El botín. El ejército se retiraba a Francia después de causar importantísimos daños a los vascones con la destrucción de Pamplona. Daños y perjuicios irreparables, aparte la rapiña que pudieran haber hecho de objetos de valor y dinero. Todo ello irreparable e irreversible dado el poderío del invasor. Se retiraba también con el botín capturado entre Zaragoza y Pamplona. Hay indicios de que Carlo Magno había chantajeado a los walis musulmanes obligándoles a entregar cuantiosas fortunas y rehenes: «...obsidione itaque cincta Caesaraugustana civitate, territi Sarraceni obsides dederunt, cum inmense pondere auri». (Ann. Mettens. ad ann. 778). ...si tiada Zaragoza, los sarracenos, aterrorizados, le dieron rehenes y una ingente cantidad de oro. «Et cum reverterentur cum preda magna». (Ann. Anniani). Y cuando se retiraba con su inmenso botín. Es de suponer que los pueblos de la cuenca del Ebro, vascones y musulmanes, habrían pagado de su pecunio los gastos de ocupación y manutención del ejército franco y de la guarnición franca de Pamplona.