Concepto

Batalla de Roncesvalles

El paso del Pirineo. Casi unánimemente se admite que el primer ejército de Carlos cruzó el Pirineo por Roncesvalles y el segundo por Pertus, en el extremo oriental pirenaico. «Per Septimaniam proficiscentes ad Barcinonam civitatem pervenerunt». (Annales Mettenses). ...avanzando por la Septimania, llegaron a la ciudad de Barcelona. En cambio el primer ejército entra por el Pirineo y toma inmediatamente Pamplona: «Primo Pampelonem Navarrorum oppidum adgressus in deditionem occepit». (Annales Regii posteriores). Viniendo en primer lugar a Pamplona, fortaleza de los navarros, la tomó par capitulación.qui cum prima Pyrenaei iuga superassetad Pampelonen, quod fertur nobile castrumesse Navarrorum veniens, id ceperat armis.(Poeta Saxonis). El empleo del verbo «venir» ha hecho pensar a Rita Lejeune que Carlos no «fue» directamente de Roncesvalles a Pamplona, sino que «vino» de alguna otra parte, de Jaca, habiendo pasado el Pirineo por Somport. «Mais les annales ne disent pas que Pampelune se trouvait directement sur le chemin des Francs à la descente de Pyrénées. Au contrarie. On comprendrait plutôt que Charlemagne a opéré un mouvement qui le détournait de sa route pour attaquer Pampelune. En effect, par deux fois, il n'est pas seulment question de prendre la ville mais de venir vers elle, puis de s'assurer de sa possesion» (Localisation de la défaite de Charlemagne, «Coloquios», p. 33). La significación de ambas palabras, adgressus y veniens, efectivamente, es «venir», «llegar». Pero el verbo latino venire significa «ir», «venir» y «llegar». Y no sólo eso: según explica magistralmente Corominas, «venire» expresaba comúnmente el «aspecto determinado», e ire, el «aspecto indeterminado». Esto es: venire (venir) expresa un movimiento encaminado a un lugar definido, en tanto que ire (ir) no tiende, de por sí, hacia un lugar preciso, más bien expresa el lugar por donde se va, la manera cómo se va, el propósito de la ida, etc. De esta manera ire equivaldría muchas veces al cast. «andar», mientras que venire expresaba movimiento hacia un lugar, cualquiera que fuese la posición que respecto a él ocupare el sujeto hablante. Pero como en el lenguaje hablado de toda persona abundan sobre todo las frases de movimiento hacia el lugar que ella ocupa, es natural que en todas las lenguas romances se tendiera a relacionar venire con los movimientos hacia ese lugar, empleo en el cual era imposible ya en latín echar mano de ire, por su mismo sentido aspectual. Sin embargo, en los demás romances se conserva la posibilidad de emplear venire para movimientos hacia lugares no ocupados por el hablante, posibilidad que permanece casi sin limitaciones en la época medieval y que modernamente ha quedado prácticamente restringida a los movimientos hacia la persona a quien se habla o hacia la persona que habla, o a los movimientos hacia un tercer lugar cuando se hace junto con el que habla. En vista de estas aclaraciones del especialista Corominas se puede dictaminar que el empleo de venire es correcto en el sentido de «ir a», «llegó a», o «llegado a». El paso del Pirineo tuvo lugar a fines de abril de 778. El «Astrónomo» hace resaltar las dificultades de cruzar el Pirineo y la elevación de sus cumbres. Describe con vigor la altura de las cimas, las asperezas que causan terror en el ánimo, los espesos bosques en los que no penetra el sol, los estrechos caminos que obstaculizan el paso de tan magno ejército y cómo vencen las dificultades con el favor de Cristo. «Statuit Pyrinaei montis superatta difficultate ad Hyspaniam pergere... qui mons, cum altitudine coelum pene contingat, asperitate cautium horreat, opacitate silvarum tenebrascat, angustia viae vel potius sumitate commeautum non modo tanto exercitui, sed paucis admodum pene inercludat. Christo tamen favente, prospero emensus est itinere». (Vita Hludowici imperatoris). Dispuso que, superado el obstáculo de los Pirineos, se penetrase en Hispania... monte éste que, no obstante que toca casi el cielo por su altura, causa espanto por la aspereza de sus riscos, se vuelve oscuro por lo opaco de sus selvas y cierra casi el paso -por lo estrecho de sus pasos o, más bien, por su altura- no sólo a un poderoso ejército, sino incluso a unos pocos, fue, sin embargo, atravesado, con la ayuda de Cristo, en próspera andadura. Al fin alcanza la cumbre, Pyrinei yugum, y emprenden el descenso hacia Pamplona.