Kontzeptua

Comercio (1978ko bertsioa)

El comercio a través del Pirineo: siglos XVI y XVII. Navarra nunca tuvo una industria propia considerable; así, sus únicos productos de exportación eran los excedentes agropecuarios. Las Cortes navarras se negaron obstinadamente a aumentar los derechos de importación de mercaderías (tablas), y el progresivo aislamiento del reino contribuyó a empeorar la situación. El perpetuo déficit comercial navarro se enjugaba introduciendo de contrabando en Castilla géneros franceses. Los agentes aduaneros castellanos cometieron abusos en su persecución del contrabando, con frecuentes incursiones en territorio navarro, contra las que hubo repetidas protestas de las Cortes. También los intendentes franceses tenían problemas con el contrabando, pese a que, en su conjunto, favorecía a la hacienda real. Gramont, en 1691, dice de los vascos "..qu'ils ont le diable au corps et que les énormes fraudes el leurs complicités devraient faire pendre tous le pays". El vocablo "tablas" aparece hacia 1480 con el significado de "aduana". Se seguía el procedimiento de arriendo anual al mejor postor, que organizaba la recaudación de las tablas y se apropiaba de ella a cambio de una cantidad fija. A causa de las guerras quedaba frecuentemente prohibido el comercio por la frontera: en tales casos los arrendadores de las tablas solían obtener una rebaja en el arriendo. Así, encontramos prohibida en 1542 la exportación a Francia, Vascos -así se suele llamar a la Baja Navarra en los documentos oficiales de la época- y Bearne de caballos, yeguas y potros de casta. Nueve años más tarde el virrey Duque de Maqueda prohibió toda clase de exportaciones. La guerra de los Treinta Años produjo una prolongada crisis en el comercio. Aumentó la vigilancia en las fronteras navarras, de modo que hasta el contrabando se desvió a los pasos entre Aragón y el Bearne. Tras la firma de la Paz de los Pirineos (1659) se advierte un relajamiento en la tensión fronteriza; se reanuda el comercio y Bayona vuelve a ser el puerto de Navarra por excelencia. En 1691 volvemos a encontrar cerrada la frontera: la ciudad de Pamplona protesta ante el virrey alegando que todo el pescado fresco consumido en la capital del Reino viene de Bayona y San Juan de Luz, y no es posible sustituirlo por el de San Sebastián. De nuevo se cierra la frontera en 1696. Era tradicional la exportación libre de hierros navarros a Francia, pagando un reducido canon; en 1560 el virrey la prohibió. Los ferrones de las Cinco Villas entablaron y ganaron un pleito contra aquella decisión, basándose en una antigua licencia real. Todavía en 1684 seguían exportando hierro, aunque por ser tiempo de guerra tenían que pagar una contribución. Además de las mercancías ya citadas, otras más exóticas atravesaban los Pirineos de sur a norte: según la ordenanza de 1553 el Bearne recibía de la Península seda griega, cuero marroquí y frutas de Andalucía. Dos siglos más tarde, el "Dictionnaire du commerce" dará una lista semejante de artículos.