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Tolosa (1998 version)

La batalla de Belabieta. El general Lizarraga, jefe carlista de Guipúzcoa, tenía sitiada desde setiembre de 1873 la plaza de Tolosa, sin que le fuera posible a su contrincante Loma levantar el cerco por más esfuerzos que hizo. En una de las ocasiones consiguió llevar un importante convoy a Tolosa, cuya guarnición se reanimó al recibir la ayuda, pero no hizo más que regresar a Andoain la columna Loma y el cinturón quedó otra vez cerrado por las fuerzas carlistas. Los liberales no se resignaban a perder la antigua capital foral de Guipúzcoa, y Moriones concibió un plan audaz y bien meditado para socorrerla y librarla definitivamente del acoso en que la tenían los voluntarios de D. Carlos. Moriones se decidía a acudir en socorro de Tolosa, pero su marcha de Pamplona era muy peligrosa y casi imposible; entonces recurrió a una estratagema que le salió muy bien. Noticioso Ollo de la próxima marcha de Moriones a Tolosa, se movió rápidamente con los batallones 1.º, 2.º, 3.°, 4.º y 5.° de Navarra y la batería de montaña, situando sus fuerzas en Lecumberri, Betelu y Berástegui. Pero Moriones hizo correr la voz de que se dirigía a Logroño, para atacar otra vez Estella. En las estaciones de Tafalla, Tudela, etc., se cargaba material, al parecer, con destino a Logroño. El brigadier Argonz, segundo jefe de Navarra envió angustiosos avisos a Ollo, rogándole volviera hacia Estella, pues temía ser atacado y no contaba con fuerzas suficientes para resistir. Ollo no era de su opinión, pero ante la posibilidad de perder Estella, retrocedió yendo a situarse entre Muez, Munarriz y Salinas de Oro. Entonces Moriones, que había mandado salir fuerzas de Tafalla y Lerin y Olite en dirección a Logroño, contramarchó rápidamente y se fue a Pamplona de donde partió sin perder momento hacia el puerto de Belate, paso dificilísimo que cruzó sin ser molestado, ni siquiera por guerrillas sueltas. Desde Belate llegó hasta Aritxulegi, en los confines del valle de Oiartzun, logrando unirse sin pérdida alguna con la división de Loma: unidas ambas fuerzas se dirigieron a Tolosa. Ollo, enterado de la marcha de Moriones, partió inmediatamente para Lecumberri y desde allí por Leiza y Berástegui se aproximó al lugar donde iba a librarse la batalla. Coincidió todo esto con la entrada de Santa Cruz en España y su marcha sigilosa hasta las líneas carlistas, con el propósito de sublevar la división guipuzcoana que mandaba Lizarraga. Liquidado este incidente, Moriones y Loma concentraron sus fuerzas en Andoain y Lasarte. Ollo se concentró en Elduayen y Lizarraga en Asteasu, Larrauri, Zizurkil, etc.: las tropas de Moriones y Loma atacaron a este último, quien se vio obligado a ceder terreno: entonces Ollo mandó avanzar las suyas y la artillería que disparaba sobre Andoain. La acción alcanzaba gran amplitud y en vista de esto Ollo envió avisos a Elío para que, si lo tenía a bien, le auxiliara con dos batallones con los que se hallaba acantonado en Leiza. Elío se puso en marcha, pero no llegó al lugar de la acción hasta después de anochecido, cuando ya había cesado la batalla. La acción fue muy dura, pues sólo el 2.º de Navarra tuvo más de 200 bajas: el brigadier liberal Padial fue herido dos veces. Elío, que tomó el mando de todas las fuerzas carlistas, ordenó que se retirasen a alojamientos aceptables, dejando tan sólo avanzadas en los montes de Belabieta. Moriones y Loma tuvieron muchas bajas, pero consiguieron su objeto de abastecer y socorrer a Tolosa, levantando momentáneamente el bloqueo, pero a los ocho días volvió a cerrarse el anillo, merced a la nueva ocupación por los carlistas de Villabona, Zizurkil, Asteasu y alturas vecinas que dominaban completamente la carretera de acceso. Todo el prestigio que pudo dar a Moriones esta fugaz victoria, lo perdió al verse obligado a embarcar sus columnas en San Sebastián para regresar a Navarra, dando un gran rodeo, pues no se atrevió a retirarse ni por Belate, ni por Lecumberri, ni por Segura, por temor a sus adversarios. La batalla de Belabieta tuvo lugar el día 11 de diciembre. Las fuerzas que en ella tomaron parte permanecieron en Guipúzcoa. [Ref. Oyarzun, Román. Historia del carlismo, 1939 (pp. 384-387)].