Lurraldeak

Bizkaia. Antropología (1999ko bertsioa)

4/ Nuevos tiempos y nuevos mitos.

Religaciones de la modernidad tardía. El declive de la religiosidad popular, la pérdida de plausibilidad de las creencias tradicionales y la secularización que afecta a la religión institucional han vaciado un nicho ecológico ocupado ahora por nuevas formas de religación con lo sagrado. Como la proliferación de sectas -fundamentalistas o de tipo oriental-, mancias, curanderismo urbano y adivinación; y con nuevas expresiones de conductas supersticiosas: como la creencia en el azar y/o el destino implícita en horóscopos, loterías y bingos, bajo la advocación tutelar de San Pancracio. O bien por expresiones pararreligiosas, como las medicinas alternativas, el yoga y la meditación. Surgen, además, devociones populares no legitimadas por la ortodoxia eclesial. El culto a la Virgen de Unbe, como las apócrifas apariciones marianas de otros territorios, vuelve a remitir al universo numinoso del bosque y de las fuentes, asociado antaño con las lamias y con Mari. Sus fieles atribuyen virtudes curativas al agua del abrevadero junto al que se ubica la presunta aparición mariana de 1969, y cada primer sábado de septiembre varios miles de personas -venidas de toda España- celebran una procesión en honor de la Virgen Pura Dolorosa. Aunque fallidos y episódicos, resultan asimismo significativos sendos intentos llevados a cabo para provocar o impetrar, respectivamente, la lluvia en plena sequía de 1990, por un grupo de ocultistas el 13 de enero en Barakaldo, y por la rogativa efectuada por más de 300 personas el 3 de marzo, en pleno centro de Bilbao. Ambos revelan una persistencia de la función asignada a los rituales -letanías, rogativas- destinados a garantizar el control del ciclo natural.

Renaturalización y sociedad. La dinámica del convivial festivo, antes patrimonio de la religiosidad popular, se asocia ahora con un nuevo paradigma mitológico: el ecologista, en torno a una naturaleza reencantada como espacio a conservar y gozar estéticamente, y no como escenario de producción y de dominio. Perduran las romerías de montaña, más multitudinarias que nunca, pero su función simbólica de contacto con el cosmos sacral y las expresiones rituales populares han dejado paso, como factores estructurantes, al contacto con la naturaleza y a expresiones lúdicas y comensalísticas de vinculación social. Algunas de las romerías más concurridas de Bizkaia se celebran en las cumbres de sus montañas: Pascua de Pentecostés en Kolitza, Santa Cruz en Bizkargi, San Cristóbal en Oiz y Santa Eufemia en Urregarai. Y otras en sus inmediaciones: Santa Agueda en las estribaciones del Arroletza, El Suceso (Carranza) entre Peñagrande y Peñaescrita, San Antonio en el puerto de Urkiola; o en un promontorio rocoso, como el islote de San Juan de Gaztelugatxe. Estos rituales reactivan cíclicamente la identificación con el territorio, reproducen identidades colectivas desde la instacia local hasta la étnica. Otros rituales de intensa construcción de lo comunitario tiene lugar asimismo en espacios naturalísticos: la gira festiva de Bermeo a Izaro por Madalena, o el macroconcurso de paellas en las landas de Azkorri (Getxo). Ocio, deporte y medioambientalismo concurren en los nuevos rituales de identificación étnica en torno a la promoción del euskera. Como el recorrido del Ibilaldia o la intinerante Korrika a su paso por Bizkaia. Aunque ambos trascienden con su recorrido la dicotomía rural-urbano, y el segundo también las administrativas, subrayando la definición territorial de Euskal Herria (Valle, 1988). La atávica identificación con el bosque y la montaña, mediatizada otrora por romerías y herri kirolak, es desempeñada ahora por otros agentes adicionales. Básicamente por un nuevo tejido asociativo, que comprende diversas expresiones de contacto con la naturaleza: montañera, escout, ecológica, micológica y cinegética. Neorruralismo. La escasez de exploraciones rurales viables y abandonadas en Bizkaia ha limitado el fenómeno neorruralista, del mitificado retorno al campo (a "los orígenes") a dimensiones anecdóticas. En la Bizkaia rural no existen comunidades nucleadas en torno a valores religiosos o contraculturales, y tan solo un puñado de ex-profesionales urbanos ha optado por esta alternativa.

Del panteón étnico a la religión civil nacionalista. El destino del corpus creencial, una vez vaciados de plausibilidad mitos y leyendas, será análogo al de otros rasgos de la cultura popular convertidos en demarcadores étnicos. Aquel conjunto de vestigios fragmentarios procedentes de la tradición oral (Barandiarán, 1972: I, 391) fue sistematizado por los folkloristas en una estructura coherente de relatos, constructo que remite a una visión primordial y esencialista de la cultura vasca ligada a valores tradicionalistas y confesionales. Su sacralidad se ha transferido a la nueva religión civil nacionalista, precisada de símbolos y rituales como agentes de cohesión social y patriótica. Leyendas y mitos confieren trascendencia numinosa y sentido épico a una identidad étnica diferenciada. Genios y númenes se transmutan de fuerzas de la naturaleza en símbolos emblemáticos de identificación étnica, supeditados a la construcción de un nuevo imaginario patriótico a inculcar en las conciencias individuales. Asumidos por el nacionalismo jeltzale, pese a su ortodoxia católica, el movimiento abertzale adapta con mayor comodidad estos mitemas a una religión civil más acorde con un neopaganismo autóctono opuesto al monoteismo católico. Aquellos personajes que, como el Olentzero actualizan su potencialidad significante mediante la recurrencia del ritual gozan de mayor eficacia simbólica, pese a su reciente implantación en Bizkaia. La evocación festiva de otros númenes no trasciende en cambio al territorio y la afirmación de identidades locales. Es el caso de la lamia Xixili (Bermeo), de las Sorgiñak (Bermeo, Mundaka), o de todo el panteón mitológico en la Maskarada de Lamiako (Leioa).