¿Qué nos dice la batalla de Roncesvalles?. Hasta ahora nos hemos contentado con tomar por buenos los testimonios históricos en el orden en que aparecen, en su misma sencillez, haciéndonos cargo de la situación del cronista y de lo acostumbrado en casos semejantes. De los testimonios directos, de los testimonios-fuente, podemos entresacar estas conclusiones: 1. La batalla de Roncesvalles hay que considerarla en el contexto diacrónico en que acontece. Es una más a las ya ocurridas en el mismo Roncesvalles con los pueblos bárbaros y sus sucesores los visigodos y los francos. 2. La innumerable serie de resistencias y de rebeliones de los vascones constituye una constante histórica, que continúa en siglos posteriores. Es una lucha continua de insumisión a integrarse en los Imperios franco y visigodo. 3. La emboscada de Roncesvalles no pudo improvisarse en las 24 horas siguientes a la destrucción de Pamplona por Carlomagno. Habría sido minuciosamente preparada por caudillos vascos, cuyos nombres desconocemos. Quizá desde el paso de Carlomagno camino de Zaragoza a fines de abril. 4. El ataque vasco puso en gran desorden a todo el magno ejército: «...totum exercitum magno tumultu perturbant...» (Ann. Reggii). ...poniendo en gran desorden todo el magno ejército... 5. La muerte de casi todos los mandos de los diversos cuerpos de ejército indica la magnitud de la derrota: «In hoc certamine plerique aulicorum, quos rex co piis propter praefederat, interfecti sunt...» (Ann. Regii). En este combate la mayor parte de los áulicos a los que el rey habría dado el mando de los cuerpos del ejército fueron muertos... 6. Semejante derrota no pudo llevarse a cabo sino mediante una gran concentración de milicias de todas las comarcas vasconas, con unidad de mando. 7. Fue la única derrota personal de Carlo Magno y de ahí que «el dolor de este desastre nublara en gran parte en el corazón del rey, los sucesos felices realizados en Hispania»: «Cuius vulneris accepti dolor magnam partem rerum feliciter in Hispania gestarum in corde regis obnubilavit». (Ann. Regii). El dolor de este fracaso nubló en gran parte en el corazón del rey, los sucesos felices realizados en Hispania. 8. El combate fue duro y porfiado entre milicias dotadas de armas pesadas y veteranas, y milicias guerrilleras y ágiles, además de habituadas, durante siglos, a este tipo de lucha defensiva: «Et licet Franci Wasconibus tam armis quam animis praestare viderentur, tamen et iniquitate iocorum et genere imparis puganare effecti sunt». (Ann. Regii). Y aunque los francos se mostrasen superiores a los vascones lo mismo en las armas que en el valor, no obstante, dada la dureza del lugar y el carácter desigual de la lucha, se encontraron inferiores. 9. Un siglo más tarde se notan los primeros síntomas del nacionalismo literario francés tratando de desvirtuar el acontecimiento infausto. Nos referimos al poeta Sajón cuyos versos nos van a presentar la batalla como si una banda de ladrones efectuara con éxito el pillaje del bagaje del ejército franco:
