Territories

Gipuzkoa

La improvisación de versos (hitzneurtuak) es otra de las diversiones más arraigadas. La versificación es en octavas (zortzikoan) o en otras medidas (edo edozein neurritan), improvisada (supituan) y cara a cara (aotik aora). Median las apuestas, en dinero o en especies, y el número de improvisadores puede combinarse uno a uno (buruz buru), (bi bitara) y cuatro a cuatro (lau lauren kontra). Los improvisadores suelen ser pastores, labradores o carboneros, todos ellos iletrados. Cuando Iztueta (1824) habla de los bertsolaris, y casi exclusivamente de los bertsolaris guipuzcoanos, nos presenta un fenómeno popular tan lleno de madurez, tan arraigado en el país y tan exigente en su métrica, que queda descartada cualquier hipótesis de novedad, por más que escaseen las referencias y materiales anteriores. Distingue Iztueta claramente las dos vertientes del bertsolarismo: la de improvisación, con la modalidad entonces vigente del desafío, y la de composición de estrofas sobre diversos temas y con deseo de perduración.

La primera generación conocida de bertsolaris guipuzcoanos es la de Fernando Amezketarra, Txabolategi, Zabala, Ametza, Pastor Izuela, el mismo Iztueta... En el primer tercio del siglo pasado los bertsolaris comienzan a imprimir sus composiciones en hojas volantes y a divulgarlas. Nace asi el bertso-papera, el pliego con estrofas, impreso en San Sebastián, Tolosa, Azpeitia, Irun, Eibar, Renteria..., y que un vendedor, bertso-saltzalle, distribuía en ferias, mercados y fiestas, y cuyas estrofas se cantaban en caseríos y tabernas. Los temas son extraordinariamente variados: religiosos, con explicación de dogmas, vidas de santos, misiones populares, comentarios de la pasión...; deportivos, con relaciones de partidos de pelota, de regatas, de apuestas de aizkolaris, levantadores de piedra, segalaris...; políticos, con proclamas de partidos, opiniones personales, polémicas... En tiempo de guerra, hay descripciones de batallas, arengas, llamadas a la paz... Abunda también la poesía amorosa, las disputas de novios, la picaresca...

Todos los aspectos de la vida popular están rescatados en estas composiciones, pero retratados por el mismo pueblo, por su protagonista, lo que confiere a estas estrofas la mayor autenticidad. La primera guerra carlista (1833-1839) ahoga de momento el bertsolarismo de plaza, pero fomenta las composiciones impresas, por exigencias de la propaganda. Después de la guerra aparece otra generación de bertsolaris: Xenpelar, Bilintx, Ardotx, Patxi Bakallo, Larraburu, Zakarra, Iparraguirre... La segunda guerra carlista (1872-1876) influye de la misma manera que la anterior: pone dificultades al bertsolarismo de improvisación y da fuerza a las composiciones escritas. Surge, con la paz, una generación nueva: Udarregui, Pello Errota, José Bernardo y Pedro María Otaño, Manuel Antonio Imaz, Zubizarreta, Estrada, Errikotxia, Pedro Santa Cruz, Lexoti... Según va envejeciendo esta generación, va siendo sustituida por otra: Txirrita, Gaztelu, Fermín Imaz, Juan y Pello Zabaleta, Lexo, Motza, Iturzaeta, Zubizarreta, Mendaro Txirristaka, los hermanos Zapirain... Después de la primera guerra carlista hubo un buen momento para el bertsolarismo. El movimiento vascólogo de aquella época simpatizaba con él y lo favorecía. Pero viene el purismo, que no quiere permitir en el euskera ninguna palabra de origen extraño. En consecuencia, los bertsolaris, con un lenguaje espontáneo y cargado de voces adoptadas, son despreciados y arrinconados. Fue don Manuel Lecuona el primero en denunciar esta injusticia, en su conferencia sobre la poesía popular vasca, pronunciada en Bergara en 1930, y en su libro Literatura oral euskérica, 1936. Le secundó Aitzol, con la organización de los primeros campeonatos y sus esfuerzos por recopilar la poesía popular.

Este movimiento queda cortado por la guerra de 1936, que perjudica tanto al bertsolarismo de improvisación como al de composiciones escritas, porque la propaganda ha encontrado, en la radio y el periódico, mejores cauces de difusión. Comienzan después de cantar, superando como se pueda el obstáculo de la censura, Txapel, Zepai, Ernani-Txikia, Uztapide, Basarri... Se les unen después Lasarte, Lazkao-Txiki, José Lizaso, Aguirre, Lazkano, Garmendia, Lexoti, Cosme Lizaso, Etxeberria, Gorro txategui... Y, hoy día, es mayor que nunca el número de bertsolaris que frecuentan las plazas guipuzcoanas. También reaparece el bertso-papera, pero muere en estos años de la postguerra, porque el ambiente es ya muy distinto. Comienzan las revistas vascas y conceden sitio a las composiciones en verso. Brotan entonces nuevos bertso-jartzalles o bertsolaris escritores: Olea, Matxain, Albizu, Salaberria, Manterola, Ayerbe, Arriola, Artetxe, Lete, Manterola, Lertxundi, Xanti Zabala, Rufino, Iraola, Arrieta...

Tanto los bertsolaris improvisadores como los escritores siguen las mismas técnicas de versificación, que apenas han cambiado en los años. Esta métrica ha sido en Gipuzkoa particularmente exigente, si bien ahora los bertsolaris de otras regiones han aceptado las normas guipuzcoanas, tanto en cuanto a las rimas como en cuanto a la medida. En comparación con el de otras provincias, el bertsolarismo de Gipuzkoa se nos presenta con mayor vitalidad, especialmente en la zona baja, la tierra de las sidrerías, cuyos límites quedarían trazados por el mar y una línea que pasara por Irun, Tolosa, Azkoitia e Itziar. El mismo dialecto guipuzcoano parece más flexible y acomodado a la versificación. Un bertsolari guipuzcoano, para cantar en público, no tiene que cambiar en nada el vascuence de su infancia; le basta con eliminar fonetismos. Los de otras regiones, en cambio, han de procurar acomodarse al vascuence guipuzcoano. Influye en este fenómeno el que sea precisamente Gipuzkoa la zona en que más concursos de bertsolaris se organicen.

De este modo, los bertsolaris, sin ningún bagaje teórico, pero fundamentados en una asidua práctica, han creado un euskera supradialectal, una especie de koiné, que les capacita para cantar y ser comprendidos en todos los rincones del país. También los bertso-paperas guipuzcoanos superaron, en su tiempo, las fronteras provinciales y se derramaron por todas las demás regiones. Así es que buena parte de la poesía popular vasca que puede hoy día recogerse en Bizkaia y la Alta Navarra, por ejemplo, es de procedencia guipuzcoana. Y lo mismo en Lapurdi y la Baja Navarra, aunque en menor proporción. Esta influencia guipuzcoana, basada en un mayor número de bertsolaris, continúa en nuestros días. Pero también es verdad que el bertsolarismo guipuzcoano recibe actualmente una influencia mayor que nunca del bertsolarismo de otras regiones, dada la gran calidad de algunos bertsolaris no guipuzcoanos.

En cuanto al futuro, nada tiene de profecía señalar la gran dificultad que el bertsolarismo, en general, habrá de vencer en plazo más bien corto, porque esa dificultad está ya a la vista de todos. Los bertsolaris actuales, aunque muchos de ellos se dediquen a profesiones de otra área, han nacido o se han formado en la cultura tradicional y rural del caserío. El nuevo entorno urbano, en que nacerán y se formarán los hombres del mañana, bilingües ya desde la infancia, ¿no será una dificultad insuperable? De hecho, en los medios cercanos al bertsolarismo se ha registrado ya esta preocupación. Prueba de ello son las escuelas de bertsolaris, montadas ya en diversos puntos del país, y la organización del primer campeonato de bertsolaris en edad escolar, recientemente celebrado en San Sebastián (9-V-1981). El propósito no puede ser más claro: conseguir a fuerza de atención y cuidado lo que antes nacía espontáneamente.

MEL

En tiempos un tanto antiguos no parece que este dialecto tuviera relevancia especial como lengua escrita. Mitxelena ha escrito:

"En cuanto al guipuzcoano, parece haber estado en una clara situación de inferioridad con respecto al vizcaíno -no hablamos ya del labortano-, en cuanto a su uso como lengua escrita, durante los siglos XVI y XVII"

(La lengua vasca, p. 54).

En cambio, en los últimos siglos ha gozado de una cierta preponderancia (esto por lo que se refiere al país vasco peninsular, pues en el país vascofrancés en lo literario ha prevalecido el labortano). El P. I. Omaechevarria ha podido hablar de esa "koiné" o lengua común de predicadores, bertsolaris y escritores clásicos (Euskera, 1959, pp. 7-8). Esta "koiné" es, ni más ni menos, el dialecto guipuzcoano literario. En el origen de este despegue del dialecto guipuzcoano se halla sin duda la obra del P. Larramendi (siglo XVIII). Su gramática vasca, El Imposible Vencido (Salamanca, 1729) se basa en el dialecto guipuzcoano. Con su gramática, diccionario y apología del vascuence impulsó el cultivo literario de esta lengua. La situación geográfica un tanto céntrica de este dialecto, su afinidad con los dialectos que están más hacia el Este, etc., le hacia también particularmente idóneo para servir de lengua escrita común.

  • El dialecto guipuzcoano como base de la lengua literaria vasca común

En el I Congreso de Estudios Vascos, celebrado en Oñati en 1918, Luis de Eleizalde planteó la necesidad y urgencia de una lengua literaria común y única para toda la extensión del euskara. El Informe Campión-Broussain (1920) propone que para dicho cometido se tome como base el guipuzcoano o el labortano, o bien, una combinación de ambos. Azkue propuso para servir de lengua literaria común lo que él denominó Gipuzkera Osotua (= el guipuzcoano completado), es decir, una lengua que se basa en el dialecto guipuzcoano, pero enriquecido con incrustaciones numerosas procedentes de los otros dialectos. Parece que fue Víctor Garitaonaindia el que sugirió a Azkue la fórmula, no precisamente el nombre, del gipuzkera osotua. Véase Euskera, revista de la Academia (1933), 222. Azkue escribió incluso un ensayo titulado Gipuzkera Osotua, donde se especifican los trasplantes de otros dialectos que habría que hacer al guipuzcoano para que sirviera de lengua literaria común de todos los vascos; en la práctica compuso también varias obras en que trata de realizar este ideal. Varios autores de la época contemporánea han seguido, cada cual un poco a su modo, este camino propuesto por Azkue: R. Olabide, J. Zaitegui, A. Ibinagabeitia, etc. Después de un eclipse más o menos largo -explicable por la guerra y la situación de la postguerra-, en la década de los 60 rebrota con fuerza la cuestión de la lengua común, llamada ahora euskara batua. Sobre la relación entre el euskara batua y el gipuzkera osotua ha escrito Michelena:

"Este guipuzcoano enriquecido y desdialectalizado en intención coincidía de manera notable, en contra de lo que reiteradamente se ha sostenido, con el euskara batua: a éste simplemente se le buscarían los orígenes algo más hacia el Este (y, si acaso, algo más arriba en el tiempo) que a aquél"

(Prólogo al libro La H en la ortografía vasca, de Villasante, 1980, p. 9).

Al sustentarse el euskara batua, más que en ningún otro, en el dialecto guipuzcoano, es obvio que éste resulte el más afectado. De todos modos, el euskara batua no intenta desplazar los dialectos literarios. Es un tipo de lengua aséptico, necesario para ciertos cometidos; para otros, en cambio, como los de la creación literaria, hoy por hoy parecen insustituibles los viejos dialectos literarios.

  • Producción literaria

Sólo podemos hacer un resumen apretado e incompleto de las principales obras.

Respondiendo a la iniciativa del P. Larramendi, el P. A. Cardaberaz publicó numerosos escritos de carácter ascético y hagiográfico; hay uno que se aparta de esta temática y se ha hecho un tanto célebre: Euskeraren Berri Onak (= Buenas Nuevas para el vascuence), Pamplona, 1761. Existe edición reciente, en facsímil, de todas las obras del P. Cardaberaz. El fue también quien tradujo del vizcaíno los versos del P. Basterrechea en que se narra largamente la historia de la Pasión del Señor y que comienzan Jesukristori kendu ezkero (= Habiendo quitado a Jesucristo). Esta historia de la Pasión, en su versión guipuzcoana, alcanzó gran difusión en el país. Contemporáneo de Cardaberaz fue el P. Mendiburu, quien escribió sus obras en un vasco navarro; tanto, que alguna de ellas fue traducida al guipuzcoano por G. Arrue. El P. Ubillos publicó Kristau Doktriñ Berri Ekarlea (= el mensajero de la doctrina cristiana), Tolosa, 1785, traducción del Catecismo histórico de Fleury. También el insigne J. A. Moguel, a pesar de ser cura de Marquina (Bizkaia), escribió su primera gran obra, Erakasteak (= Enseñanzas), Pamplona, 1800, en dialecto guipuzcoano, lo que le valió críticas acerbas del clero vizcaíno. Su sobrina, Vicenta Moguel, escribió asimismo en guipuzcoano el libro Ipui Onak (fábulas en prosa), S. S., 1804.

A. P. de Iturriaga se ha inmortalizado como uno de los mejores fabulistas que la lengua ha tenido; escribió también Diálogos bascocastellanos para las escuelas de primeras letras de Guipúzcoa, especie de lecciones de cosas: Juan Bautista Aguirce, rector de Asteasu, pasa por ser uno de los clásicos de este dialecto; es autor de los Erakusaldiak (= Pláticas), 3 vols., publicadas con el fin de ayudar a los párrocos en la preparación de los sermones de las misas mayores de los domingos. J. I. Guerrico escribió sobre explicación de la doctrina cristiana; su obra se basa en la variedad de Goierri. J. C. Echeverria tradujo la Filotea y el Kempis. F. I. de Lardizábal es otro de los clásicos de este dialecto, además de gramático; su libro Testamentu Zarreko eta Berriko Kondaira (= Historia del Antiguo y del Nuevo Testamento) alcanzó notable éxito. El bardo Iparraguirre se ha hecho célebre por el Gernikako y otras canciones. El donostiarra I. Bizcarrondo (Bilintx) alcanzó merecida fama por sus poesías de amor; hoy contamos con un notable estudio de su vida y obras, debido a A. Zavala.

El también donostiarra J. Manterola edita el Cancionero Vasco e inicia la veterana de las revistas vascas, Euskal-Erria. M. Soroa se acredita como escritor en prosa e iniciador del teatro; bajo esta última modalidad proseguirán su obra T. Alzaga y A. Barriola. G. Arrue fue, por así decir, el profesional de las traducciones: tradujo numerosos libros ascéticos y hagiográficos, entre los que descuellan la Vida de Santa Genoveva de Bravante y las Glorias de María. Ya en este siglo P. M. Urruzuno destaca como escritor humorista, autor de numerosos relatos en que son protagonistas los gitanos. Domingo Aguirre, autor de la novela Garoa (= El helecho), a pesar de ser vizcaíno, ha venido a resultar el clásico por excelencia del dialecto; su novela es una descripción un tanto idealizada de la vida del caserío vasco. G. Múgica se ha hecho célebre por su libro de "sucedidos" de Pernando Amezketarra. "Lizardi" (J. M.ª Aguirre) ha descollado como gran poeta lírico; su obra poética se titula Biotz-Begietan (= En el corazón y en los ojos).

Lizardi ha sentido y profundizado como nadie en la belleza del paisaje vasco. También sobresale como prosista de estilo moderno, cortado y fino. J. A. Irazusta escribió Joañixio (= Juan Ignacio), notable novela sobre la emigración vasca a América. N. Ormaechea ("Orixe") ha sido polifacético, aun en el cultivo de los dialectos; su gran poema Euskaldunak (= Los vascos), que canta la vida vasca en un medio agrícola y montañés, está lleno de navarrismos, cosa explicable porque la acción se desarrolla en una localidad navarra (Huici). En guipuzcoano popular corriente escribió la vida del Cura Santa Cruz y Jainkoaren Billa (= A la búsqueda de Dios). Son también notables sus poesías místicas Barne Muinetan (= En las médulas del interior). S. Michelena, en fin, nos ha dejado un poema, más lírico que épico, sobre el Santuario de Aránzazu y un notable ensayo sobre Unamuno y la lengua vasca: Unamuno ta Abendats (= Unamuno y el espíritu de la raza), Baiona 1958. Esta obra ha sido saluda da como el primer ensayo en lengua vasca. Prescindimos de fechas posteriores porque habría que hacer incursiones en el mundo de los vivos y porque en los últimos años la historia del dialecto guipuzcoano aparece muy mezclada con la del euskara batua.

AAA

J. Ignacio de Iztueta nace en Zaldivia, al pie del Aralar guipuzcoano, en 1767. No se le conocen estudios aunque hoy en día no se da fe a su insistente autocalificación de ignorante ni a su aparente candidez robinsoniana. En su vida existe una serie de pasajes oscuros de los que sabemos que estuvo en la cárcel, acusado de algún delito contra la propiedad, y que tampoco pudo huir a los requerimientos de la Inquisición. Estas conocidas peripecias borrascosas parecen haber tocado fin hacia 1808. En 1814 aparece ya como un respetable propietario afincado en San Sebastián. Su producción literaria se desarrolla a partir de estas fechas caracterizándose por el uso de un euskara supradialectal en muchos casos, por su reconocida calidad de discípulo del P. Larramendi, su amor apasionado por la tierra natal y la lengua privativa de los vascos. Al escribir en euskara sobre temas no religiosos -es decir, sin fines conceptuados prácticos- efectúa una elección a todas luces deliberada en la que insiste repetidas veces, en especial en el prólogo de su Condaira (1847).

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Desde Ignacio de Loyola y Lope de Aguirre hasta Pablo de Gorosabel.

  • Ignacio de Loyola

Ya en el primer cuarto del siglo XVI escribe su obra capital, Ejercicios Espirituales. Luego Constituciones. Diario Espiritual, Autobiografía, que dictó a unos de sus íntimos consejeros, e innumerables cartas publicadas. Los ejercicios de Ignacio de Loyola son una escuela de voluntad fundada en conocimientos claros y precisos. Educa La personalidad, dejando amplio margen a la iniciativa individual. Seguimos a José de Arteche:

"El que quiera saciar su librofagia en la obra de Loyola no podrá con el lenguaje seco, fuerte, con estilo de orden del día...".

Los Ejercicios han sido traducidos a 19 idiomas, incluido el euskara. Es la obra ascética de más difusión. Publicados más de cuatro millones de ejemplares. San Francisco de Sales, muerto en 1622, decía que esta obra había operado más conversiones que letras contiene.

  • Lope de Aguirre

A mediados del siglo XVI, muestra su soltura para expresarse en lengua castellana, no corriente en el pueblo. Sus epístolas, Carta a Felipe II, al Provincial Montesinos, al Gobernador Collado, llevan un estilo expedito, incisivo, lúcido, no exento de ironía.

  • Esteban de Garibay

Publica su Compendio Historial (1581) en Amberes.

  • Catalina de Erauso

Depositó sus Memorias (1625) en casa de Bernardino Guzmán, donde fueron impresas el mismo año.

  • P. Manuel de Larramendi

Vio publicarse en vida su Imposible vencido, el Diccionario Trilingrüe y otras, de 1728 a 1750. Pero su obra capital, Corografía de Guipúzcoa, no apareció hasta 1882.

  • Pablo de Gorosabel

Su obra más conocida, Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa. se edita 31 años después de su muerte (E. López, Tolosa, 1899-1900, 6 vols.).

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Un gran vacío literario se crea en Gipuzkoa a la muerte del P. Larramendi en 1760, prolongado por las guerras napoleónica y carlista. La subsiguiente pérdida de los Fueros produce un hecho general, el renacer cultural eúskaro con la aparición de las Revistas Vascongadas. En Vitoria la Revista de las Provincias Eúskaras dirigida por F. Herrán (1878-1880). Herrán se traslada a Bilbao e inicia su Blblioteca de Fermín Herrán (1896-1901). En Pamplona la Revista de la Asociación Eúskara, impulsada por el grupo de A. Campión (1878-1883). La más importante y duradera será la donostiarra Euskal Erria. Revista bascongada (1880-1918). Colaboran escritores de todo el ámbito vasco, predominando la producción euskérica. Fundada por José de Manterola, aglutina el Consistorio de Juegos Florales Eúskaros de San Sebastián, la Comisión de Monumentos de Gipuzkoa y la Asociación Eúskara de Navarra. La intensa actividad de Manterola lo lleva a una muerte prematura a los 35 años. Le suceden en la dirección Antonio Arzac (1884-1904), Fco. López Alén (1904-1910) y Adrián de Loyarte, último director (1910-1918). Colabora la élite de Euskalerria Sur.

Juan Venancio Araquistain publica (1882) su novela histórica vascongada El Baso Jaun de Etumeta y los dos tomos de Tradiciones vascongadas. José M.ª Goizueta ( 1857) había publicado en Madrid Aventuras de Damián el monaguillo, novela. Sus Leyendas vascongadas conocen cuatro ediciones en Madrid y una en Bilbao. La versión inglesa (1890), en Londres. Alfredo Laffitte colabora en Euskal Erria con sus series Leyendas, Impresiones, Cuentos. Eusebio López le edita en Tolosa (1886) Tierra euskara. Notas de viaje. La biblioteca de Fermín Herrán publica (1900), La casa de Aitzgorri, de P. Baroja, literatura la suya adelantada con respecto a la vascongada que señalamos. En 1902 y 1903 E. Erria va publicando Pinceladas de Vasconia, de Adrián de Loyarte, que además E. López edita en Tolosa, dos volúmenes (1905 y 1907). La Corografía del P. Larramendi aparece en Barcelona (1882) 128 años después de su muerte.

La literatura vascongada continúa hasta 1914 con fragmentos de Aquí fue la Arcadia, novela de B. Echegaray. En la misma Euskal Erria (1916) se inicia la serie Los vascos en 1800, de Ramón de Berraondo. Con una prosa más objetiva, de estilo más sobrio, aparece Baroja en "La Voz de Gipuzkoa". Sus cuentos y artículos comienzan alrededor de 1894: Cestona 9 de setiembre, La farsa de Pachi, Errantes y otros hasta 1899. Su vasta producción periodística en diarios madrileños y vascos son esbozos de futuras novelas o las mismas en folletín.

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Como hemos señalado la desaparición del P. Larramendi crea un vacío literario que durará cerca de siglo y medio, hasta la aparición del donostiarra Pio Baroja. Era algo nuevo en el mundo de las letras, un estilo sobrio, donde se expresaba todo con gran economía de palabras. Desde la aparición de Vidas Sombrías, 1900, Baroja tiene ya sus barojianos, un mito que pervive. Este surgir de Baroja en las letras españolas provoca reacciones contrapuestas. Se llega hasta achacársele carencia de estilo. En gran parte de su producción campea la temática histórica, la historia española del siglo XIX a través de conspiradores, revolucionarios y marginados. Nos presenta la otra cara de la historia. De ahí procede, en gran parte, el interés que despiertan sus obras. Escribió constantemente en la prensa y revistas madrileñas. Pero no olvidó a la prensa vasca. Ahí están las colecciones de "La Voz de Guipúzcoa" y "El Pueblo Vasco", de Donostia, y "El Nervión", de Bilbao. Muchas de sus novelas salieron en forma de folletín en los diarios de Madrid por los años 1900, 1901 y 1903. Una buena manera de llegar a las masas populares. Con su gran producción, de más de cien obras largas, casi todas novelas, se coloca entre los más prolíficos, claramente el primero. Su aportación a la literatura de ambiente y tema vascos es importante.

Ahí están Zalacain, Mari Belcha, Elizabide, Lecochandegui, Jaun de Alzate y otras. Pero no todo es oro, salvo el estilo. Sobre el contenido de su obra ha existido siempre una profunda división de opiniones en Euskalerria. En 1935 ingresó en la R. Academia Española. Su discurso se refería a la Formación y Estado Psicológico del Escritor, con carácter autobiográfico. La respuesta estuvo a cargo del Dr. Marañón. Pérez Ferrero, en su obra Baroja en su rincón, la da a conocer. Baroja aporta un nuevo estilo y una nueva concepción de la estructura novelística. Sus novelas-crónica, que son muchas, corren, se escriben rápidas. De esta dinámica proceden su estilo y su fecundidad. En general, toda su inmensa obra está marcada por su antigregarismo, por su individualismo fuerte, que el autor profesa como filosofía personal. La Bibliografía sobre Baroja alcanza rango mundial.

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  • José María Salaverria Ipenza

Nacido fuera de Gipuzkoa por ser su padre torrero del faro de Vinaroz. Novelista de estilo sencillo, elegante y emotivo. Maestro en el género de "ensayos" y ágil periodista. Rectificó en vida sus antiguas producciones. La titulada Sombras de Loyola, ante la severa crítica de P. Lhande en la RIEV, fue rectificada en 1929 en su obra Loyola. Su infancia y juventud transcurren en San Sebastián. Citamos algunas de sus obras: La Virgen de Aránzazu, 1909; Páginas novelescas, Bolívar, Iparraguirre, 1932. Quince años después de muerto se publica su Guía sentimental del País Vasco. Colaboró en ABC, La Nación de Buenos Aires y La Vanguardia de Barcelona. En 1964, Col. Auñamendi n.º 34, Antología Literaria Vasca, se incluye su Mundo Subterráneo, un profundo estudio psicológico sobre Gorri, minero enterrado en la mina.

  • Francisco Grandmontagne Otaegui

Burgalés oriundo de Gipuzkoa donde transcurre su niñez. Cultiva el periodismo, la novela y el ensayo. Colabora en diarios y revistas bonaerenses. Llegó a ser redactor jefe de La Prensa, el rotativo de mayor tirada en castellano. Su obra capital es Los inmigrantes prósperos, la epopeya de los alambradores vascos en La Pampa, creando con su tenacidad las grandes estancias que hicieron de Argentina una tierra próspera.

  • Arturo Campión

Este navarro ilustre produjo gran parte de su obra literaria en su residencia donostiarra de "Emilia-enea". De allí partía, en largas caminatas, a contactar con la naturaleza virgen de aquel tiempo, salpicada de caseríos, de familias totalmente euskaldunas. Su obra maestra, La Bella Easo, debió concebirse allí. La increíble transfiguración de San Sebastián de pueblo a ciudad europea, sin perder su sello originario. La zona Ondarrabia-Irún, por su joya Roedores del mar le debe también algo al maestro de las letras vascas.

  • Gregorio Mújica y la Revista Euskalerriaren-Alde

San Sebastián, 1911. Director, Gregorio de Mújica, que ya colaboraba en Euskal Erria. Su inmensa actividad fue truncada al fallecer en 1931, a sus 49 años. Entre otros, utilizaba los pseudónimos G. de Biona y M. de Ajorabide. Además del noticiario sobre cultura vasca, escribe Narraciones amenas, Cosas del Pueblo, Cuentos populares, Euskalerria pintoresca. Colaboraban asimismo Serapio Múgica, Telesforo de Aranzadi, Carmelo Echegaray, J. Carlos Guerra, Fco. Gascue, M.ª Mercedes Alonso.

  • José de Arteche y Miguel Pelay

Arrasada nuestra vida cultural por la guerra del 36, estos escritores entrañablemente vascos inician otro nuevo renacer. Pocos pueblos como el vasco podrán presentar tantos "volver a empezar". Con Patxi Unzurrunzaga como editor -Icharopena-, Arteche comienza su serie de biografías con San Ignacio de Loyola (1941) y Elcano (1942). Su obra puramente literaria surge con Caminando, Portar bien, Mi viaje diario y La paz de mi lámpara (1946-1950). Contamos más de veinticinco obras y su labor periodística fue también intensa. De sus biografías, Vida de Jesús la de tema más difícil, Saint Cyran quizá la de más hondura psicológica. Miguel Pelay iniciaba su andadura literaria en Caracas, en el forzado exilio, aunque imprimiera Preludio sangriento en La Plata (1945), que obtendría el Euzkadi de Plata 1982, en reedición de Auñamendi. Después dos libros de ensayos, Retablo vasco y A la sombra del Aitzgorri, y dos novelas, La atracción del crepúsculo y El ritmo de la época. Hasta aquí su periplo americano y su pseudónimo Olarso. En 1962 otra obra de ensayos, La ruta de Baroja.

Incluido en Gipuzkoa, obra publicada por CAP, su Aportación guipuzcoana a la literatura castellana, desde el P. Larramendi hasta 1969. Una insuperable y apretada panorámica con dominio exacto del tema. Luego Diálogos del camino y Pórtico euskariano (1962-1966). A continuación vendrían algunas obras polémicas y las grandes novelas: Choperena el contrabandista, Las intuiciones de Sotero Bidarte, y la trilogía famosa Los Pelotaris en tres volúmenes. Sigue su obra Oteiza (1978). La mejor información de esta inmensa entrevista es ir leyéndola. Recomendamos, por su emotividad, la Quinta entrevista, la reacción de Oteiza en Buenos Aires ante el bombardeo de Guernica. Con ocho novelas y un total de veintiocho o treinta obras editadas, M. Pelay es actualmente el escritor guipuzcoano, en prosa, más prolífico. Como Arteche, ha colaborado en revistas y periódicos. Dice E. Amézaga:

"Pelay Orozco discurre limpiamente con su público. Y esto es, a mi modo de ver, uno de los mayores encantos. A Pelay no hay que leerlo dos veces. Se le entiende a la primera".

  • Antonio María Labayen, Francisco Labayen, Fausto Arocena

El primero ya había publicado en 1947 Escenas papeleras. Auñamendi edita (1965) su obra Teatro Euskaro, en dos tomos. Colabora en las revistas de su época hasta en el BIAEV de Buenos Aires. El segundo, que ya había colaborado en Vida Vasca, publica Diccionario guipuzcoano (1974) y Estampas euskaras (1975). Fausto Arocena (1960) ve impreso su Garibay y Diccionario biográfico vasco. Gipuzkoa, en Auñamendi. Ejercita crítica literaria en BSVAP (1960-1967).

  • Luis Martín Santos

Aunque nacido en Larache, es un escritor donostiarra, como tantos que aparecen en este panorama de escritores. Integrante de la Academia Errante, su última cita fue en la Venta de Mandubia. Recuerdo que se colocó entre mi hermano Bernardo y el que escribe. Fue una animada conversación sobre la joven Universidad de Navarra. Su obra Tiempo de silencio (1949), intenta una renovación estilística. Ya póstumas Tiempo de destrucción, Apólogos y otras. Su vida había transcurrido prácticamente en San Sebastián. Falleció a los cuarenta años, en accidente ocurrido en Ariño, Alava.

  • Gabriel Celaya

Surge en 1946 con Tentativas, prosa, intento de resolver sus experiencias personales. En octubre del mismo año funda en Donostia, con Amparo Gastón, la colección de poesía Norte, que pretende ser un puente hacia los poetas olvidados del 27 y hacia la poesía europea aislada por la guerra. Anotamos sesenta y siete obras, de ellas unas cuarenta y ocho son poéticas, Marea del silencio, Movimientos elementales, Lo demás es silencio, Los espejos transparentes, Lírica de cámara son algunas muestras. En 1968 Auñamendi reeditaba con el título de Canto en lo mio, sus Rapsodia euskara y Baladas y decires vascos.

  • Jorge de Oteiza

En 1954 salta, fulgurante, a la palestra con su Androcanto y sigo que empieza a deslumbramos con el descubrimiento de un estilo vasco, del estilo vasco. Poesía que ilusionó a tantos poetas, como al zaragozano José Antonio Labordeta al exclamar: "Aquí en esta ciudad de cierzo y de esperanza, tiene desde hoy (a Oteiza) su gran estancia humana. Mi casa es la suya". En 1963 Auñamendi publica su Quousque tandem...! Ensayo de interpretación del alma vasca. Obra clara y luminosa que algunos no "entienden".

  • Martín Ugalde, Antonio Valverde -Ayalde-

Ugalde obtiene varios premios en Caracas y aparecen publicados (1957-58) sus cuentos en Un real sueño sobre un andamio, La semilla vieja y Cuentos de emigrantes. Una novela en San Juan de Luz, Las brujas de Sorjin. Hablando con los vascos y Hablando con Chillida (1974-1975). Aumenta su nómina con algún volumen de Historia vasca. Valverde colaboró en la prensa donostiarra y en El Bidasoa. Con fondo de chistu, publica Auñamendi en 1962.

  • Pilar de Cuadra, Cecilia García de Guilarte, Maritxu Erlanz y Karmele Saint-Martin

La primera es hondarribitarra, destaca en prosa y poesía: Encrucijada, Los demás hombres, Perfil y pulso de Gipuzkoa, Yusuf el niño judío. G. de Guilarte es tolosarra, cultiva cuento, teatro, biografía y relato largo y corto: Rosa del rosal cortada, La soledad y sus ríos, Juana de Asbaje, La monja almirante. Saint-Martin tiene cerca de 20 obras publicadas en estilo narrativo rápido y jocundo: Nosotras las brujas vascas, Las seroras vascas, Señoras de piso.

  • Varios
  • Luis de Eleizalde, Landibar, novela.
  • Fco. Gascue escribió de temas musicales.
  • Javier Bello Portu, Felipe Gorriti en París.
  • M. M ª Apalategui (P. B. de Ataun), Las mujeres en la literatura vasca, BIAEV.
  • Justo Gárate, Cultura biológica y arte de traducir.
  • Federico de Zabala, Caminos bajo la lluvia, novela;
  • J. Thalamás, biografía de Isidoro de Fagoaga;
  • José Berruezo, S. S. itinerario pintoresco a través de la historia;
  • J. M.ª de Arozamena, Donostia capital de San Sebastián;
  • D. de Azcue, Mi pueblo ayer;
  • J. Ignacio Lasa, Tejiendo historia;
  • Julio Eyara, serie de cuentos;
  • J. M.ª Bellido, obras teatrales;
  • F. Bandrés, El regreso, novela;
  • Fco. Sagarzazu, Para no sé quién, novela;
  • M. Oñatibia, El matrimonio es así;
  • L Zumalde, cultiva la historia local;
  • Kepa Kaizar (J. L. Lapitz), Rincones de Euzkadi;
  • Gilaberte, Gasca, Torres Murillo, González Carredano, J. M.ª Busca Isusi.

Entre 1913 y 1937 existe un grupo de una sola novela editada. Citamos a:

  • Gabriel M.ª Laffitte, La Venus del Antiguo;
  • G. M. Uría, Bajo el Izarraitz;
  • A. Arabolaza, El boticario de Ibarrola;
  • José Díaz Alberdi, Kathalin la virgen viuda.

Alguna de estas novelas se publicó en La novela vasca (17 núms.), 1935-36.

  • M. Sáenz Alonso, Dos hombres;
  • Martina Lasa, Coplas Roncalesas.

Poetas como Elena Santiago, M. Luisa Zulaica, B. Galparsoro y Ana de Sagrera. Madre Arrázola, sobre arte. Como escritora impar, por el tema, Maritxu Guler (M. Erlanz), Tarot Esotérico y Tarot Mítico Vasco.

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  • Revista Internacional de Estudios Vascos

Fundada por Julio de Urquijo en París, se traslada a San Juan de Luz y en 1914 a Donostia. Su época guipuzcoana abarca de 1914 a 1936. En ella confluían los intelectuales vascófilos, principalmente del ámbito europeo. Así G. Herelle nos acerca a las Pastorales y Mascaradas de Euskalerria Norte. El infatigable Ramón de Berraondo -M. de Anguiozar-, traduce las impresiones sobre el País Vasco de viajeros como S. Croker y S. Barker; A. Chaho, Ch. Davillier, E. Garay de Monglave, V. A. Huber, E. Jouy, Louis Lhande y otros.

  • Colección Zabalkundea San Sebastián, 1934-1936

Director: B. Estornés Lasa. Autores guipuzcoanos: J. M. de Barandiarán, El hombre primitivo en el País Vasco; J. Thalamás Labandibar, Aspectos de la vida profesional vasca; C. de Erauso, Historia de la monja alférez; José de Ariztimuño, Aitzol, La democracia en Euzkadi, y Manuel Lecuona, Literatura oral euskérica.

  • Literatura de guerra

Ya en Literatura vascongada mencionamos una novela de Goizueta, de la guerra de Independencia. Respecto a la del 36, señalamos Siete meses y siete días en la España de Franco, de Iñaki de Azpiazu. Ya hemos mencionado también la de M. Pelay del año 1942. El abrazo de los muertos, de José de Arteche, no aparecería hasta 1970. Tres autores, Joseba Elósegui, J. Estornés e Iñaki Barriola, aumentan esta aportación: Quiero morir por algo, Un gudari navarro y 19 condenados a muerte, respectivamente.

  • Exodo masivo de intelectuales vascos de América

Es beneficioso para las colonias vascas existentes. En Buenos Aires (1942) I. López Mendizábal y A. M.ª de Irujo fundan Ekin y el Boletín Americano de E. V. Isidoro de Fagoaga mantiene por algún tiempo la revista Gernika. En Chile surgen las revistas Batasuna y Euzkadi, la primera fundada por B. Estornés y la segunda por Ciriano, Zarranz y la Delegación Vasca, no olvidando a la revista Euzkadi de Caracas. Rara es la República americana donde los vascos no publiquen su Euzko Deya, a imagen del de París. La colaboración guipuzcoana es notable.

  • El Premio Nadal

Este renacer tras la desolación se ve compensado con el Nadal (1962) de José M.ª Mendiola, por su novela Muerte por fusilamiento. Y Raúl Guerra, que ya tenía su novela Cacereño, nos lo trae (1976) con Lectura insólita de El Capital. De tema amplio y profundo, la industrialización del País Vasco, en apretadas síntesis, a través de la biografía de un industrial secuestrado y personas del múltiple entorno social.

  • Revistas Kurpil y Kantil

La segunda, continuación de la primera. En 1973, bajo la dirección de Santiago Aizarna. Colaboran A. García Ronda, T. Arocena, González Aranguren y Gaztelu. Siguen Raúl Guerra, M. Azpiazu, J. Usabiaga, E. Seminario, Carlos Aurteneche. Ya se conocían Largo regreso a Itaca y La vida nos sujeta de J. G. Aranguren, Vivir con Proserpina aparecería en 1974. Aurteneche publicaba La luna se ha roto en dos y El punto y la raya, cuentos. En 1978, Caja de silencio, y ganaba el Ciudad de San Sebastián.

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La aportación de Gipuzkoa a la filosofía puede ser notable por dos conceptos, por la magnitud de sus filósofos y por reflejar, en cierto modo, aspectos muy destacados del genio vasco. Y es sabido que los hombres destacados en cualquier actividad humana o se incorporan y laboran en empresas ajenas al país o imprimen a aquéllas los rasgos esenciales de su etnicidad. Al pensar sobre la aportación vasca al pensamiento humano universal, J. A. Artamendi se fija en cuatro pensadores: Francisco de Vitoria y su aportación al Derecho internacional, Iñigo de Loyola como teórico de la acción, Miguel de Unamuno como propugnador de una filosofía de la persona y Xabier Zubiri como filósofo de la realidad. Dos de ellos, Loyola y Zubiri, son guipuzcoanos.

En el presente bosquejo sobre pensadores guipuzcoanos habremos de añadir, sin embargo, a otros dos que estimamos de reconocido relieve. A Domingo Bañez, "el Mondragonense", creador de escuela propia, el Bañecianismo (siglo XVI); a Juan Zaragüeta, contemporáneo nuestro y recientemente fallecido; a Paulino Garagorri, donostiarra, pilar de la "Revista de Occidente", autor de Ejercicios intelectuales y una serie de trabajos sobre Ortega, Zubiri, Unamuno, etc.; al irundarra Castor Narvarte, que, además de obras de filosofía, ha escrito las novelas Los ojos del gavilán y La Hoz, y al moderno donostiarra Fernando Savater, autor de La infancia recuperada, La tarea del héroe, novelas como Caronte aguarda, Diario de Job, teatro en Juliano en Eleusis, etc.

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Rafael Picabea, "Alzibar". Propietario y director de El Pueblo Vasco de Donostia, sentaba cátedra con sus artículos dominicales. Engracio de Aranzadi "Kizkitza", colaborador intenso en Euzkadi de Bilbao, autor además de obras importantes como La casa solar vasca. Víctor Ruiz Añibarro, con su Tragedia mínima, sección diaria. Felipe de Urcola, brazo derecho de Picabea. José de Ariztimuño, "Aitzol", editorialista esclarecido de El Día. Notable defensor del euskera, publica, 1931, La muerte del euskera o los profetas de mal agüero. Una refutación documentada a los conceptos vertidos por Unamuno en las Cortes Constituyentes, Pío Baroja en Barcelona y Ricardo Baroja en Irun, septiembre de 1931. Gregorio de Mújica, en Euzkadi de Bilbao, publica doce artículos dedicados a la presentación del espectáculo Saski Naski. En el mismo diario aparecieron sus semblanzas de los grandes de la cultura vasca, que editó Auñamendi con el título de Los titanes de la cultura vasca. Xabier Tolaretxipi hace la critica de obras teatrales y películas. José M.ª Benegas, "Beneche", sobre temas sociales. P. Mourlane Michelena, del grupo bidasotarra, aparece en Hermes de Bilbao desde 1917. Y dirige en la misma ciudad La Noche y la revista La Semana. Y los que podríamos llamar cronistas del Bidasoa, Viglione, Seisdedos, Luis de Uranzu que concretaría sus saberes en Lo que el río vio y Un pueblo en la frontera. Javier de Aramburu rompe su querencia nativa y nos da su periplo por la ruta del bacalao con su Terranova.

Y luego sus crónicas viajeras en Deia, Caminar y conocer. Ya antes había colaborado en El Bidasoa con el tema Escritores guipuzcoanos. Leonardo Urteaga escribe Guía sentimental del Bidasoa. La publicación que alienta esta producción es El Bidasoa, que pervive en Irun largos años. Su gran director fue Emilio Navas, 1946-62. En su vejez empezó a publicar su obra Irun en el siglo XX. Picabea confiesa haber empezado en ese semanario. Baroja, 1914, empezó allí una Pequeña historia de Vera. Manuel Lecuona aportó Del Oyarzun antiguo. Ayalde tampoco faltó a la cita. Otro periodista importante, oyarzuarra, es Santiago Aizarna, crítico literario, articulista en la prensa donostiarra y autor de Cuento con hombre, Humano animal, Poemas y otras. Ignacio Tellechea Idígoras, autor además de la gran biografía Carranza, presidente del Grupo Camino, colaborador del Bol. de Amigos del Pais. Los hermanos J. J. y J. M.ª Peña, del D. Vasco, la activa Mayor Lizarbe, José Acosta Montoro, director actual de Kirolak, autor también de Cinco escritores periodistas. Luis P. Peña Santiago que anima desde hace años las pp. dominicales de D. V., creando literatura de montaña que se va traduciendo en libros. Miguel Vidaurre, José M.ª Donosty, cronista de la ciudad, I. Linazasoro, J. L. Zubisurre, J. Estornés, J. J. Azurza.

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El donostiarra Antonio Peña y Goñi parece ser el precursor del humorismo guipuzcoano en castellano. Su primer artículo en El Imparcial de Madrid (1869). Su obra De buen humor (1892) recopila sus artículos en 408 pp. La pelota y los pelotaris (1892) también en Madrid.-Alvaro de Laiglesia González, donostiarra. Su vasta producción saltó las fronteras, difundiéndose en varios países. Falleció en Manchester (1981), cuando llevaba publicadas cuarenta novelas. Durante 33 años fue director de La Codorniz, revista humorística madrileña. Su primera novela fue Un náufrago en la sopa y la última Morir con las botas puestas.-José M.ª González Castrillo. Escritor y dibujante, conocido como Chumy Chumez. Colabora en revistas de humor.-Victoriano Juaristi.

Conocemos su novela donostiarra Costa de Plata (1928).-Víctor Ruiz Añibarro. Este pasaitarra colaboró en los diarios bilbaínos La Tarde, Excelsior y Euzkadi, destacando la sección humorística del último La tragedia mínima, sección diaria. Auñamendi publicó sus obras Vascorama y Mujeres en Berrigorría. Emigrado a la Argentina (1938), publicó El pueblo que baila en los Pirineos y Vascos, si, si!-M. Ciriquiain Gaiztarro, novela, El pobre multimillonario; Iñaki Linazasoro, El alma ríe, que edita Auñamendi; Karmele San Martín, prolífica escritora que entra por derecho propio en esta sección: ¡Ene! D.ª Benigna, Nosotras las brujas vascas y otras.

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Ciaboga (1924-1955), revista náutica donostiarra. Pyrenaica (1926), Tolosa. Surge al fundar A. Bandrés la Federación Vasco-Navarra de Alpinismo. Con ella empieza a desarrollarse la literatura de montaña. Pronto aparece Montañas de Guipúzcoa de L. Peña Basurto. Su hijo, L. Pedro Peña Santiago, cultiva esta modalidad en el D. Vasco. Y aparecen obras como Guipúzcoa olvidada (1968) y Guipúzcoa paso a paso (1969) y algunas más. Esta literatura se forja además en la prensa diaria y en las revistas. Kirolak se funda en 1972, después de una reunión consultiva en Auñamendi, con la asistencia de José Acosta, que sería el director; José M.ª Ferrer, gerente, y J. Etxaniz. Colaboran desde el primer número M. Vidaurre, J. M.ª Mendiola, A Mallo, J. Ormaetxea, M.ª Francisca Fdz. Vallés, J. L. Minondo, R. Pastor, F. Ezquiaga. En la prensa cotidiana los Erostarbe, Luis de Andia, Basarri, Javier Peña, José Sein y algunos más. La obra culminante de esta literatura es Juegos y Deportes Vascos, un monumental tomo de la Enciclopedia Auñamendi.

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