III - LAS CASAS.
La arquitectura rural suletina ha experimentado netamente las influencias bearnesas. La casa suletina, diferente de la de otras regiones del país, es concentrada, achaparrada, con aberturas pequeñas para resistir a las intemperies y a un clima más rudo. Construida con grandes piedras del mismo color que las vecinas rocas, a veces con los cantos del río próximo, está cubierta de un techo de pizarra o de tablillas de haya o de castaño, de gran pendiente. A veces, el costado expuesto al sol está provisto de una galería de madera cubierta de un techo, en la prolongación del de la casa. La casa suletina no es de un solo volumen. Las construcciones que sirven para alojar al ganado y para guardar las cosechas están situadas en escuadra en relación con la casa habitacional y forman uno de los costados de la cuadra. Cada una de las construcciones tiene su tejado, incluso cuando están ligadas, como es frecuente, unas con otras. En Mauléon se puede advertir últimamente una revolución cromática (Bidart, 1994) debida a la adopción de rojos, verdes y grises para el maderamen, rosa, amarillo o gris para las fachadas, todo ello enmarcado en un plan de mejora del hábitat dirigido conjuntamente por el Consejo de Arquitectura, de Urbanismo y del Medio Ambiente.