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ZUBEROA (PATRIMONIO MONUMENTAL)

IV - ESTELAS, LAUDAS E INSCRIPCIONES DOMÉSTICAS.

(De L. Colas "La T.B."). Zuberoa, en su conjunto, es mucho menos rica en discoidales, laudas ornamentadas y en inscripciones domésticas que Laburdi y sobre todo, que Baja Navarra. Algunos cementerios no guardan más que un número ínfimo de tumbas antiguas y aún así, son mucho más pequeñas y mucho menos trabajadas que en las otras dos provincias. Hay localidades en las que ya no se encuentra casi nada: en ocasiones algunos fragmentos sin importancia, encastrados en el pavimento, o empleados en la construcción de un muro, atestiguan que antaño fue conocida en este lugar la discoidal de los antepasados. Es el caso de Suhare, Mendy, Idaux, Menditte, Olhaïby o Garindein. Algunos pueblos, ocultos en el fondo de las montañas y cuyo aislamiento parecía garantizar la conservación de las antiguas costumbres (Larrau, Sainte-Engrâce, Lacarry), apenas han conservado tres o cuatro discoidales, por otra parte sin gran interés. Parece ser que en numerosas localidades suletinas este tipo de monumento funerario haya dejado de gustar desde hace mucho tiempo. No he encontrado ninguno datando del siglo XIX, salvo en Barcus, mientras que existen en Baja Navarra y en Laburdi. Sin duda, hay excepciones. Restoue, Mendibieu, Moncayolle, Cihigue, Larrebieu, son todavía ricas en viejas piedras. Ainharp es del todo comparable a los más interesantes cementerios de Baja Navarra, aunque hay que señalar que esta localidad se encuentra en la frontera navarra. En Soule, como en otros lugares, la secularización de los cementerios ha sido fatal para los viejos monumentos. Lo he podido constatar en Viodos y en Chéraute. La fachada de las casas está igualmente decorada de forma infinitamente más sobria. Ya no se encuentran más esos magníficos dinteles historiados, esas copiosas inscripciones que ofrecen Laburdi y Baja Navarra. ¿Cuáles pueden ser las causas de semejante penuria? Es imposible admitir que el suletino esté menos dotado que sus hermanos de Laburdi y Baja Navarra. Se observará que el mejor periodo de la discoidal parece ser, para ambas provincias, el que se extiende de los primeros años del siglo XVII a la segunda mitad del XVIII. El embellecimiento de la tumba ancestral ha contribuido probablemente a prolongar el culto de las poblaciones laburdinas y navarras por una forma tradicional vieja ya de al menos veinte siglos. Parece que esta renovación artística haya faltado en Soule. Lo mismo que en las provincias vecinas se encuentran aún, en algún rincón olvidado de un viejo cementerio, discoidales de visible antigüedad. Debo señalar que es en la Soule -y exclusivamente en Soule- donde he encontrado esas enigmáticas estelas en relieve (Abense-de-Haut, Sunhar, Licq) que visiblemente remontan a muy lejos y que son, quizás, conmemorativas de acontecimientos locales de los que el lapidario se ha esforzado en transmitir el recuerdo. Hoy en día los detalles son bien poco apreciables pero el campeado, muy marcado, permite aún reconocer los principales motivos. Si he encontrado en Baja Navarra (Saint-Martin-de-Lantabat, Ibarre) esculturas a las que se les puede atribuir igualmente una función mnemotécnica, están, desde el punto de vista del dibujo y la ejecución, en la tradición lineal, mientras que las estelas suletinas a las que hago alusión constituyen una curiosa tentativa de bulto redondo. Aparte de en Ainharp, buscaríamos en vano, en los cementerios suletinos, la rica decoración que se despliega en los anchos discos de Baja Navarra. Creo que esta última provincia debió sentir las estrechas relaciones con España, aunque volvió a ser completamente francesa en el siglo XVII. La influencia castellana debió de mantenerse mucho tiempo como lo atestiguan las inscripciones en español que se encuentran todavía en las tumbas y en las casas; algunos registros parroquiales, que datan de los primeros años del siglo XVII, están en castellano. Laburdi, gracias a sus puertos, gracias sobre todo a sus relaciones constantes con Bayonne, estaba más abierta a las influencias extranjeras. Soule, por el contrario, con sus valles estrechos, sus montañas más altas, sus bosques más frondosos (es, aún hoy en día, la más arbolada de las provincias vascas continentales), debió resistirlas más tiempo. Países como el Val Dextre, la región de Larrau, la Dégairie de la Petite Arbaille, debieron, alejados del mundo, estar sustraídos a influencias diversas. Este aislamiento más completo de Soule explica quizás porque un extraño eco de la Edad Media se ha conservado en el teatro de las Pastorales, tan ampliamente estudiado por Georges Hérelle. La pobreza de la decoración funeraria o doméstica se explicaría por una razón del mismo género. Los suletinos conocieron, al igual que sus hermanos de raza, la antigua discoidal antropomorfa. Pero quedaron más cerca del estadio primitivo. No adoptaron algunas tradiciones epigráficas. No reprodujeron en sus discoidales esas decoraciones complejas que abundan en la provincia vecina. Se encuentra mucho menos entre ellos estos instrumentos, esos útiles diversos que recuerdan a los vivos la profesión del difunto. Parece que los suletinos han sido menos accesibles a conceptos o ejemplos traducibles en una ornamentación más rica, una decoración más variada, una gramática decorativa renovada. Sean las que sean las razones sugeridas para explicar esta relativa penuria, el hecho es que existe. Soule es, de las tres provincias vascas, aquella cuya arqueología funeraria ofrece menor riqueza. Viene en tercer lugar, bastante distanciada de Laburdi, más lejos aún de Baja Navarra.