Kontzeptua

Comercio (1978ko bertsioa)

Comercio medieval. Comienza a estar bien documentado el pulso comercial del país en plena Edad Media. A lo largo de las principales rutas comerciales, y en los centros de las comarcas naturales, fueron creándose las villas y en ellas los mercados, que consistían normalmente en privilegios reales por los que, una vez por semana, había libertad de compra y venta, sin pagar imposición alguna. Las rutas jalonadas por villas y ciudades van haciéndose cada vez más seguras, y por ellas circulan las mercaderías con intensidad creciente. El Camino de Santiago no sólo era recorrido por peregrinos; a ellos se asociaron muy pronto artistas y mercaderes. Desde que Sancho el Mayor lo hizo pasar por Estella y Logroño quedó convertido en una importantísima vía comercial. En los lugares estratégicos se fueron estableciendo mercados, animados sobre todo por francos y judíos. Estos comerciantes precisaban de una protección especial, que los reyes concedían gustosos, ya que el florecimiento del comercio llenaba sus arcas. Los «francos» (extranjeros), gascones en su mayor parte, se establecieron a lo largo del Camino de Santiago desde fines del s. XI, en ciudades o villas a las que los reyes concedían fueros especiales, mercados y ferias. Pamplona tenía mercado el año 1087, y en 1129 Alfonso el Batallador hizo en ella una población de francos (San Saturnino) concediéndole un mercado en la parte de Barañáin y el monopolio de venta a los peregrinos de Santiago. Estella es una típica ciudad-mercado. Sancho VI el Sabio lo concedió en 1187 a sus burgueses, pero sus orígenes quizá se remontan al año 1090. En los fueros concedidos a Los Arcos por el mismo rey (año 1 175) se cita también un mercado. Vitoria se fundó el año 1 181; en 1256, Salvatierra de Alava, a la que Alfonso X otorgó mercado los martes, «a la manera que han los de Vitoria». En Guipúzcoa y Vizcaya la fundación de las villas tuvo, si cabe, más trascendencia que en Navarra y Alava. La escasa producción agraria de estas dos provincias hacía poco factible una economía de autoconsumo, por lo que el trasiego de mercaderías adquirió pronto una importancia relativa mucho mayor que en los países llanos del Ebro. Orduña, Valmaseda, Villafranca, Tolosa y tantas otras villas y ciudades se fundaron y crecieron apoyadas en el comercio. El poblamiento de judíos tuvo importancia en bastantes ciudades y villas de Navarra. Tudela, Estella, Sangüesa y Pamplona tuvieron juderías. Algunas villas alavesas también las conocieron y, desde luego, Vitoria, donde Alfonso X construyó, en 1296, una calle poblada de hebreos, «para animar y promover el comercio». También tuvo importancia la comunidad hebrea en Valmaseda, pero apenas tenemos noticias de ella en el resto de Vizcaya y en Guipúzcoa. Más que como mercaderes, los judíos se distinguieron como prestamistas y artesanos; pero sin duda tuvieron un papel importante en la consolidación de las corrientes comerciales de Navarra y Alava en la Baja Edad Media.