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EUSKARA OBJETIVO (LENGUAJE: HIZKUNTZA)

3/ FACULTAD TRANSMISORA.
Aprendizaje.Hay tendencia a hablar en euskara a los niños aun en el caso en que predomine en la familia el uso del erdara, castellano o francés. Se exterioriza algo así como un instinto de conservación que conscientemente repercute después en la fundación de ikastolas, publicación de métodos de aprendizaje y emisiones radiadas euskéricas. El aprendizaje por adquisición era corriente en el siglo pasado en que el ambiente euskérico era denso y el monolingüismo muy frecuente. Aún hoy en día se dan estos casos con inmigrantes que viven en medios muy euskaldunes. Pero lo usual es que el castellano-hablante no aprenda, y, además, desaloje al euskara allí donde penetra. Los métodos de aprendizaje del euskara se han venido publicando regularmente desde el siglo pasado, pero es de observar que les precedieron los destinados . a aprender el castellano y el francés. Puede citarse como uno de los primeros "Guide o Manuel de la conversation et du style epistolaire Francais- Basque", bilingüe desde el título, "Guidaria edo Escu Liburua Francesez eta Escuaraz mintzatzen eta letra eguiten ikhasteco", por J-P-D. (J. B. Dartayet), Bayonne, 1861, verdadero precursor del "Manual de Conversación del euskara vizcaíno" de Azkue (Bilbao, 1897) y del "Manual de Conversación Castellano-Euskara..:' de López Mendizábal (Tolosa, 1908). Las escuelas estatales españolas y francesas, han sido, en realidad, más un medio de enseñanza del castellano y del francés a los niños vascos, que una institución de enseñanza primaria. Esta adulteración de los fines escolares con fines políticos ha conducido a la situación actual de la lengua. La moderna ikastola, costeada por los padres y entidades privadas, se enfrenta a la vieja escuela en un intento de salvamento del idioma y de la cultura propia. Los programas de radio, en parte dedicados a la enseñanza del idioma, contribuyen a la fijación y al cultivo del habla como un medio complementario.

Aprendizaje de la fonación. Dejando a un lado las características raciales de índole anatómica y fisiológica que pudieran influir en la pronunciación, sí que cabe observar cómo el niño pone en juego por primera vez esos recursos para emitir los sonidos del idioma. El niño sufre un aprendizaje, largo y costoso. Se le habla al niño. Es la primera interacción lingüística. Solamente hablar y oír intervienen en este primer momento de la transmisión. Al cabo del tiempo las primeras reacciones con sentido de respuesta, mímicas u orales, que el niño logra dar a conocer, anuncian la iniciación del diálogo. Hasta ahí, el monólogo absoluto. En euskara las palabras se achican, se palatalizan varias consonantes precedidas de i y aun sin ella, y se adoptan tonos y actitudes para el caso. El oír del niño y el hablar del adulto o de los otros niños, que de rechazo, vuelven a imitar al que se inicia, son las dos actividades esenciales. De oír y hablar, se pasa a escuchar y hablar, interviniendo más la atención, iniciando el niño nuevos ensayos, toli por el etorri que oye; aapatu, por arrapatu, dakat (tengo) por todas las formas de tener. El afinamiento se hace tardío. Simultáneamente hay palabras que se saben y no se dicen. Le digo a uno de estos niños: Nun dago klabeliña? -emen, responde = ¿Dónde está el clavel? -Aquí. Luego, añado: Esan zazu klabeliña (di clavel), y responde sonriéndose de vergüenza: -Ezin (imposible). El niño vasco cuando adquiere en forma natural el idioma lo hace en el seno de la familia y ahora en algunas guarderías infantiles.

Este aprendizaje natural lleva consigo todo el lenguaje desde el aprender a pronunciar hasta el hablar por etapas progresivas. En el vocabulario pueril vasco se observa la escasez de palabras iniciadas por e, la abundancia de a, y, sobre todo, de los sonidos mojados ll, ti, dd, ñ, x, vivos en labios y oídos de madres y niños. Al año y medio un niño euskaldun dice alrededor de cincuenta palabras, verdaderos esbozos de las que oye, como estas: uguga por sudurra, bibi por begi, apa por aupa, uthi por utzi, ebiya por euria, aparte de las propiamente pueriles como koko por arraultz, kiska por ortz.

Aprendizaje de la ideación. Cada palabra que el niño aprende supone un concepto que asimila, pero a su modo. De la misma forma que la pronunciación de la palabra no coincide con la correcta del adulto, en el campo de las ideas sucede lo mismo. El niño sabe lo que es pan y sabe su nombre y así muchas otras cosas y palabras, pero otros conceptos no le son tan claros. Aita, "padre", puede ser para él cualquier hombre, y ama "madre", cualquiera mujer. Una cosa nueva que ve, una nueva fruta que come, un nuevo juguete que se le da, necesitan, sin demora, sus nombres respectivos. Y si no los conoce, los inventa. El niño pregunta constantemente. Se inicia en la adquisición de ideas, y en la afinación de conceptos. La palabra concreta, común, específica, genérica o abstracta requieren su edad, su momento. Pensamiento y lenguaje crecen paralelos interfiriéndose mutuamente. El mayorcito se relaciona con gentes y niños de la calle ampliando su mente y su vocabulario mientras juega, pelea, ve, oye y escucha. A cierta edad asiste al catecismo, único lugar donde, durante siglos, ha tenido estado oficial el idioma. El lenguaje del sacerdote, por mucho que se esfuerce en hablar a nivel de niños, es ya culto y multicolor. Todas estas vicisitudes ayudan a que el proceso de ideación siga su curso progresivo, pero irrumpe, intrusa, la escuela pública, introduciendo un idioma desconocido que priva al niño de una instrucción extra. El niño, a veces, habla solo, pero se convierte siempre en un gran preguntón.

El idioma, a su vez, que es tradición, hace partícipe al nuevo hablante del caudal de palabras, modismos, refranes, cantos y otros legados orales con carga emotiva, moral o simplemente informativa. Una mentalidad emerge desde las raíces mismas del idioma con sus actitudes ante la vida, sus ideas peculiarmente concebidas y su carga afectiva.

Aprendizaje de la animación. Nuestra tierra es un país donde se ha mimado al niño recién nacido por medio de la canción popular. El niño euskaldun aprende su lengua, a decir y a exteriorizar su contento mientras oye que le cantan. El capítulo de canciones cuneras es uno de los más ricos de nuestro cancionero. Es clásica esa bella canción laburdina en la que se entreverán las nieblas del mar y los cariños indefinibles de quien la canta:

Itxasoan, laño dago /Bayona-ko barraraiñolnik zu zaitut/maiteago/txoriak bere umeak baiño. "La neblina se extiende por el mar/hasta la barra de Bayona/te quiero a ti más que el pajarillo a su cría." Y la estrofa siguiente cambia la imagen para evocar otra: arraitxoa, ura baiño/"más que el pececito, al agua".

El niño se hace euskaldun en ese ambiente adormecedor de las canciones. La lengua se inicia en el niño oyendo cantar, antes, mucho antes, de que suelte su primer anju. Todavía pequeñito, la literatura popular infantil llega al niño que se inicia en la lengua bajo forma de juego. Uno de ellos es el pie del padre, de la madre o de cualquier familiar en el que cabalga mientras le recitan, mediante una monótona retaila, el: tro, tro. trolarre, arre mandeko/biar, Zangotzarako/eta etz i, Iruñaraka.

"tro, tro, tro, arre, arre, machito/mañana, hasta Sangüesa/pasado mañana, para Pamplona."

El niño aprende a animar las palabras exteriorizando su contento, su miedo, sus emociones. El niño, además, tiene, casi siempre, fantasía para imaginar que el viaje es cierto, tan cierto como uno de esos cuentecitos cantados hechos a su medida.

El lenguaje infantil, del adulto hacia el niño, y el balbuceo de éste, lleva siempre carga afectiva cuyos resortes expresivos se asimilan viviéndolos, como ocurre con el diminutivo en -tto, -xo, -llo, etc. Cuando el niño juega y se divierte la carga anímica es más que la intelectual. Esa carga se irá diluyendo en el lenguaje hasta adoptar su manera peculiar de hablar pero dentro de un estilo común vasco.

¿Es difícil? Para el erdaldun, español o francés, debe de ser, desde luego, una lengua más difícil de aprender y hablar que otra lengua románica, pero quizá más fácil, en esos casos, que el chino, el japonés o cualquier otra muy exótica para nosotros. Desde luego, los niños la aprenden a la misma edad que se aprenden otras lenguas en otros países. Sin embargo, es posible que sea más fácil para un castellano hablante que para un francés a causa de la casi identidad vocálica y contextura de las palabras. Está bien claro que el francés y el gascón, incluso, desfiguran nuestros topónimos hasta hacerlos irreconocibles en tanto el castellano los deja casi idénticos.

La dificultad del aprendizaje para el adulto radica, en una buena parte, tanto en referencia al método que emplea como a la densidad euskérica del medio en que se desenvuelve.

Cultivo.No hace mucho, a mediados del siglo pasado, el analfabetismo estaba muy extendido en Euskalerria y en todo el mundo; pero aquí, cuando comienza a alfabetizarse la gente lo hace preponderantemente en castellano. Quiere esto decir, que el euskara se ha cultivado en un ambiente oral, primero, y escrito, después. Pero en el ambiente oral también hay cultivo, sobre todo a partir de la predicación euskérica y la enseñanza del catecismo, que fueron hechos capitales en siglos pasados. Esto presuponía el cultivo euskérico del propio predicador y del catequista.

Cuando se establece la escuela oficial en castellano, los niños aprenden este idioma, pero lo olvidan al salir de la misma por influjo de la calle que entonces era densamente euskaldun. En ese medio euskaldun, lingüístico, también hay élite con cultura oral y lenguaje más rico y ágil. Angel Irigaray, en un artículo de prensa, decía a este respecto: "¿Quién no recuerda, si no es muy joven, analfabetos de raciocinio clarividente y seguro, así como hombres de mucha lectura y que en punto ajuicio no pasaban de mastuerzos?". Eso mismo sucedía aún con el tipo de idioma hablado, vulgar, unos; claro y expresivo, otros. Todos hemos conocido excelentes contadores de cuentos y bertsolaris expertos pero el cultivo literario oral es muy rico y variado como puede comprobarse leyendo la excelente monografía sobre el tema, "Literatura oral vasca", de D. Manuel de Lecuona.

Pasando al cultivo escrito diremos que la primicia impresa es, como se sabe, del navarro Echepare (1545) y que la obra máxima antigua es el "Gvero", del navarro Axular (1643). Esta obra despertó en su tiempo el gusto de la lectura en euskara; promovió un buen número de escritores nuevos, y enseñó cómo hablar, en público, en lenguaje habitual pero correcto y expresivo, siempre dentro de la mentalidad euskaldun.

El cultivo del euskara ha seguido una historia llena de vicisitudes e incluso de persecuciones oficiales. Larramendi inicia, ya en el siglo XVIII, un buen diccionario que culmina, a principios del XX, con el monumental de Azkue. Pero es Arana Goiri el verdadero promotor de todo el movimiento cultural euskérico actual, que ha dado ya tantos poetas, novelistas y prosistas. Hoy se tocan ya todos los temas, se lleva al euskara a la enseñanza primaria y secundaria, se traducen toda clase de autores extranjeros, se confeccionan terminologías técnicas y se rotulan establecimientos con nombres euskéricos.