Léxico

LIBRO

El libro anterior a Gutenberg. En la prehistoria de la Humanidad se considera como libro al conjunto de pensamientos estructurados que se transmitían oralmente en el tiempo y en el espacio antes de la invención de la escritura, o con independencia de ella cuando estaba ya en uso. Los primeros libros prehistóricos -si se nos permite llamarlos así- tomaron con frecuencia y por necesidad de conservación forma de poemas, frases con medida rítmica, para que fueran fácilmente recitados y se transmitieran fiablemente. Cuando el ser humano no sólo tuvo un lenguaje, sino que desarrolló la escritura -en un primer momento, de pictogramas, luego de ideogramas, y finalmente, de fonogramas- y conoció una materia resistente para la transmisión de la misma, apareció el libro histórico. Según escribe Hipólito Escolar, «la escritura analítica resultó la coronación de un largo proceso, aunque no tan largo como la formación del lenguaje. En todo caso es tan reciente, algo más de cinco mil años, que la podemos calificar de moderna o, dice D. Duringer, de un invento de ayer mismo». Los primeros libros que hoy en día se conservan son los mesopotámicos, de escritura cuneiforme, hechos con tablas de arcilla («tuppu», en acadio; «tabula», en latín; «tabla», en castellano; «taula» o «tauleta» en euskara). Fueron realizados por los escribas con una caña sobre barro mojado que posteriormente endurecían al sol o en un horno. Las tablas tenían forma de teja, en el lado convexo iba el texto y en el reverso el colofón: título de la obra, propietario, autor y número de tablas del libro. En un principio el sentido de la escritura iba de arriba a abajo, y después se hizo de izquierda a derecha. Entre los diferentes usos que tuvo el libro antiguo fue el de dar fe de las normas jurídicas, como el famoso Código de Hammurabi, grabado en una estela de diorita negra y que fue descubierto a principios del siglo XX. El libro mesopotámico fue breve en extensión, de escasa circulación y de autoría anónima o colectiva. Más que de autor cabría hablar de corrector o copista. La civilización egipcia aportó unos materiales fundamentales en el desarrollo del libro: la utilización de la tinta y el uso de un soporte de materia ligera, el papiro, de aspecto similar al papel y que reunía alguna de sus cualidades: color, flexibilidad, tersura y buena recepción de la tinta sin que se corra. El papiro se obtenía de una planta «cyperus papyrus», que los griegos designaron con el nombre de «papyros» y que parece ser la palabra de la que derivan otros de igual significación de los países occidentales: «paper», en inglés; «papier», en francés; «papel», en castellano; «papera», en euskara, etc. Uniendo varios papiros, los egipcios hacían rollos, que guardaban en bolsas de piel, recipientes de barro o cajas de madera. A su vez, la tinta permitió la ilustración del libro, usándose dos clases de tinta -roja y negra- que el escriba obtenía disolviendo las soluciones en una paleta. Esta técnica alcanzó su esplendor en el Imperio Nuevo (del siglo XVI al XII). En cualquier caso el alfabeto será un factor determinante para el desarrollo de la cultura escrita. «El origen semítico del alfabeto-dice H. Escolar- es evidente por el nombre, la forma, la ordenación y el valor numérico de las letras. Es imposible precisar el lugar exacto donde se concibió y la ciudad griega donde por primera vez se usó, pero no tendría nada de particular que esto sucediera en una de las ciudades jónicas de la costa asiática, cuyo desarrollo económico exigiera contratos escritos. La fecha más probable se ha fijado en los últimos años del siglo IX, como resultado de la comparación de las letras griegas con las diversas variantes fechadas del alifato semítico. Su difusión, como es natural, fue lenta, pues las inscripciones más antiguas encontradas pertenecen a finales del siglo VIII o principios del siglo VII». En la Grecia clásica, y en particular durante el siglo V antes de Jesucristo, el libro comenzó a ser leído individual y colectivamente, según muestran las cerámicas clásicas. Además, la lectura y la escritura fueron prácticas necesarias y crecientes en la vida del ciudadano griego. Ello determinó sin duda la gran variedad temática del libro y que a lo largo de este siglo y del siguiente se iniciara más o menos ocasionalmente la comercialización del libro y la aparición de los libreros, que posiblemente se encargaban por medio de esclavos de su reproducción o edición. Comercio que se veía favorecido por el desarrollo de las escuelas filosóficas y de la enseñanza. Los libros se escribían con un «cálamo», de punta dura, que sustituyó al pincel, y una tinta fabricada a base de goma, negro de humo y agua. La civilización romana, no sólo por su propia lengua y el propio alfabeto derivado del griego sino por su expansión geográfica y económica, fue un impulso nuevo en el desarrollo del libro. El soporte fue el mismo, el rollo de papiro, cuyo comercio se acrecentó cuando Egipto se convirtió en provincia romana tras el Imperio, si bien el material más antiguo fue la corteza de árbol, «liber», utilizada en latín para denominar el libro, y de la que derivan «livre», en francés; «libro» en italiano y en castellano; y «liburua» en euskara. El comercio del libro creció hasta el siglo I antes de Jesucristo y los libreros-editores en Roma y los libreros del Imperio editaban y distribuían libros, contribuyendo así a que se configuraran las bibliotecas privadas y públicas. Al final del Imperio Romano se dio un avance importantísimo en el desarrollo del libro con el paso del rollo de papiro, como soporte, al códice de pergamino, que se extenderá su uso a partir del siglo III y que permitirá unos grados de conservabilidad muy superiores al anterior. El pergamino perdurará un milenio, si bien coexistió los primeros siglos con los rollos de papiros. El Imperio Bizantino por su parte comenzó a utilizar la letra minúscula a partir del siglo VIII, lo que permitió la realización de copias más rápidas y baratas y, en otro orden de cosas, sirvió como puente de transmisión de los textos clásicos griegos al mundo moderno. Durante la Edad Media el libro experimentó muy pocos avances en su desarrollo, si bien sirvió para conservar los conocimientos acumulados hasta esa época que en forma de códices se copiaban en los escritorios de los monasterios y rara vez eran vendidos. El pergamino se obtenía principalmente de las pieles de corderos, cabras y terneros que proporcionaban las granjas de los monasterios. Una vez desollados los animales las pieles eran lavadas, maceradas en cal, secadas en bastidores para que se mantuvieran tersas, despojadas de los pelos y finalmente pulidas para dejar lisas las superficies. A partir del siglo IV se emplea el cálamo de caña y la pluma de ave (pelícano, cisne, buitre, cuervo, oca ...) y la tinta negra y roja (para títulos e iniciales, fundamentalmente), hechas a base de vitriolo y ácido gálico, ya que las anteriores no se fijaban bien en el pergamino. En ocasiones se usaron tintas azules y verdes. Antes de la invención de la imprenta, un descubrimiento importantísimo para el desarrollo del libro fue el papel, cuyo origen se sitúa en China, hacia el siglo II antes de Jesucristo. La técnica de elaboración del papel pasó a los árabes en torno al siglo VIII, siendo mejorada y perfeccionada. Inicialmente existieron fábricas de papel en Samarcanda, donde abundaba el agua, el cáñamo y el lino, y en Bagdad, y posteriormente se extendió a las principales ciudades de Oriente -Alejandría, El Cairo, Damasco, Trípoli, Tabriz, etc.-. A la península es posible que pasara en el siglo X y seguramente existieran papeleras a las orillas del Tajo y del Guadalquivir, cuyas corrientes servirían para mover los molinos de las mismas; pero sólo se tiene seguridad de la existencia de papeleras en el siglo XIII, en Játiva, que se convirtió en un importante centro productor antes y después de la conquista (1244), exportando a mediados de siglo a otras ciudades europeas. En el siglo XIV el núcleo productor de papel se desplazó a Italia y fueron los italianos los que se encargaron de promover e impulsar la producción de papel en Francia, Países Bajos, Inglaterra, Alemania y Austria.