Concepto

Historia del Arte. Pintura (versión de 1994)

Las colgaduras bayonesas. Laburdi. Hubo un curioso medio decorativo que hizo furor en Bayona a partir del s. XVIII y del que se han conservado algunos ejemplares. Se trata de colgaduras o cortinas de tela extendidas sobre grandes bastidores, que resultan interesantes desde el doble punto de vista de la historia y de la topografía. Con estas telas se cubrían, por ejemplo los muros de un salón de la antigua casa de Lesseps, situada en el n.° 39 de la calle de España. Y parece probable que algún pintor decorador, admirador de las hermosas perspectivas bayonesas, pudo tener de esta manera muchos encargos, con la doble ventaja de costar más barato y de presentar a la vista de los ciudadanos bayoneses algunos de los lugares de su querida patria. Según opinión de todos los entendidos, estas pinturas serían muy poco anteriores a la llegada de Vernet a Bayona. Pero no tenemos que buscar en estas obras ninguna perfección artística; el dibujo es torpe, incorrecto y hasta grotesco, y la perspectiva podría hacer sonreir a los que se empeñasen en ver sólo el trabajo del pintor. Pero bajo el punto de vista arqueológico y topográfico, ya es otra cosa. La más pequeña de estas telas representa la ciudad de Bayona vista desde la altura de la ciudadela. En primer plano, la monumental puerta de Francia, con el busto de Luis XV, los árboles de Allées Boufflers y por detrás de la antigua muralla de la ciudad, las altas torres del convento de los Dominicos, del que no queda el menor vestigio. A la derecha, el Nive y sus puentes y la plaza de la Libertad, entonces plaza Gramont. Y limitando el conjunto la vista de Allées Marines. Por encima de los tejados de las casas vemos el campanario de los Agustinos y la cúpula brillante de la catedral se destaca sobre el perfil dentellado de los Pirineos. La segunda tela, que mide más de 7 metros de ancho, es más interesante con mucho, porque representa una vista de Bayona mucho menos divulgada. En ella abundan los antiguos picos y el pintor, situado en los glacis de Saint-Léon, hace desfilar sucesivamente ante nuestra vista la vieja puerta de Mignon, la torre del antiguo ayuntamiento, la torre y el baluarte de Sault, y finalmente por el otro lado del Nive, el convento de los Franciscanos. Varios personajes vestidos según la moda de la época aparecen en el paisaje. Y no es éste el único ejemplo de esta clase de pinturas, pues en 1745, encontramos en el inventario de lean Barrére, calle de los Agustinos «Un tapiz de calidad basta pintado». Señalaremos además en la calle Bourgneuf, una vista del antiguo teatro de la plaza Gramont. A nuestro entender, este trabajo ha sido ejecutado por el mismo pintor y data de la misma época.-D. Aunque no sea de origen vasco, hay que mencionar a Luis Paret y Alcázar, representante de la pintura rococó que residió en Bilbao durante varios años. En esta ciudad trabajó en monumentos de Semana Santa y en cuadros de tema religioso para algunas iglesias, entre ellas la de Santiago. En 1785 dibujó dos fuentes públicas de estilo neoclásico para el Ayuntamiento bilbaíno, levantadas en las plazas de Santiago y de los Santos Juanes en Atxuri. Fue autor también de paisajes, en la linea del veduttismo italiano, como «El Desembarco en Olaveaga» y de algunos retratos ejecutados con buen oficio. Su obra más destacada es la decoración al temple y al óleo de la capilla de San Juan Bautista en Santa Maria de Viana, en Navarra.