Sailkatu gabe

EUSKARA OBJETIVO (LENGUAJE: HIZKUNTZA)

Subjetividad. El elemento subjetivo en la interpretación dé lo que se dice tiene una importancia tan grande como en el sentido subjetivo que da el hablante a aquello que luego va a oír el otro. Juegan un papel decisivo los peculiares sentidos que damos a las palabra cada uno de nosotros en cualquier idioma que hablemos y que realmente les corresponde. Si a mí me dicen ekarri egur bat, "trae una leña", pues traeré, efectivamente una leña, pero no faltará quien traiga una "tabla" porque son frecuentes las personas que confunden "leña", "tabla" y "madera" en algunas variedades dialectales a pesar de que la lengua las distingue perfectamente, egur, "leña"; ol, "tabla", y zur, "madera". Pero estos equívocos, aunque se refieran al sujeto, significan deficiencia individual o dialectal pero no influencia personal. Esto que se refiere a un mal conocimiento y uso de la lengua se suma al matiz, al malentendido o a la mala interpretación de lo que se dice por prejuicios individuales. Aparece la idea reconcebida que juega su rol en lo que se oye y a lo que se asocia involuntariamente. Depende el concepto que tengamos de la persona que habla, "oyendo" lo que no dice, exagerando sus palabras, sacándolas de quicio. Porque el habla tiene lugar muchas veces con la intervención de seres pasionales, quisquillosos, susceptibles, suspicaces, en fin, toda esa gama de afecciones y anomalías. Y es curioso los nombres que el euskara da a esos modos de ser en cuanto al interpretar lo que oyen. Casi siempre acontecen estos malentendidos cuando falta la confianza, la simpatía o la credibilidad. El diálogo de las comedias de Alzaga, p. ej, podría ser un buen material para el estudio de este tipo de equívoco en el habla euskérica. El habla puede reflejar fielmente las cosas o verse afectada por impresiones y juicios de valor, distanciados de la noción objetiva de causalidad. Ahora, en vez de reposarse en la objetividad se lanzan hacia un "objetivo" dado. El fin es, pues, subjetivo. Decir au otza!, vale tanto como decir: "¡qué frío siento!" Objetivamente, se diría con toda concisión "hace frío". Y es que cuando se comenta siempre va adherido al comentario un factor de agrado, desagrado, conveniencia, inconveniencia, etc. Entonces se piensa y se dice, preñando la frase de subjetividad e interpretada también con subjetividad y, por tanto, de un modo diferente en un grado u otro. El que oye, interpreta tan objetivamente como el que habla expresivamente. Se entienden perfectamente aunque discrepen. Aplica cada uno sus juicios personales de valor.