Kontzeptua

Comercio (1978ko bertsioa)

Las lanas navarras y aragonesas. Otra interesante corriente comercial era la de lanas navarras y aragonesas. De peor calidad, en general, que las castellanas, eran consumidas principalmente por la industria textil francesa. Aunque su tráfico era mucho menos importante que el de la lana merina castellana, las villas guipuzcoanas se lo disputaron largamente. Tolosa, que desde 1285 poseía el privilegio de que las mercancías navarras y aragonesas con destino a San Sebastián pasaran por su puerto seco, todavía en 1675 hacía perseguir procesalmente a los arrieros navarros que tomaban el camino a San Sebastián por Oyarzun. También por estos años impedía la reparación de un camino por Goizueta. En un intento de hacer rentable la ruta que por ella pasaba, la villa propuso el año 1596 la canalización del río Oria, sin que ésta pudiera llevarse a efecto. Desde la conquista de Navarra por Fernando el Católico, el comercio donostiarra se vio muy afectado. Años más tarde, una elevación de derechos sobre las lanas que se exportaban por este puerto provocó la desviación de la corriente a favor de Bayona. Con todo, un viajero califica en 1617 de «opulento» al comercio lanero donostiarra. Las disputas medievales entre los puertos orientales guipuzcoanos continúa sin pausa en los siguientes siglos: el año 1534 Pasaron por la lonja de Fuenterrabía 3.580 sacas de lana, cantidad muy considerable si tenemos en cuenta que veintisiete años más tarde se exportaban para Flandes y la Rochela 4.000 sacas de lana navarra y 1.000 de aragón, de ellas dos tercios por San Sebastián y una tercera parte por San Juan de Luz. En aquel primer año Fuenterrabía vuelve a proponer la canalización del Bidasoa, protestando Tolosa y San Sebastián. Hacia 1626 se produce otra disputa comercial: esta vez es Rentería, apoyada por Navarra y Aragón, la que pretende monopolizar las exportaciones laneras por la rada de Pasajes. Para Fuenterrabía era tan vital el comercio navarro que en 1644 solicita su anexión al reino. Irún y Lezo, que trataban de deshacerse de la jurisdicción ondarrabitarra, se opusieron a ello, así como la Diputación de Guipúzcoa.