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MONTAÑISMO

Las grandes expediciones. A partir de los años sesenta -como se ha comentado anteriormente- el número de escaladores vascos con capacidad para ascender a la alta montaña fuera de los territorios vascongados, era cada vez mayor. Las escaladas por parejas o grupos reducidos se suceden, y sus nombres van apareciendo ininterrumpidamente en las páginas de "Pyrenaica": Avelino S. de Isasia; José María Régil; Antonio Eguía; Eli Ojanguren; Juan San Martín; Francisco Lusarreta; Jesús Bidaurreta; Elías Ruiz de Alegría; Angel Landa; Pedro Udaondo; Alfredo Urones; Marcos Feliú; Daniel Bidaurreta; Angel Rosen; Juan Ignacio Lorente; Luis María Sáez de Olazagoitia; Juan Carlos Fernández; Julio Villar; José María Susaeta; Pedro Feliú; Rodolfo Kirch... Los logros de esta pléyade de escaladores son cada vez más importantes y la opinión generalizada es que el montañismo vasco había alcanzado la suficiente madurez como para emprender una empresa de envergadura. En la Asamblea General de Sociedades de Montaña celebrada en San Sebastián a finales de diciembre del año 1965, el entonces director técnico de Alta Montaña, José María Régil, en calidad de portavoz de todos los escaladores vascos y del sentir de la Federación Vasco-Navarra de Montañismo, presentó ante los asistentes la posibilidad de organizar --con las garantías exigibles-, una expedición a algún macizo montañoso lejano de Europa, compuesta exclusivamente por montañeros vascos. La idea causó entusiasmo y se empezó a trabajar en la elaboración del proyecto pensando en qué macizo montañoso podía ser el objetivo: se barajaron varios como la Patagonia, Alaska y Cáucaso, pero finalmente se optó por los Andes del Perú por creer que reunía condiciones muy interesantes para la expedición. Veintidós de los treinta y seis miembros que integraban el Grupo Regional de Alta Montaña y Escalada se hallaban en condiciones de participar. Así pues, tras varias reuniones y tanteos, en mayo de 1966 se consideró que la jefatura de la expedición recayese en la persona del montañero alavés Juan Ignacio Lorente, que unía a sus buenas cualidades de escalador unas dotes personales sobresalientes a las que había que sumar su condición de médico. La primera decisión de Lorente fue la de crear un Comité Técnico integrado por José María Régil, Angel Rosen, Julio Villar y Angel Landa, a quienes correspondería asesorar en cuestiones técnicas. Por otro lado, el Comité Organizador de la Expedición había quedado compuesto por: Pedro Otegui, presidente de la Federación Vasco-Navarra; Mariano Arrázola, presidente del Comité Nacional de Expediciones al extranjero; Cayetano Ibazeta, secretario de la Federación Vasco-Navarra; Juan José Arámburu, administrador de la Federación Vasco-Navarra; Francisco Lusarreta, director de la E.N.A.M.; José María Régil, director del G.A.M. Regional; Javier Amatria, delegado en Navarra; Ángel Zala, delegado en Bizkaia; Juan Repiso, radioaficionado de San Sebastián (enlace con Lima). Aunque los expedicionarios seleccionados en un principio fueron estos diez: Juan Ignacio Lorente (Álava), Ángel Rosen (Álava), Luis Sáez de Olazagoitia (Álava), Julio Villar (Gipuzkoa), Rodolfo Kirch (Gipuzkoa), Jesús Bidaurreta (Navarra), José María Régil (Bizkaia), Ángel Landa (Bizkaia), Alfonso Urones (Bizkaia) y Pedro Udaondo (Bizkaia), los que partieron finalmente hacia el Perú fueron el navarro Marcos Feliú, los alavases Lorente, Rosen y Olazagoitia, el vizcaíno Landa y los guipuzcoanos Kirch y Francisco Lusarreta. Después de una intensa labor de entrenamiento de los escaladores en el Mont Blanc; de búsqueda de información de todo tipo sobre los Andes peruanos, y después de una labor sorda de los organizadores recaudando fondos para la Expedición que todo el año 1966 y parte del 67, por fin, el día 24 de abril de 1967, partía desde Santurce la primera avanzadilla de la Expedición compuesta por Landa, Rosen y Feliú, para después agregarse el 4 de junio el resto de los componentes. Sin pérdida de tiempo la expedición se pone en marcha y el día 9 de junio instalan el Campamento Base; el día 15 se monta el Campo I a 4.910 metros de altitud, de donde parten Lusarreta, Feliú, Olazagoitia y Landa para alcanzar la cima del Uchumaju la noche del día 18 de junio. Esta cumbre de 5.459 metros es la primera de una trilogía virgen de montes, la más pequeña, que el grupo vasco alcanzará en los Andes peruanos. Luego vino la conquista del Ayucurraju, de 5.647 metros de altitud, que se realizó el día 30 de junio por los escaladores Landa, Rosen, Kirch y Lusarreta. Faltaba el objetivo más ambicioso y difícil: el Atunraju que era la montaña virgen más alta que quedaba en las dos Américas. De 5.987 metros de altura, aunque técnicamente resultó con menores dificultades que el Ayukurraju; allí habían fracasado anteriormente otras expediciones como la americana del año 1963 de Harold Walton; también fracasó en el Atunraju la expedición sudafricana del año 1964; y en el año 1966 serían los japoneses quienes después de varios intentos tuvieron que volverse sin alcanzar estos picos llamados del "Grupo del Cóndor". Los vascos habían instalado el Campo II a 5.500 metros de altitud en los primeros días de julio, pero hubieron de permanecer inactivos durante más de una semana por causa de las tormentas de agua y de nieve. El 18 de julio se afianza el tiempo y todos los componentes de la expedición se aprestan desde el Campo II a atacar la cima del Atunraju. Son quinientos metros los que les separan de la cima y después de 19 largas horas, las dos cordadas, donde se integraban los siete escaladores vascos, alcanzan la cumbre a las 5 de la tarde del día 19 de julio de 1967. Es el triunfo del montañismo vasco, pues como dicen los mismos expedicionarios a su regreso, "han sido ellos", los Clubs vascos de montaña, los que han participado material y moralmente en el éxito de esta gran primera expedición. Un triunfo que, aunque algunos políticos trataron después de desprestigiarlo por haber exhibido la ikurriña, quedaría inscrito en los anales de la historia mundial del montañismo. Hasta 1972 el montañismo vasco estuvo anquilosado a nivel federativo pero no así a nivel particular. La expedición a los Andes del Perú había calado muy hondo entre los escaladores de todo tipo. Y mientras montañeros como Mariano Arrázola, Xabier Erro, Txomin Uriarte, Iñaki Tapia, Abel Alvira, Gregorio Ariz, Carlos Santaquiera, etc., etc., realizaban ascensiones e itinerarios importantes en el alpinismo mundial, un grupo ampliado de la expedición peruana del 67 se disponía a escalar la montaña más alta del mundo: el Everest. Con la ayuda de la empresa comercial Cegasa-Tximist, y después de dos años largos de preparativos, la expedición intentó alcanzar la cumbre en la primavera del año 1974. Pero después de atravesar el famoso Collado Sur y de instalar el Campo VI a 8.530 metros de altura, tuvieron que desistir por el fuerte viento reinante. Sin embargo, no se arredraron los expedicionarios vascos que tuvieron el triunfo al alcance de la mano, pues bajando hacia Kathmandú gestionaron un nuevo permiso para volver al Everest. Esto ocurría en el año 1980 cuando una expedición compuesta por doce hombres (J. I. Lorente, Felipe Uriarte, Ricardo Gallardo, Luis María Sáez de Olazagoitia, Angel Rosen, Xabier Erro, Emilio Hernando, Kike de Pablos, José Urbieta, Martín Zabaleta, Javier Garayoa y Juan Ramón Arrúe) al mando de Lorente, el hombre que había llevado a cabo el intento seis años antes, coronaba con éxito la cima más alta del mundo con sus 8.848 metros de altitud. La proeza se consumó el día 14 de mayo a las tres de la tarde cuando -en un derroche de facultades-, Martín Zabaleta, el único escalador disponible en esa mañana, arrastró en los últimos metros al sherpa Pasang Temba, culminando ambos los esfuerzos inconmensurables realizados por todos los componentes de la expedición. v. EVEREST, MENDIGOIZALE.

José URIA IRASTORZA