Consecuencias del rescate de Ibn al-Arabi. Suleimán Ibn al-Arabi era la prenda de seguridad de Carlomagno. Sospechaba de él y temía el engaño. Cómo conocer las miras secretas de cada wali y, sobre todo, la inexplicable actitud de al-Husain resistiéndose en Zaragoza; Carlos debió de sumirse en un mar de dudas y de temores a pesar de las poderosas legiones de que disponía. La sorpresiva liberación de Suleimán Ibn al-Arabi por sus hijos, llevada a cabo con tanta audacia como astucia, le cerraba toda posibilidad de volver tranquilamente por los Pirineos orientales, Pertús, ni tampoco por los centrales, Somport. No le quedaba más opción que Roncesvalles, frente a Pamplona. Ante sí tenía a los vascones más meridionales, los de Pamplona, cuya influencia llegaba muy lejos por el interior de una Vasconia cerradamente euskaldun. Pero, a su vez, parecía una ventaja la carencia de un jefe común que articulara y aunara las milicias de las distintas comarcas. Carlos se encuentra en una encerrona sin más salida que Roncesvalles pero confía en dar un escarmiento, destruyendo la ciudad y cruzando triunfalmente el famoso paso de las invasiones.