara de 1342, sabemos que se recibe con alguna modificación la Ordenanza de Gonzalo Moro de 1394, y el Fuero específico del territorio, el de 1503, estaba ampliamente inspirado en el Fuero Viejo. Ya para 1576 habían hecho dejación de su propia Compilación para aceptar plenamente la vigencia del Fuero Nuevo de Bizkaia. La convergencia indicada explicaría el hecho de que sin considerarse Bizkaia estrictamente, ya a finales del s. XVI un ilustre encartado como García de las Landeras Puente muestra un indudable patriotismo vizcaino. Nadie discute las instituciones privativas de la Encartación, pero la relación con el Señorío se agria a lo largo del período por distintos motivos. Unas veces son las intromisiones del Corregidor en la primera instancia exclusiva ante las autoridades judiciales del territorio, otras se discute ásperamente la contribución encartada a los gastos suscitados por los negocios de interés común, fijada en una cuota -la sexta parte- o en una cantidad fija. Un motivo de constante tensión fue la participación en el Regimiento, planteada por la Encartación con criterios de proporcionalidad a la contribución a los gastos comunes. Que la Encartación participaba en la Junta de Gernika desde el Medievo lo acredita el hecho de que entre los cinco montes en que se hacía sonar la bocina convocadora se encontraba el Ganekogorta y el Kolitxa, y a una Junta celebrada en 1451 -cuenta García de Salazar- acudieron "todos los mejores de la Encartación a la Junta que... se fazía en Guernica". En el período aludido se reajusta el sistema representativo, se produce el cambio puesto que en los comienzos de la Edad Moderna un sólo apoderado, el Síndico, provisto de un solo voto representaba a todos los concejos del territorio. ¿A qué se debió esta deficiente representación? Pudo pesar la fuerte personalidad de la Encartación, que se resiste a la asimilación, como pudo pesar la distancia de Gernika y el costo de los desplazamientos. En cualquier caso cabe subrayar que la intervención encartada estaba limitada a materias comunes de Fuero o al cumplimiento de obligaciones que se referían a todo el Señorío y que carecían de elegibilidad activa y pasiva para oficios del Señorío. A la Encartación llegó el eco del movimiento de integración suscitado en 1628 en los demás bloques institucionales del Señorío. Al requerimiento de una autoridad encartada se responde, con alguna voz en contrario, que se "estén del modo que hasta aquí", "que a la Encartación no le está bien dicha unión", y se rechazan las invitaciones del Señorío. Se temían los repartimientos comunes y sobre todo que se iba "a perder la autoridad de esta República en gobernarse de por sí, y ser dueña y señora, y siéndolo sujetarse a que otro la gobierne porque la venga el tener el gobierno de tarde en tarde respecto de ser los votos en pequeño número para el que tiene el Señorío...". La unanimidad no era completa en cuanto a la defensa del particularismo encartado. El valle de Gordexola se había sentido interesado desde 1628 en el proceso de unificación y tras vencer la resistencia del propio bloque encartado, firmaba en 1642 la escritura de incorporación al Señorío, seguido el mismo año por Güeñes. En 1668, 1672 y 1682 se incorporaron Zalla, Galdames y los Tres Concejos del Valle de Somorrostro. El llamado grupo de Repúblicas unidas al Señorío quedaron, en lo que se refiere a la posición, dentro de la Junta General y del Señorío, con un estatus similar a las anteiglesias de la Tierra Llana, salvo en la primera instancia judicial. Quedaron fuera las Repúblicas no unidas, Sopuerta, Arcentales, Trucíos, Carranza y los Cuatro Concejos del Valle de Somorrostro. Fuera y en pleitos con las incorporadas a cuenta de los gastos que sucitaban el mantenimiento de las instituciones privativas del territorio encartado, resueltos a través de transacciones más o menos duraderas. Como consecuencia de las disensiones habidas con los órganos de gobierno del Señorío, las Repúblicas unidas rompieron en 1740 los nexos establecidos en el siglo precedente retornando a la situación anterior a la incorporación. La unión definitiva se realizó al terminar el s. XVIII: en 1799 aceptaron la homogeneización vizcaina los siete concejos del valle de Somorrostro y los valles de Gordexola y Carranza. Al año siguiente se incorporaban Trucíos y Güeñes; por tanto al doblar el siglo, en el comienzo mismo de la contemporaneidad, la Encartación desaparece como entidad política. Los últimos vestigios que subsisten de un pasado institucional propio son la Audiencia de Avellaneda y la cárcel.

e) Otras entidades. Cabe anotar que algunas entidades territoriales y municipales que en el medievo tuvieron una relación más o menos esporádica con la Junta General quedaron excluidas de la misma, en contra de su voluntad y la del Señorío. Es el caso de Limpias, Colindres y Castro Urdiales, definitivamente marginadas a lo largo del s. XVI. No fueron coronados por el éxito los intentos de aproximación al Señorío realizados por estos municipios en las postrimerías del s. XVII y en los comienzos del s. XVIII. Fueron más antiguas y mucho más estrechas las relaciones entre los Valles de Ayala y Orozko y el Señorío. La comunidad de aplicación del Derecho Civil autóctono, el reconocimiento de la condición vizcaina a efectos de avecindamientos y la participación intermitente en el reparto de infantes constituían lazos que en algunos momentos se pretendió que tuvieran traducción en la representación en la Junta de Gernika. La dependencia jurisdiccional de la familia de Ayala, debilitada después del posicionamiento de D. Pedro de Ayala, rebisnieto del Canciller, en pro de las Comunidades, facilitó un proceso de integración del Valle de Orozko que alcanzó en el s. XVIII. En cuanto al Valle de Ayala, pudo más la atracción de la Hermandad de Alava que el interés vizcaino por conseguir la integración.