Non assigné

Gipuzkoa. Historia (version de 1984)

La crisis de Guipúzcoa (1766-1833).

Entre 1766 y la primera guerra carlista, Guipúzcoa conoce una crisis económica de grandes caracteres, crisis estudiada en parte por Fz. Albaladejo (1975). La carestía de los bastimentos condujo a una situación insostenible para la mayoría de la población, en especial agraria, situación que, en la primavera de 1766, se tradujo en una serie de revueltas o matxinadas la más importante de las cuales fue la de Azpeitia, a la que siguieron las restantes tanto en Guipúzcoa como en Vizcaya (ver AZPEITIA). Iztueta ofrece su propia visión sobre la crisis económica que se gesta cuando acaba de nacer. Pero en vez de concentrar su interés sobre la crisis comercial de ciudades como San Sebastián prefiere enfocar el medio rural y referirse a las repercusiones -para Iztueta felices- de tal crisis. Lo hace a propósito del crecimiento experimentado por la ganadería vacuna a finales del siglo XVIII.

"Todos los guipuzcoanos de mi edad saben que, desde hace sesenta años a esta parte, es decir hacia 1785, el ganado vacuno (abelgorria) se ha acrecentado en gran manera en esta provincia, en especial en las inmediaciones de los núcleos urbanos grandes. Anteriormente se solía ver frecuente trasiego de ganado vacuno procedente de Francia, traído para abastecer a esta provincia. Debido a ello, a los carniceros de este lado les estaba permitido el paso legal a Francia de cierto dinero a estos efectos (diru jakin bat lanbide honetarako). Pero, luego, nuestra Madre Guipúzcoa, al advertir que en su demarcación había tomado tanto incremento el ganado vacuno, tomó las medidas oportunas a fin de favorecer a sus industriosos hijos. En 1829, en las Juntas Generales reunidas en la leal Tolosa, esta sabia Madre tomó el acuerdo de prohibir la importación de ganado vacuno de Francia y de permitir a cualquiera la exportación del mismo a donde se quisiera. De esto puede inferirse por qué el término guipuzcoano se halla bien abastecido de vacuno."

Este acontecimiento sobrevino debido a dos hechos capitales: el derrumbe comercial de San Sebastián y la venta de comunales:

"En esta generación se han visto en Guipúzcoa dos memorables acontecimientos debido a los cuales ha acaecido, a mi parecer, este acrecentamiento del ganado vacuno: uno es la caída del comercio donostiarra y, el otro, la venta que han debido de efectuar nuestros leales pueblos de sus abundosos argomales, amplios brezales y grandes retamales y otras buenas tierras de monte a fin de poder hacer frente a las necesidades de la aciaga guerra. Estos dos inesperados lances han sido los que han proporcionado a los agricultores guipuzcoanos unas expectativas mejores que el porvenir que les esperaba."

A continuación explica el porqué de este proceso:

"En los tiempos aquellos en que el comercio donostiarra se hallaba en su cénit, alentado por locas ganancias, la agricultura local se encontró completamente caída y la de las localidades vecinas en la cuerda floja (zabuan zinzilika=balanceándose), debido a que todos los trabajadores se fueron, precipitadamente, en busca de las nuevas ganancias. Ya que es cosa bien sabida que aquellos agricultores que no se hallen en lo más alto (de la escala social) tirarán la azada y otros aperos a un rincón y se irán a por la migaja del dinero diario. En aquellos faustos tiempos en que el comercio de San Sebastián se hallaba en lo más alto, no era posible encontrar en las caserías de su término una sola vaca preñada o con cría. Lo que sí había en algunas de ellas eran yuntas de bueyes que se utilizaban para los trabajos del puerto y de las calles, y con ellas salían en cuanto amanecía, en busca de trabajo a la ciudad, mientras los de casa recorrían, con la cesta y la hoz en mano, los bordes de las rozas en busca de alimento para los bueyes."

La vena moralista y antiburguesa de Iztueta aflora en su crítica a estos nuevos hábitos:

"Y en caso de que no hallaran los boyeros ganancias, entrarán en las sidrerías, dejando a los bueyes en cualquier rincón y de cualquier forma, donde pasarán todo el día jugando y charlando, comiendo bacalao achicharrado y sardinas saladas, llenándose hasta la coronilla de sidra, mientras sus mujeres e hijas les esperan para poder disponer de una cena. En el caso de que el boyero llegara a la tarde, cuando todos regresan, haciendo sonar el dinero de la bolsa, todos se pondrían a bailar llenos de júbilo y de sidra; en caso adverso, si la ganancia era escasa y las explicaciones abundantes, aquella noche había cena frugal y poca sidra. Y ya, si se conocía la estancia del boyero en la sidrería, los hombres fruncirían el cedo y las mujeres armarían la de San Quintín (gizonezkoak kopetak zimur ta illun eta andreak txipiritona)."

Se explaya, a continuación, en más ejemplos de esta pérdida de valores hasta que la situación cambia:

"Tan pronto cayó el mercantilismo, comenzó a levantarse la agricultura. En cuanto desaparecieron las locas ganancias que un día surgen aquí, otro allí y el tercero se van quien sabe dónde (etsi Akelarren), el labrador (nekazaria) volvió al honrado trabajo de la azada que nunca perecerá. Y pronto, emulándose unos a otros, cavaron los campos que antes estaban completamente abandonados, labraron los llanos, cerraron los arenales, allanaron los terrenos costaneros, quemaron las zarzas, prepararon tierras novales, y Vas efectuar admirables trabajos, obtuvieron buenos resultados y se surtieron de ganado vacuno."

Vuelven a levantarse casas de labranza que antes estaban caídas y en desuso:

"Cerca de mil caseríos se hallan en el término de San Sebastián, todos los cuales estaban completamente derrumbados en los tiempos del comercio y ahora se han alzado."

Y no sólo ha beneficiado, según Iztueta, al campo la depresión comercial, sino también, en gran medida, la desamortización efectuada por los municipios como consecuencia de la guerra antinapoleónica:

"Y vamos a examinar ahora, con algún detalle, el destino reservado a las tierras, montes y bosques vendidos por los leales pueblos en los momentos de apremio. En los terrenos comprados a los pueblos de cuarenta años a esta parte (hacia 1805) en el término de Guipúzcoa, se han erigido muchos caseríos con sus correspondientes terrenos, bosques, praderas y ganados, los cuales proporcionan grandes bienes por medio del sudor y la fatiga de sus laboriosos nativos (jaiotar beargilletsuen neke izerdikoaren bidez). Es difícil de expresar el adelanto que ha experimentado la agricultura (nekazaritzak) y la tranquilidad que gozan los labradores locales (bertako atxurlarik). Hasta cien casas de labranza se habrán erigido en el término de Oyarzun mediante estas nuevas compras; y en Azpeitia, Azcoitia y otros muchos pueblos ¿quién sabe cuántos? Es verdaderamente admirable ver a los paisanos recoger riqueza en tierras donde antes sólo había algunos pastos para los ganados. Todos estos grandes hechos los han llevado a cabo los nativos de los lugares y ellos los disfrutan. Por consiguiente, con estas tierras no ha ocurrido otra cosa que coger con una mano lo que ha caído de otra (propia)."

Desgraciadamente Iztueta no nos informa sobre el régimen de propiedad de estos nuevos caseríos, detalle que hubiera resultado muy interesante.