Filólogos

Mitxelena Elissalt, Koldo

Lingüista guipuzcoano nacido en Rentería el 20 de agosto de 1915. Fallece el 11 de octubre de 1987 a los 72 años.

De orígenes humildes (el padre era cestero, guipuzcoano, la madre hija de un tejedor de San Juan de Luz), acudió tarde a la escuela debido a una enfermedad del tobillo que le obligó a guardar cama durante bastante tiempo. Hizo el bachillerato elemental en el Instituto de San Sebastián y el superior tuvo que realizarlo trabajando en una oficina debido a la hemiplegia de su padre y las dificultades económicas subsiguientes.

Su alfabetización en euskara se inició con la lectura de Zeruko Argia cuando estuvo postrado y sus primeros conocimientos de la literatura vernácula se debieron a Martín Lecuona, coadjutor de Rentería. De familia "vagamente carlista", su padre y su madre pertenecieron al primer nacionalismo renteriarra.

A los 15 años (1930) pasa a trabajar en una fábrica, epor razones de eficacia aunque simpatizara con ANV, se afilia al PNV y a ELA. Con 20 años, al acaecer la sublevación militar, se alista en las Milicias vascas. Su entrada en fuego fue en el monte Andatza (Urnieta, Gipuzkoa) el 15 de setiembre de 1936. Desde ese momento su vida no va a tener descanso. Hizo toda la campaña vasca y contempló, enfermo, la lucha en Artxanda, prólogo de la caída de Bilbao. Teniente, fue hecho prisionero en Santoña y recluido en el Dueso (agosto de 1937) donde se le entabló un Consejo de Guerra siendo condenado a muerte. De allí pasó a Larrinaga (Bilbao) y, en julio de 1938, a Burgos, a una cárcel de exterminio. En setiembre le fue conmutada la pena de muerte por 30 años de reclusión.

En 1941 fue juzgado por segunda vez consiguiendo, el 13 de enero de 1943, alcanzar la libertad, con 27 años. Vuelve a Rentería y consigue, tras una larga búsqueda de trabajo, ir a Madrid como contable del empresario José Uranga (Maderas Decorativas). Cuando se disponía a simultanear su nuevo trabajo con el estudio de Clásicas en la Universidad fue emplazado por Joseba Rezola para participar en la Resistencia del Gobierno Vasco, en un momento especialmente delicado de la coyuntura internacional en la que la oposición a Franco identifica triunfo de los aliados con caída del Régimen franquista. Detenido Rezola, la responsabilidad del grupo de Madrid recae sobre él. Trabaja con Sabin Barrena, Pello Mari Irujo, Matilde Martínez de Ilárduya (con la que luego casará) y algunos otros, hasta que cae, en abril de 1946, en una redada.

A los 16 meses de estancia en la cárcel de Alcalá es juzgado recibiendo, sorpresivamente, una pena de sólo dos años. Durante los mismos recorre las cárceles de Ocaña, Yeserías, Talavera, etc. y comienza, merced a Matilde, el estudio de los comunes de Filosofía y Letras. Hay que decir que, también durante estos años, su salario fue escrupulosamente pagado por la Compañía Auxiliar de la Edificación dirigida por el roncalés Florián Eguinoa. En libertad, casa con Matilde el 2 de julio de 1949 y concluye Clásicas en 1951. Debido a sus abultados "antecedentes penales" buscar un trabajo profesional resulta imposible. Juan de Ajuriaguerra, que vive en la clandestinidad en San Sebastián, le trae como secretario, con lo que vuelve a Rentería, participando activamente en la célebre huelga de 1951. Pero Ajuriaguerra se marcha y debe buscar trabajo. Merced a la ayuda de Agud y otros guipuzcoanos dio clase en el Círculo Cultural de San Sebastián, sociedad bien vista por el Régimen.

El ambiente cultural comienza tímidamente a moverse y es nombrado miembro de la renaciente Euskaltzaindia-Academia de la Lengua Vasca así como director técnico del Seminario de Filología Vasca "Julio de Urquijo" (1954). Participa en el Consejo de la revista Egan que comienza con cautela a publicar literatura en lengua vasca. Dio clases -primero de latín y griego y luego de todo- en una Academia de Irun. En 1959, malviviendo, obtiene con brillantez el Doctorado con su tesis Fonética histórica vasca. Da clases también en el Instituto de San Sebastián y, de latín y griego, en los EUTG.

A partir de estos años su relación con Antonio Tovar va a ser decisiva. Tovar, ex falangista, junto con José Vallejo y otros profesores de la Universidad de Salamanca, admirados por su valía y conocimientos, tratan de apoyarle por todos los medios creando la Cátedra "Manuel de Larramendi" para que Mitxelena pueda impartir allí sus clases aunque sea de manera esporádica. Consigue por fin burlar los "penales" mediante el procedimiento de solicitarlos dos veces en una semana (la segunda vez "cuela" ya que la ficha está sacada por el funcionario de turno) y en 1967 obtiene por fin la cátedra de instituto por oposiciones. En consonancia con ello, Tovar y sus protectores solicitan la creación de una Cátedra de Lingüística Indoeuropea cuya titularidad obtiene Mitxelena tras ganar las consiguientes oposiciones (1968). "Habían acabado así catorce años de provisionalidad" comenta.

Ese mismo año Euskaltzaindia le encomienda la ardua tarea de unificar el euskera, cosa que va a dedicar, no sin enfrentamientos y controversias, inextricables aun hoy en día, a sentar las bases de tal unidad literaria de la lengua vasca. Su criterio va a ser el de las "razones biológicas": el euskara batua se edificará sobre los dialectos guipuzcoano, navarro y labortano:

"En Aránzazu (se refiere al Congreso de Aránzazu de 1968) me limité a tomar una dirección que, en la realidad, ya estaba marcada: los guipuzcoanos estábamos en el centro, y el problema era ir hacia Oriente u Occidente; la inclinación del guipuzcoano es la de Oriente y coincidía con la adoptada en las reuniones de Bayona. Simplemente la acepté. Cuando alguna vez me he referido a las famosas "razones biológicas", hablaba de esto. El grupo de escritores y hombres del mundo cultural más activo, que era el formado por la gente de la nueva generación, se inclinaba por esta solución, y yo me limité a seguirla. Si Bilbao fuera euskaldún no existiría problema alguno; hubiera adoptado el euskera de Bilbao sin vacilación alguna. Es el mismo tipo de argumento que el de "catalán de Barcelona". Sin embargo, el dialecto vizcaíno es marginal, igual que lo es el suletino; además, el guipuzcoano, y pese a que alguno no lo quiera reconocer, está más cerca del labortano y de hablas navarras que el vizcaíno. Es un hecho, que se puede demostrar en la vida diaria, que los vizcaínos aceptan más fácilmente las formas guipuzcoanas que nosotros las vizcaínas; esto puede ser debido a dos razones: a que los guipuzcoanos seamos más intransigentes en cuestión de euskera, o bien a la misma razón por la cual el emigrante no aprende euskera; porque no le hace ninguna falta. Yo comprendo la reticencia vizcaína, en especial cuando procede de vizcaínos euskaldunes; respeto la opinión de los erdeldunes sobre el euskera, pero, como diría el viejo profesor, no me parece "de calidad". Sin embargo, el recelo influyó decisivamente; el vizcaíno no se indigna porque históricamente la fuerza del euskera guipuzcoano le haya obligado a ser más "transigente", sino por otorgársele al euskera guipuzcoano, por principio, una consideración más alta que al vizcaíno. Los enfrentamientos en Aránzazu, por este motivo, fueron muy fuertes; se llegó a hablar de "imperialismo guipuzcoano". En aquel ambiente, si la solución propuesta hubiera sido pura y simplemente el guipuzcoano, hubiera sido rechazada. Lo adoptado coincidía con la dirección tomada en las reuniones de Bayona; por una y otra parte resultaba la misma solución. Como consecuencia de todo esto, se adoptó un tipo de lengua "mezcla" de guipuzcoano, navarro y labortano; para decirlo más exactamente la definiría así: guipuzcoano de Beterri, alto navarro y labortano."

Discutidas las tesis de Aránzazu, prevaleció la de Mitxelena que la Academia adoptó recomendando el uso literario del euskera según la nueva normativa.

Afincado en Salamanca -habiendo impartido clases en la Sorbona-, abandonó esta Universidad para pasar a impartir su docencia en la del País Vasco (1977). Fue a residir a Vitoria para trabajar en la cátedra de Filología (Lingüística indoeuropea y vasca) de la nueva Universidad. En 1982 fue nombrado vocal asesor del Euskara del Gobierno Vasco (Vitoria). Aunque tarde, el mundo científico y académico colmó de nombramientos a este hombre. Sin que la relación sea exhaustiva, ni mucho menos, Mitxelena recibió el premio Menéndez Pidal y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1984); el Premio Ossian de la Fundación F. V. S., de Hamburgo (1983); el doctorado "honoris causa" por Burdeos (1982) y la Autónoma de Barcelona (1984). Era miembro de número de la Academia de la Lengua Vasca, correspondiente de la Real Academia Española y miembro de la Société de Lingüistique de París. Al jubilarse se convirtió en el primer profesor emérito de la Universidad del País Vasco. En 1983 sus compañeros de prisión le hicieron Dr. Honoris Causa de la Universidad "Prisión de Burgos".