Los combatientes. Louis Colas nos dice, comentando los textos carolingios, que los soldados francos llevaban la brog ne o broign, pesada vestimenta de cuero sobre la cual había, cosidas, placas de metal, el gran penacho, la lanza, el casco de hierro descansado sobre un espeso capuchón de cuero que, colocado sobre la cabeza, cubría la frente, las mejillas y el mentón, no dejando descubiertos más que los ojos y la boca. Los adversarios, los Vascones, estaban, por el contrario, armados ligeramente. No llevaban ni casco ni coraza. Por vestimenta, una capa corta, redonda, el sayo de largas mangas, las bragas, amplias. Calzaban botas con espuelas. Sus armas favoritas consistían en jabalinas -aukonas- que lanzaban con mucha maestría. En fin, hijos del país donde su pueblo vivía desde tiempos muy remotos, poseían una agilidad proverbial. (L. Colas, la Voie romaine de Bordeaux à Astorga. Biarritz, 1913, pp. 35-37). La vestimenta del vascón se conoce gracias a una noticia de Aimonio, Lib. 5, cap. 2, cuando nos cuenta cómo Ludovico, obedeciendo en todo a él (su padre) exactamente, presentóse ante su padre, vestido a lo vascón... como también los jóvenes de su edad, a saber, traje corto, sueltas las mangas de la camisa, cosidas a las espuelas del calzado, llevando en las manos el flechero. Así lo había dispuesto el gusto de su padre Karolo Magno. Es de señalar el detalle de las espuelas, lo que viene a confirmar la importancia de la caballería entre las milicias vascas de la época.