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MONTAÑISMO

La escalada. Otra faceta importante del montañismo vasco, que más adelante iba a tener una gran repercusión en el desarrollo del alpinismo mundial con la conquista del Everest, fue la escalada. Antes de aparecer las técnicas modernas, el aficionado a la escalada de rocas lo fiaba todo a sus dotes personales y a los medios naturales. Más tarde, empezó a auxiliarse de la cuerda, particularmente en los descensos. Las clavijas, los mosquetones y las distintas cuerdas de seguridad fueron en un tiempo los materiales de un deporte considerado en sus comienzos como cosa de locos. Sin embargo, la escalada «es toda aquella ascensión de dificultad fuera de lo normal que se clasifica entre primero y sexto grado merced a la técnica que asegura la ascensión a la cumbre sin riesgos innecesarios». Y aunque los detractores a esta forma de practicar el montañismo fueron muchísimos más numerosos que los adeptos, la verdad es que la escalada pura iba a servir para que más adelante el hombre pudiera alcanzar las cimas más altas del globo terráqueo. Con el transcurso del tiempo, la técnica para trepar las paredes y los materiales en ese ejercicio han ido evolucionando: el hierro fue sustituido por el duraluminio y el peso total del escalador se redujo a una tercera parte. Pero a partir de los años 70 el desarrollo de la escalada artificial iba a ser tan rápido que pronto alcanzaría unas cotas tan inverosímiles como jamás nadie hubiera podido sospechar. Hoy, la sofisticación ha llegado a tal extremo que las formas actuales de escalada han cambiado totalmente con respecto a la escalada conocida tradicionalmente. Y ha cambiado asimismo la mentalidad del escalador, que actúa solo, sin ayuda de nadie. Las nuevas y espectaculares técnicas de escalar han eliminado la ayuda mutua de la cordada. Antes, se encordaba la gente como medio más seguro para atravesar las crestas rocosas y alcanzar las cumbres de las montañas. La escalada era un medio, hoy no. Ya no se sube a las cimas. El escalador de hoy calza los llamados pies de gato en lugar de botas, los pitones los ha sustituido por nuts y el polvo de magnesio utilizado por los gimnastas le ha servido para arrinconar estribos y demás pertrechos. Lleva el material justo para escalar y cuando lo hace se vuelve a casa. Las formas de la escalada han cambiado tanto que en Italia el deporte de la escalada ha pasado a pertenecer a la Federación de Gimnasia. Y en Francia se ha nombrado recientemente la Federación de Escalada, desentendiéndose totalmente de la Federación de Alpinismo. El inicio de la escalada en el País Vasco se puede situar en el primer cuarto del siglo actual. En mayo del año 1924, Angel Sopeña escala por primera vez el Pico del Fraile en la sierra de Orduña, y al año siguiente el Naranjo de Bulnes, en Picos de Europa. En 1926 los también vizcaínos Enrique Echevarrieta, primero, y Alejandro Goicoechea después, escalan el Naranjo. Y en 1928, Andrés Espinosa, vizcaíno de Amorebieta, el que había de ser pionero de la alta montaña vasca, escaló nuevamente el Naranjo de Bulnes. Más adelante, será el mismo Sopeña junto con Enrique Echevarrieta y otros miembros del Bilbao Alpino Club quien continuará escalando en las rocas de Mugarra, Alluitz, Acha, etc. Pasada la guerra civil, son los eibarreses quienes establecen su escuela particular de escalada en las peñas de Atxarte. Corría el año 1942. En el año 1946 se celebró en el Duranguesado el Primer Cursillo de Escalada organizado por la F. E. M. con monitores del Peñalara y del Centro Excursionista de Cataluña. Todavía en 1950 no existía ningún grupo regional de escalada. Se celebraban pequeños cursillos organizados por algunos Clubs como el Club Deportivo San Fernando y patrocinados por la entonces llamada Delegación Regional de la Federación de Montañismo. En el año 1951 se constituye la Agrupación Regional de Escalada y Alta Montaña (A. R. E. A. M.) encomendándose la dirección de la misma a Enrique Bacigalupe que dos años más tarde moriría en el Mont Blanc junto con José María Peciña, Carlos Ugarteche y Manu Yanque. En 1952, en Bizkaia aparece la Escuela de Montaña del F. J. que sustituye al C. D. San Fernando, y nace en Gipuzkoa con mucha fuerza el Club Vasco de Camping que al año siguiente organiza en Peñas de Aya y Santa Bárbara un Cursillo de Escalada de seis días de duración, dirigido por instructores de la F. E. M.