Concepto

Carnaval (versión de 1977)

Representaciones I.
Mascarada de Lanz. Además de los personajes que protagonizan la mascarada, Miel-Otxin, Ziripot y Zaldiko, participan en la misma entre 30 ó 40 máscaras llamadas txatxoak, solamente de mozos. Miel Otxin es el personaje central de la farsa y es un hombre dotado de cierto aparejo de tres metros de altura que le da el aire de un gigante. El segundo personaje es Ziripot, un individuo grotesco que lleva todo su cuerpo forrado de sacos, incluyendo las piernas, pero llenos de heno hasta parecer una figura monstruosa. En otros pueblos de Nav., como Isaba, también salía el ziripot por los carnavales. El tercer personaje es Zaldiko, similar al zamalzain suletino, un hombrecaballo que solamente sale el lunes de carnaval y cuya misión consiste en tirar, siempre que le permiten los txatxoak, tratando de sacarle los rellenos de heno o helechos secos que forman su gordura. Los txatxoak van disfrazados con ropas viejas, pieles de cabra y de oveja, sobrecamas, cestos y trastos que den al conjunto un aspecto abigarrado, harapiento y desconcertante. Cuatro de ellos son herradores y después tratan de poner las herraduras al Zaldiko. Iribarren cuenta la acción, que comienza a las 12 del mediodía del lunes, de esta forma: "A esta hora salen de la Posada todas las máscaras con el gigante, el xaldiko y el ziripot. Los chachos lanzan agrios chillidos, irrintzis bárbaros, aullidos y ayes penetrantes y agudos. Parecen un ejército de locos, una tribu salvaje en marcha hacia el festín, o un escuadrón de brujos dirigiéndose al aquelarre. Sobre la masa abigarrada y movediza de las máscaras, sobre el barullo de sacos y pellejos, palos y escobas, resalta la figura rígida y boba del gigante, que sobre la cabeza de su sufrido portador baila al son de la gaita, que ejecuta una marcha exclusiva de este acto. Mezclado con el grupo de las máscaras avanza lentamente el ziripot, rodeado de algunos chachos encargados de protegerle de las acometidas del xaldiko y de alzarle del suelo cuando cae. El xaldiko va brincando y saltando, dando gritos, hecho una fiera, siempre acosado y perseguido por las máscaras, que le golpean con sus escobas y tratan de alejarlo del ziripot. Pero el xaldiko, a todos atropella y embiste, y apenas halla un hueco por donde colarse, se acerca al ziripot, le asesta un testarazo con la parte anterior de su aparejo y lo derriba en tierra, poniéndolo perdido, porque raro es el año en que las calles no estén llenas de fango. El público y los chachos celebran mucho las caídas del ziripot, quien, a su vez, procura exagerar la violencia del talegazo, tumbándose de espaldas y lanzando a los aires sus ridículas piernas. Al xaldiko fingen herrarlo ante la casa que llaman del Herrero, casa donde jamás existió fragua y que, según parece, tomó su nombre de esta fiesta. Horas antes colocan un yunque ante el portal, y cuando la comparsa llega a él, varios chachos aprisionan al xaldiko y lo llevan al lado del yunque, donde los herradores simulan ejecutar su oficio. Hecho esto, sigue su marcha la comitiva a través de las calles del pueblo, entre los alaridos e irrintzis con que los chachos celebzan la persecución del xaldiko, y las continuas caídas del ziripot. Al xaldiko vuelven a herrarlo en otro lugar del trayecto, y en esta forma recorre el pueblo la comparsa hasta la hora del yantar. La fiesta se repite en igual forma al mediodía del martes. Y por la tarde tiene lugar la ejecución del Miel-Otxin. El Gigante sale de la Posada acompañado por todas las máscaras. La comparsa (en la que no figuran ni el ziripot ni el xaldiko), recorre el pueblo y termina su marcha en la plaza. Cuando el gigante llega a mitad del suelo del frontón, una máscara, que permanece allí en espera y que lleva colgada al hombro una escopeta de caza, le dispara dos tiros con pólvora. El gigante es derribado en tierra, y chiquillos y mozos caen sobre él, rasgándole las vestiduras y haciéndolo pedazos. Luego arman un montón con la hierba que llena sus entrañas, le prenden fuego, y la tropa de máscaras, con los hombres del pueblo, bailan en torno a la fogata un zortzico al son del txun-txun. La fiesta ha terminado y sigue el baile hasta el anochecer. Antiguamente marchaban detrás de la comparsa del Miel Otxin dos mozos disfrazados de damas, con trajes blancos. Iban muy serios, respetados de todos los chachos, y leyendo cada cual en su libro. Por su ademán adolecido y silencioso, representaban ser familiares del gigante acompañándole al suplicio. Estas damas, al llegar a la plaza hacían aspavientos de dolor. También antiguamente la muerte del gigante era objeto de pantominas que tenían sus miajas de irreverencia. Hacían simulacro de confesar a Miel-Otxin; las damas fingían leerle la Pasión, y los chachos se tiraban al suelo, simulando llorar de sentimiento por su muerte".

Mascaradas de Zuberoa. Caro Baroja las resume en forma muy auténtica de esta forma: "Los cortejos, en el Bajo Soule, son mucho más numerosos que en el Alto Soule; siempre se hallan divididos en dos fracciones. La primera la forma la llamada "mascarada roja", compuesta hoy de una serie de personajes fijos, que son, de todas maneras, menos que los que la componían a mediados del siglo pasado: va a la cabeza el "Txerrero", armado con un palo del que cuelga una gran mata de crines de caballo. Detrás iban los "corderos" y el "oso" hoy desaparecidos, quedando así en segundo lugar el gato "Gathia", "Gathusain", al que se distingue por la especie de tijera de madera con que importuna a los espectadores. Vienen después y en este orden la cantinera (un muchacho vestido femenilmente); "Zamalzain", es decir, el caballo o el hombre montado a caballo, representado de modo muy esquemático y que parece ser el personaje más importante de todos; los capadores; los "kukullerok" (vestidos al modo de "Gathia"); los herradores; el abanderado; el señor; la señora; el labrador y su mujer, y, por último, la música. Los papeles femeninos citados en último término también los desempeñan muchachos. La mascarada negra va detrás de la música, sin guardar la compostura y simetría de la roja. Puede presentar su "Txerrero" negro o su "Zamalzain" negro. Pero lo más corriente es que la compongan tres comparsas de gitanos, caldereros y afiladores, un médico, un boticario y otros personajes cambiables (barbero, notario, deshollinador, mendigo, etc., que antes aparecían con mayor fijeza). La acción de rojos y negros se ajusta a un plan rígido. En primer término se finge una lucha entre el cortejo en general y los vecinos del pueblo que ponen obstáculos a su marcha: carros, sogas, hombres con jarras en acecho, y, al final, barricadas defendidas por jóvenes disfrazados con faldas, con la cara tiznada, armados de horcas, a los que se denomina "basandereak" = mujeres del bosque. Los rojos avanzan en orden y los negros sin compostura. Después de algunos bailes individuales de los personajes de la mascarada roja viene el asalto a la barricada, al que sigue una especie de paloteado de los "kukullerok". Ya "conquistado" el pueblo, tiene lugar la visita a los notables matizada por un episodio especial: la fuga momentánea del "Zamalzain", en la que se acentúa su carácter animal. La tercera parte la constituyen varias danzas ("branles", "quadrilles", el baile del caracol, etc.). Estas danzas -y el resto de la representación, que tiene lugar en la plaza del pueblo- suponen siempre una serie de forcejeos de personajes caracterizados de la mascarada roja, a los que se ponen varios obstáculos. En último término se desarrollan las "fonctions": la parte más importante de todas las mascaradas. La primera de ellas era antes la del oso, los corderos y el pastor, en que se simulaba la pugna del animal silvestre con el hombre, y al final de la cual el oso moría. Hoy, las funciones se abren con la "gobalet" o "godalet-dantza", en que intervienen "Txerrero", "Gathusain", "Kantiniersa" y "Zamalzain", dejando que al final este dance sólo y se ponga con un solo pie encima de un vaso de vino sin derramarlo. A esta función sigue la de los herradores, en que se ponen herraduras al "Txerrero" y a "Zamalzain", siempre a la fuerza. Luego se hace la de los castradores, que capan al "Zamalzain". Finge éste quedar debilitado y luego recobrar el vigor. Aún vienen detrás las funciones de los afiladores (que gira en torno al afilado de una espada encargada por el señor), de los gitanos y de los caldereros, en que la causa de pugna es el arreglo de una caldera; con motivo de ésta el aprendiz del calderero queda moribundo y luego sana. Con un baile final termina la mascarada. El conjunto dura desde las siete de la mañana a las tres de la tarde. El tema fundamental de ella es una lucha entre los diversos elementos que la constituyen, pero su intención queda oculta a ojos de los que hoy día la ejecutan, si bien están acordes en admitir que es un elemento de los más valiosos de la cultura que heredaron de sus antepasados. No ha de chocar que los folkloristas hayan querido suplir esta falta emitiendo hipótesis sucesivas. Algunos del siglo pasado pensaron que las mascaradas habían sido introducidas en Soule en el s. XVII por ciertos gentiles hombres, opinión completamente gratuita. Otros emitieron una teoría sociológica, según la cual la mascarada roja reflejaba las diferentes clases sociales que había en el país, el elemento sano de la sociedad, mientras que la negra, en que todo era desorden y confusión, simbolizaba a los extranjeros e indeseables. Por último, no han faltado los que han echado mano de las aludidas teorías de Frazer, para no ver en todo su desenvolvimiento más que el consabido rito del sacrificio de la divinidad de la vegetación, del espíritu vegetal. Juzgo que ninguna de estas tres explicaciones es la adecuada desde el punto de vista histórico. Desde el punto de vista de la difusión geográfica señalaré que mascaradas de primeros de año muy parecidas a éstas se hacían en varias partes a lo largo del Pirineo y el Prepirineo, desde Cataluña hasta Galicia, pasando por Santander y Asturias. Son análogas asimismo las de los "Perchten" de la Alemania meridional y otros países germánicos, de suerte que la teoría de su origen caballeresco y la que busca sus raíces en la mera interpretación de la estructura social del país de Soule en una época, no resisten un examen riguroso. Aunque no me lance ahora a dar una explicación única de tipo religioso de sus "orígenes", sí quiero indicar que todas las mascaradas de primeros de año aludidas pueden encontrarse históricamente muy bien con las que condenaron muchos padres de la Iglesia (tanto orientales como occidentales) como propias de las "kalendae januariae", y en las que sabemos salían hombres vestidos de animales, de mujeres, etc., haciendo particulares pantomimas. No faltan quienes entroncan las mascaradas de las "kalendae" con el viejo ritual dionisíaco. Pero esto es ya más problemático". Se suelen celebrar entre el 6 de Enero, día de Reyes, y el martes de Carnaval.