Léxico

LIBRO

Aumento de lectores. Las transformaciones económicas y sociales derivadas de la revolución industrial, particularmente el descenso de los índices de analfabetismo en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del siglo XX, tuvieron una incidencia directísima en el desarrollo del libro. Cuando comienza el siglo XIX se calcula que aproximadamente sólo un 10 % de la población española sabía leer y escribir. Cuando termina el siglo, según el censo de 1900, la población analfabeta era de un 63,78 % del total (el 55 % de los hombres y el 76 % de las mujeres). En las décadas siguientes se agiliza el proceso de alfabetización. En 1910, el porcentaje de analfabetos había descendido al 59,35 %, y diez años más tarde era del 52,23 %. Por regiones, según establecía el censo de 1920, el País Vasco meridional -Vascongadas y Navarra- era la región con menor número de analfabetos, sólo el 33,99 % de la población. Por provincias, las cuatro provincias vascas estaban comprendidas entre las diez provincias del estado con menor índice de analfabetismo: Alava (2.° lugar; 27,43 % de analfabetos), Vizcaya (7.°; 32,71 %), Guipúzcoa (9.°; 34,97 %) y Navarra (10.°; 36,79 %). A pesar de que las condiciones para el desarrollo del libro y de la industria editorial eran bastante aceptables, este proceso no es tan importante como el que tenía lugar en otros países, particularmente Francia, Inglaterra y Alemania. Si bien con el cambio de siglo se inicia el despegue: «De 1909 a 1919 se logra un promedio de producción anual de 3.988 libros y 4.232 folletos -según la valoración que hace Víctor Fuentes del Anuario Estadístico-, cifras a todas luces insuficientes para un país de 20 millones, pero indicadoras de una industria en marcha a la modernización». Los principales núcleos editoriales eran Madrid, Barcelona y Valencia y los principales editores José Espasa, que se asociaría a su cuñado Manuel Salvat en 1881 , y entre ambos crearían una gran editorial, si bien se separarían en 1897 y sus respectivos herederos convertirían sus empresas en las editoriales más importantes del siglo XX. La editorial Calleja, de Saturnino Calleja, especialista sobre todo en colecciones de cuentos infantiles; la editorial Calpe, la editorial Biblioteca Nueva y otras empresas más que entendían la edición como «cualquier otra explotación industrial y, siguiendo a las grandes casas editoriales alemanas y norteamericanas, utilizarán técnicas para elegir, presentar, anunciar y vender» aspirando a ser una «una industria competitiva y moderna», y si bien la crisis del libro ha sido un mal endémico «la industria editorial española mantendrá entre 1914 y 1936 un ritmo de crecimiento, con pequeños altibajos, que la sitúa a niveles europeos».