Concepto

Historia del Arte. Pintura (versión de 1994)

La pintura gótica. Los frontales pintados sobre tabla emigraron a diferentes museos del mundo y destaca entre ellos el de Eguillor (Nav.), de la primera mitad del s. XIII, conservado en el Museo de Cataluña. La pintura mural de la época del Gótico (s. ME-XV), se encuentra en Navarra y Alava, con un claro predominio de la primera; el Museo de Navarra posee un rico conjunto de pinturas murales que fueron trasladadas a él entre los años 40 y 50. Se encuentran en este Museo los murales que decoraban las cabeceras de las iglesias de San Martín de Artaiz, del s. XIII, y de San Saturnino de Artajona, del último cuarto del mismo siglo, de tradición románico-bizantina y de transición al gótico. Del s. XIV y en estilo franco-gótico o gótico lineal pueden citarse la capilla de San Pedro de Olite, la iglesia del Crucifijo en Puentelarreina o las pinturas de las iglesias de Gallipienzo y Olleta. La más bella e importante pintura mural procede del refectorio de la Catedral de Pamplona. Se trata de un gran rectángulo (615 x 347 cm.) a modo de retablo, que representa la Pasión de Cristo. En tres niveles horizontales aparecen la Flagelación y el camino del Calvario en la parte superior, la Crucifixión en el centro y el Entierro y la Resurrección en la parte inferior. Todo ello enmarcado por una ancha banda con figuras de profetas. En la parte inferior hay una serie de escudos custodiados por deliciosas figuras de músicos. Remata la escena una leyenda donde se registra el nombre del comitente, Johannes Petri de Stella, así como el de su realizador, «Johannes Oliveri depinxit istud opus», y la fecha de ejecución, 1330. Está realizado con técnica mixta de temple y óleo. Se trata de una muestra evidente del refinamiento alcanzado por la corte de Navarra, en el área de influencia francesa, y tiene indudable relación con el gótico inglés. De la órbita del maestro Juan Oliver son también las no menos delicadas pinturas del llamado Segundo Maestro de Olite. Son restos del retablo mural de Santa María, procedentes de la torre campanario de San Pedro de Olite, y representan escenas de la vida de María e infancia de Jesús. Por la época de realización (hacia 1340-1360) muestran la evolución, dentro del estilo franco-gótico o lineal, hacia la influencia del italianismo toscano. Del taller de Juan Oliver es también Roque de Artajona, autor de las pinturas de la iglesia de San Saturnino de ese lugar. También las pinturas que decoraban el sepulcro del obispo Don Miguel Sánchez de Asiain son representativas de la influencia italiana del «Trecento». Carmen Lacarra dice de ellas que su rica iconografía mariana y la delicadeza de los tonos cromáticos las convierten en uno de los conjuntos más atractivos del s. XIV. En Alava, el descubrimiento en 1966 y posterior restauración de las pinturas de la iglesia de Gaceo ha aportado un conjunto importante que cubre todo el ábside y el tramo recto del presbiterio. En este caso, se trata de pinturas realizadas sobre fondo de color plano, con líneas angulosas y quebradas, más arcaizantes, como parece corresponder a una pequeña iglesia rural. Han sido realizadas con técnica mixta de fresco y temple, y por los motivos iconográficos se han datado en el primer cuarto del s. XIV. En el ábside aparece representado el Trono de Gracia o Trinidad. A poca distancia de Gaceo se encuentra la iglesia de Alaiza, caso insólito de pinturas murales tanto por el estilo sumamente arcaico, más propio de las artes populares, como por los temas tratados: toma de un fuerte, traslado de restos mortales a una iglesia, símbolos como el árbol de la vida y motivos de un realismo brutal que incluyen una escena de violación. «La técnica es elemental: siluetas de animales, plantas, edificios y festones se proyectan en rojo inglés sobre fondo cardenilloso desteñido. Apenas hay composición, pero el conjunto tiene la fueria expresiva propia de las pinturas rupestres...», en palabras de Jesús Moya. Descubiertas en 1982, han sido objeto de no pocas elucubraciones, que apuntan hacia la posible narración, en el lenguaje ingenuo de un artista popular, de un episodio de la intervención de las tropas inglesas del Príncipe Negro en las disputas castellanas. De fines del s. XIV son el retablo de Quejana, en la capilla-panteón de la familia de Don Pedro López de Ayala y el tríptico del monasterio de Quejana, cuya soltura al solucionar problemas de composición muestra un mayor acercamiento a la influencia francesa que el más arcaizante retablo citado. El llamado Gótico Internacional está representado en Navarra por los retablos de Santa Catalina y de la Virgen de la Esperanza, en la Catedral de Tudela, dentro del área de influencia de pintores aragoneses como Juan de Levy, autor del primero, y Bonnat Zaortiga. La influencia flamenca, por otra parte, aparece en el retablo mayor de la Catedral de Tudela, de donde irradiará a otras localidades navarras. Con ella se introduce la técnica del óleo, así como una mayor valoración del paisaje y de la profundidad espacial. Al último gótico pertenecen también las pinturas murales del segundo maestro de Gallipienzo, mezcla de influencia flamenca y sabor local, que se encontraban en el ábside de la iglesia parroquial sobre las pinturas anteriormente citadas. Tanto en Alava como en las provincias costeras existen numerosas tablas y trípticos flamencos, producto del intercambio comercial con Flandes; puede señalarse el Descendimiento, copia muy buena del original de Rogier Van der Veiden, en colección privada, o la Virgen con el Niño, de un seguidor del mismo maestro, del Museo de B. Artes de Bilbao; cabe citarse el Descendimiento, atribuido a Colin de Coter y Virgen con el Niño del taller de Dieric Bouts, en el mismo museo. El de Vitoria posee obras de gran interés como el Descendimiento copia de Hugo Van der Goes. Como «perla rara» dentro de la pintura hispano-flamenca, existe una tabla votiva en San Pedro de Zumaia, del s. XV, encargada por el marino Juan Martínez de Mendaro. Representa en la parte superior a la Virgen con el Niño entre Sta. Catalina y S. Pedro, además del donante arrodillado. Toda la mitad inferior está ocupada por una escena de barcos, referida a una victoria naval.