El lugar de la batalla. Los textos francos no nombran a Roncesvalles sino al Pyrenei saltum, «el paso del Pirineo», no, saltus Pyrenei que sería «un paso del Pirineo». La precisión del paso al que se refieren los cronistas queda señalada al consignar que la retirada se hace por Pamplona, dicho de otro modo, por el tramo occidental del Pirineo. Entonces, ya no se trataría de uno cualquiera de los pasos, Belate, por ejemplo, sino del paso clásico de las invasiones, el de Roncesvalles. El poeta Saxonis da un detalle muy interesante que señala la ruta tomada por Carlos en su retirada:Ad Pampelonem rediens, deiecerat eiusAd terram muros fieret ne forte rebellis. Cumque Pyrenaei regressus ad intima saltusMiliti cum lasso calles transcenderet arctosInsidias eius summo sub vertice montisTendere Wascones ausi nova proelia tentant. Tornándose a Pamplona, abatió sus muros, no fuese que se declarasen en rebeldía. Y cuando, de vuelta en lo más profundo del desfiladero de los Pirineos, avanzaba, cansada la tropa, por aquellas estrechas veredas, atreviéndose los Vascones a tenderle emboscadas al amparo del risco más alto del monte, intentan diversas acometidas. Aunque el caso está claro, veamos cómo se tratan en las crónicas latinas a los tres pasos del Pirineo, Roncesvalles, Somport y Pertus, que se corresponden a las tres alzadas romanas: vía Astorga-Burdeos e Imus Pyrenaeus; vía Caesaraugusta-Beneharn y Summus Pyrenaeus, y, finalmente, vía Domitia e in Pyrinaeo. El topónimo Saltus Pyrinaeus, cuando aparece en las delimitaciones de la Galia Narbonense, se refiere al tramo del Pirineo oriental; en cambio, cuando se delimita la Galia Comata, se refiere al Pirineo occidental. Pero si aparece aisladamente, y fuera de contexto se trata indudablemente del de Pertus. Dos manuscritos transcriben simplemente Pyrenaeo sin la palabra saltus. Los tres tramos Pirenaicos nos los concreta el cosmógrafo de Rávena cuando dice: «Completur autem ipsa Spania habens finem ab uno latere litus Oceani Saltum Pirineum Spanoguasconiae; et deinde ipsum Saltum Pirineum Gasconiae; juxta vero mare magnum Gallicum ipsum Saltum Pirineum et provinciam Septimanam». Hispania se cierra teniendo por un lado como límite, junto a la costa del Océano, el Saltus Pirineum de Spanoguasconia; y luego, el Saltus Pirineum de Guasconia; en fin, junto al gran mar Gállico, el mismo Saltum Pirineon. Guido, quizá contemporáneo del cosmógrafo de Rávena, cita los dos Saltus extremos: «Hispania habet funem ab uno latere juxta Oceani Saltum Pyreneum Spanoguasconiam, veo juxta mare magnum Gallicum ipsumque ex alio latere Saltum Pireneum et Provinciam Septimanam». (Guidonis Geográphica, Edic. Pinder, p. 555). Hispania limita por un lado, cerca del océano, con el Saltus Pyrenetem de Spanoguasconia, y por el otro, junto al gran mar gálico, con el mismo Saltum Pyreneum y la provincia septimana. Como puede observarse uno de los textos procede del otro. En realidad son uno mismo. La primera vez que se cita a Roncesvalles como lugar de la batalla es en el s. XI, entre 1065 y 1075, en una «Nota Emilianense» descubierta en 1954 por Dámaso Alonso en el monasterio, en su tiempo pamplonés, de San Millán de la Cogolla. El texto dice: «At ubi exercitum portum di Sicera transirit, in Rozaballes a gentibus sarracenorum fuit Rodlane occiso». (Dámaso Alonso. La primitiva épica francesa a la luz de una Nota Emilianense, Madrid 1954). Pero en cuanto el ejército atravesó el puerto de Sicera (Cize), fue muerto Roldán en Rozaballes por gentes de los sarracenos. Cuando enumera esta Nota a los jefes caídos en la batalla no cita a Anselmus ni a Egginhardus, pero sí a Beltrán, a Ojier de la espada corta, a Guillermo de la nariz curva, a Oliveros y al señor obispo Turpin. Todo esto deja claro que los monjes franceses de Roncesvalles e iglesias relacionadas con ellos, habían ya inventado su leyenda a mayor honra y gloria de la nación francesa. En este caso la «Chanson de Roland» de fray Turoldo se basaba en otra anterior. De todos modos, en los s. XI y XII, es del dominio público que la batalla contra el invasor Carlos se dio en Roncesvalles ya que, además de citarse la «Cruz de Carlos», se menciona también la «Capilla de Carlo Magno» que estaba en el puerto de Ibañeta: iuxta capellam Caroli Magni famosissime regis francorum (Fundación del obispo Larrosa de 1132). En 1174 se le llama Capella Rollandi.