Desobediencia civil. La rebelión viene precedida por la retirada el 12 de junio de 1934 de los parlamentarios nacionalistas vascos de las Cortes en solidaridad con la izquierda catalana (Generalitat) a propósito de la Ley de Contratos de Cultivos impugnada por la Lliga y el Tribunal de Garantías Constitucionales. Ese mismo día se reunían los presidentes de las CCGG con los alcaldes de las capitales acordando entrevistarse con Marraco. Este se mantuvo en su apoyo a la proposición arrastrando a las Gestoras. Una Asamblea de Ayuntamientos de las tres provincias designó una Comisión interina se encargaría de preparar las elecciones el 12 de agosto de una Comisión ejecutiva que defendiera el Concierto y la autonomía de los municipios. La prohibición gubernativa de dichas elecciones no pudo impedir las reuniones clandestinas de los alcaldes nacionalistas y de izquierda, de los que se desligan monárquicos, tradicionalistas, CEDA y radicales, ni que, pese al despliegue policial, las votaciones se efectúen en medio de tumultos, multas, arrestos y destituciones. Con la vida municipal paralizada, una reunión de alcaldes presidida por el donostiarra Sasiain acuerda el l7 proclamar el escrutinio en las cuatro capitales (en Navarra hubo también intentos).