Concepto

Historia del Arte. Pintura (versión de 1994)

El recambio generacional de los 20-30. Hacia los años 20 otra serie de jóvenes pintores renueva lo que podemos llamar movimiento de artistas vascos: Ucelay, Aranoa, Urrutia y Vicandi en Bilbao; Olasagasti, Cabanas Erauskin y Flores Kaperotxipi o Montes Iturrioz en San Sebastián. Estos han conocido ya en el País Vasco las corrientes modernas y vanguardistas europeas, bien mediante las exposiciones organizadas por la Asociación de Artistas Vascos o a través de artistas que, como Vázquez Díaz, han convivido con ellas en París. El más importante de éstos es, sin duda, Ucelay (1903-1980), a quien podemos relacionar con «Valori Plastici» de Italia o la «Nueva Objetividad» alemana aun cuando sus idealizaciones de temas vascos o sus retratos de la burguesía de Neguri, tan pendiente del mundo inglés, le dan un aire de sofisticación muy personal. Aranoa ha realizado tanto interesantes retratos, como bodegones, antes de orientarse al muralismo. Jenaro Urrutia se especializa en el tema de desnudo, creando una síntesis de modelos clásicos y locales. Ucelay, Guezala, Vicandi y Urrutia participaron junto a Arteta, los Zubiaurre, Echeberría y otros, en la mítica Exposición de Artistas Ibéricos celebrada en el Retiro madrileño en 1925; a su vez, Olasagasti, Cabanas Erauskin y Carlos Ribera (que incorporan a su pintura de modo irregular las aportaciones vanguardistas del primer tercio del siglo: cubismo, futurismo, surrealismo) tomaron parte en otra gran exposición celebrada en San Sebastián, la de Arquitectura y Pintura Modernas de 1930, precedente de la fundación del grupo de arquitectos racionalistas denominado Gatepac. Allí se presentó obra de los españoles de la Escuela española de París, como Picasso, Gris y Miró. Se puede decir, no sin cierta cautela, que en los años 30 el protagonismo artístico de Vasconia tiende a desplazarse desde Bilbao (donde la Asociación de Artistas Vascos parece decaer) hacia San Sebastián, con una intensa actividad cultural organizada por el Ateneo. Así ocurre con el movimiento de la arquitectura racionalista Gatepac, cuya sede del Grupo Norte residió en San Sebastián y cuyo número de afiliados era mucho mayor en Guipúzcoa que en Vizcaya. El estudio del arquitecto Aizpurua fue lugar de encuentro entre jóvenes pintores, intelectuales, etc., que dará como resultado la creación de una sociedad de artistas llamada «GU». Inaugurada por Sánchez Mazas en 1934, a ella acudieron personalidades como Picasso, Max Aub o García Lorca. Ocupada San Sebastián por las tropas franquistas GU fue reconvertido en centro cultural- propagandístico para obtener fondos destinados a la guerra (Quincena de GU) y dejó de existir en 1937. Entre los fundadores de GU hay que destacar al pintor Olasagasti (1907- 1955) un caso de artista malogrado, tanto por el estrecho medio burgués al que perteneció como por la propia época que le tocó vivir. En los años 30 realizó espléndidos retratos, como el del pintor Díaz Caneja o el del arquitecto Aizpurua. También interesa recordar aquí a Juan Cabanas Erauskin (1907-1979), futuro colaborador del Departamento de Propaganda franquista, cuyos bodegones, paisajes y retratos manifiestan una preferencia por los problemas plásticos decididamente moderna, y al pintor valenciano Carlos Ribera (1906-1976), asentado en San Sebastián desde 1930; tanto su obra La Lechera al sol como Equilibrio II muestran una clara fascinación por la pintura metafísica y el futurismo italiano. Esta incorporación a la actitud crítica de las vanguardias es también asumida en la época de la República por un grupo de jóvenes artistas guipuzcoanos, cuyo vínculo de unión reside en haber sido premiados en las Exposiciones de Artistas Noveles: Oteiza, Lekuona y Balenciaga. Estos tres realizarían en San Sebastián en 1934 una Exposición de Escultura, Pintura y Fotografía, (que fue ridiculizada en el periódico «La Constancia» como obra de «etruscos»), con la que Oteiza pretendía ya entonces iniciar un movimiento de artistas vascos removedor del ambiente «caduco y caciquil». Si Oteiza ha sido, al menos hasta los años sesenta-setenta, el escultor que desde su aparición en la Exposición de Artistas Noveles de 1931 renovará y reorientará la escultura vasca, Nicolás Lekuona parecía destinado a desempeñar un papel en cierto modo similar con respecto al concepto de artista en la nueva sociedad. Su obra, que incluye pinturas, dibujos, fotomontajes y fotografías, asi como proyectos de arquitectura, se vio interrumpida por la muerte en la Guerra Civil en 1937. Sin embargo, tuvo tiempo de experimentar con medios tan modernos en su época como la fotografía y el cine. Su obra pictórica así como sus fotomontajes y fotografías muestran una clara orientación surrealista. La «imagen interior» de Lekuona transporta a otra realidad, donde la muerte y el origen entran en juego. En Bilbao hace acto de presencia en esa época una joven generación de artistas, formada en la Escuela de Artes y Oficios, cuyos planteamientos en torno a la fundación social del arte y al papel del artista se concretan en la fundación de Unión Arte, en 1933, en cierto modo alternativa a la Asociación de Artistas Vascos; su equipo directivo estuvo formado por: Luis Revenga, presidente; Urbano Sampedro, secretario; Arturo Acebal, vicepresidente y Fernando Maidagan, tesorero. Debemos recordar también en estos años 30 al interesante cartelista Luis Lasheras y a los pintores Félix Arteta, Martínez Ortiz, Luis García de la Torre. Aparte de esta breve síntesis en que se registra de un modo diacrónico la trayectoria moderna y renovadora de la pintura vasca hasta la guerra civil, es necesario tener en cuenta a otros artistas cuya aportación es también importante. Entre los artistas guipuzcoanos del primer tercio de siglo hay que recordar en primer lugar a Ricardo Baroja (nacido en Río Tinto, en 1871 y fallecido en Bera de Bidasoa, en 1953), un interesante ejemplo de artista versátil que se dedicó tanto al grabado y a la pintura como a la literatura, y fue cofundador de la revista Arte Joven en 1903. A José Salís ( 1863-1927), pintor de paisajes y marinas, se le considera iniciador de la Escuela del Bidasoa. Ascensio Martiarena ( 1883-1966), perteneció a la Asociación de Artistas Vascos. Pinta siguiendo las pautas del paisaje impresionista y fue maestro de sucesivas generaciones de pintores, desde Olasagasti hasta Carlos Sanz, triunfadores en las Exposiciones de Artistas Noveles Guipuzcoanos. De decisiva importancia en el panorama artístico guipuzcoano fue la creación de la Exposición de Artistas Noveles Guipuzcoanos en 1920, que con interrupciones ha venido celebrándose hasta nuestros días. En aquellos primeros años triunfan en estos certámenes dos pintores paisajistas pertenecientes a la Escuela del Bidasoa: Gaspar Montes Iturrioz (1901-1948) y Bernardino Bienabe Artia (1899-1958). También recibió importantes premios Flores Kaperotxipi, nacido en 1901, que tempranamente orientaría su pintura de escenas vascas hacia una nostálgica clientela de emigrantes vascos en Hispanoamérica. En Alava; entre el último tercio del s. XIX y la guerra civil, cabe destacar a un pintor academicista, Juan Angel Sáez García, muerto en 1873, del que son muy conocidas sus vistas de Vitoria, en la línea del veduttismo dieciochesco. Como pintores formados en la escuela realista hay que recordar a Ignacio Díaz de Olano (1860-1936), pintor de enorme sensibilidad hacia los efectos lumínicos, a Pablo de Uranga (1861-1934), que participó en el movimiento de artistas vascos y colaboró con Ignacio Zuloaga, y a Fernando de Amárica (1866-1936), que fue sobre todo pintor de paisajes. La obra del cosmopolita Antonio Ortiz de Echagüe (Guadalajara, 1883-Buenos Aires, 1942), está más cercana a algunos planteamientos de la pintura moderna, tanto en lo relativo a sus motivos de Africa, como en lo referente a la utilización generosa del color. Carlos Sáenz de Tejada (1897-1957), cuya obra en los años 20 se acerca a las vanguardias, fue sobre todo un gran ilustrador, que colaboró en revistas francesas y españolas. En Navarra hay que recordar en primer lugar a Javier Ciga (1886-1959), que destaca como pintor tanto de costumbres como de retratos. También a Jesús Basiano (1889-1966) y García Asarta (1861-1921), que colaboran con la Asociación de Artistas Vascos. Mientras el primero destaca como paisajista, el segundo será principalmente retratista, muy solicitado en Bilbao entre 1905 y 1912.