Lurraldeak

Bizkaia. Antropología (1999ko bertsioa)

3/ Bizkaia legendaria.

La leyenda es una categoría narrativa que se incardina en la memoria colectiva, una de las claves, por lo tanto, de la identidad grupal. Todo agregado humano fundamenta su autoconciencia e identidad mediante una representación colectiva de sus orígenes, de su génesis y de su historia. Leyendas históricas que se inculcan y reinterpretan de generación en generación, para acabar formando parte de la conciencia colectiva. Esta es la función de las leyendas emblemáticas del poder político, de la ciudad o de la nación, cuyo acontecer se asocia a categorías de temporalidad más o menos precisas. Otras, vinculadas a un microterritorio y a un paisaje determinados, se incardinan temáticamente en la religiosidad popular y en el pensamiento mítico, fundamentando una identidad local. Si las primeras experimentaron una fijación y difusión escritas, las segundas han perdurado básicamente como género de la tradición oral, al menos hasta que fueron recogidas y sistematizadas por etnógrafos y folkloristas, sometiéndose así a análoga invariabilidad, con lo que dejan de ser tradiciones vivas y cambiantes.

Leyendas históricas e invención de la tradición. La visión legendaria de nuestro pasado ensalza al pueblo vasco por su nobleza y autoctonía originarias, carácter indómito, invicto e independiente. La instrumentalización de estos ideologemas como signos de diferenciación étnica se remonta al fuerismo decimonónico y a la literatura historicista de sesgo postromántico. Tras el precursor suletino Augustin Chaho, el vizcaino Antonio de Trueba (1819-1889) -escritor y cronista del Señorío- asigna esta función didáctica a romances y leyendas. En su Libro de las Montañas (1867) ya describe la legendaria batalla de Arrigorriaga. Aunque el hito clave son las Tradiciones Vasco-Cántabras (1866), del guipuzcoano Juan V. de Araquistain, la continuidad del género en otros autores, a través de las páginas de la Revista Euskara (1878-1883) y de las Fiestas Eúskaras implica la incorporación de leyendas vizcainas, como: La Dama de Morumendi, Los Hijos de Amandarro, Jaun Zuria o La Batalla de Arrigorriaga (Elorza, 1978: 53-64). Estas dos últimas son reinterpretaciones de sendas leyendas genealógicas bajomedievales de los siglos XIV y XV, incluidas en el Livro das Linaghens del conde Barcelos y en las Bienandanzas e Fortunas del famoso banderizo encartado Lope García de Salazar. Las diferentes versiones, que hacen al Señor de Vizcaya hijo de Culebro o esposo de Mari, símbolos otónicos, constituyen un mito de autoctonía, de su procedencia de la Tierra materna como fuente de toda nobleza y legitimación de la misma (Aranzadi, 1981: 317-335). Con ellas el mito adquiere perfiles de temporalidad, se hace leyenda. El valor asignado a estas tradiciones no depende de su verosimilitud histórica o de sus cánones estéticos, sino de su capacidad para impresionar la imaginación popular mediante el epos heróico-trágico, inculcando en las conciencias los hechos patrióticos y los símbolos esenciales de la comunidad imaginada. El relato legendario desempeña así una función capital como factor conformador de la conciencia colectiva. Supliendo la escasez de datos históricos, opera como agente legitimador del discurso protonacionalista primero y bizkaitarra después. Función ya explícita en las obras de Sabino Arana, cuyo primer capítulo de Bizcaya por su independencia (1892) está dedicado a la batalla de Arrigorriaga. Y de sus discípulos bilbainos, como en el tríptico legendario Lekobide (1913) de Emiliano de Arriaga; o el melodrama histórico Libe, sobre un texto de Sabino Arana (1903) adaptado para el teatro por Manu de la Sota (1934).

Una leyenda arquetípica. Una de las leyendas vizcainas de mayor difusión es la relativa al Puente del Diablo, a medio camino entre la tradición oral y su fijación literaria. Este puente, que atraviesa el río Cadagua a la altura de Kastrexana (Barakaldo/Bilbao) desde su construcción a comienzos del s. XV, está situado en plena ruta jacobea. Pertenece al tipo legendario de los puentes del Diablo, cuya construcción se atribuye a éste a cambio del alma del solicitante, común a todo el Occidente europeo. Sus versiones literarias más antiguas son las de Juan E. Delmas en su Guía de Vizcaya (1864) o, la que con el título de "La vara de azucenas", incluye Antonio de Trueba en sus Cuentos de varios colores (1866). El imaginario popular subraya la intervención de los Mikolasak, legión de diablillos auxiliares, y del Marti-Ollar o gallo nacido en marzo; como en las versiones del Kastrejana´ko Zubije recogidas por Barandiarán (1973: II, 461-464) en Kortezubi, Larrabetzu y Amorebieta en 1920-21. Si aquí el diablo es el presunto arquitecto, en otras zonas de Euskal Herria se atribuye este papel a las lamias o a los gentiles. Las versiones locales de Kastrexana e Irauregi adjudican el protagonismo a las brujas quienes, como su maestro, lo edifican en una sola noche, pero las sorprende el canto del gallo antes de que coloquen la última piedra. Y Puente de las Brujas se denomina en la zona al de referencia (Homobono, 1994 b: 144).

Leyendas populares y fundación de santuarios. Otras leyendas populares convierten a los jentillek en constructores de templos, utilizando como materia prima piedras de los montes más próximos, en algunos casos lanzadas a honda desde su cumbre. Como las iglesias parroquiales de Xemein (Markina), Andre Marije de Gernika, Ondarroa e Ibarrangelua. Aunque el advenimiento del cristianismo signifique su fin, como pronostica la versión contada en Orozko de una conocida leyenda, el imaginario popular convierte a estos paganos en cómplices difusores de la nueva religión, erigiendo ermitas hasta en los lugares más recónditos. Relatos populares de Arratia, Duranguesado, Orozko y Barakaldo atribuyen al sonido benéfico de sus campanas el poder de ahuyentar diversos tipos de númenes. El ámbito auditivo de las campanas protege a la comunidad de cualquier desorden, sea cósmico o ideativo. Tormentas, rayos y brujas; y, por extensión, a las campanas de San Miguel de Zeanuri se les atribuye la virtualidad de salvaguardar en su ámbito el orden tradicional contra las asechanzas del liberalismo (Azkue, 1959: I, 200-201). Las leyendas de hallazgos y de apariciones de imágenes expresan la vinculación exclusiva de un símbolo religioso con una comunidad local y con un espacio determinado. Este se convierte en espacio ritual, ya que la comunidad erige frecuentemente un santuario, y el rito festivo anual reafirma los vínculos entre estos tres. Muchas leyendas subrayan la elección del lugar por la imagen hallada, que se resiste a ser trasladada a los espacios de culto ya establecidos, retornando al lugar del hallazgo o haciendo trasladar prodigiosamente allí los materiales. Este último tipo de leyenda legitima la erección de una larga serie de ermitas e iglesias de advocación mariana por toda Bizkaia. La aparición directa de la Virgen determina el lugar de erección de santuarios como Ntra. Sra. de la Antigua (Orduña) o del Buen Suceso (Carranza); y sucesos prodigiosos los de templos como Sta. María de Ziortza. Por último, se atribuyen a visitas del propio santo al lugar en cuestión la fundación de determinadas ermitas: San Juan Bautista en Gaztelugatxe, San Antonio de Padua en Sukarrieta y Urkiola, Santa María Magdalena en la isla de Izaro, San Pedro en Atxerre y Santa Eufemia en Urregarai (Arregi, 1988: 144-149).

Transcripción del texto de las Bienandanzas e Fortunas reproducido en la página anterior, según el estudio de Angel Rodríguez Herrero (Bilbao, 1967).

De la batalla que los vizcaynos ovieron / en Artiaga con los leoneses, e seyendo ven / çedores tomaron por señor a don Curia./.Seyendo este don C,uria ome es / forçado e valiente con su ma / dre allí en AltamJra cavo / Mondaca, en edad de XXII años entró / vn fijo del Rey de León con poderosa gente / enVizcaya quemando e Robando e matando / en ella porque se quitaran del señorío de León / e llegó fasta Baquio, E juntados todos / los viscaynos en las çinco merinda / des, tafijendo las çinco vosinas en las / çinco merindades segund su costumbre / en Gerrijea, e oviendo acuerdo de yr pe / lear con él para lo matar, o morir todos / allí, E enbiáronle desir que querían poner / este fecho en el juysio de Dios e de la / batalla aplasada a donde él quisiese E / por él les fué Respondido que él no apla / saría batalla sino con Rey o con ome / de su sangre Real e que les quería faser su / guerra como mejor podiese, e sobre / esto acordaron de tomar por mayor e / capitán desta batalla aquel don Curia que / era njeto del Rey dEscoçia, E fueron / a el sobre ello, e falláronlo bien presto / para ello, e enbiando sus mensajeros, a / plasaron batalla para en Padura, a / çerca de donde es Viluao, E llamaron a / don Sancho Astegis, señor de Durango / que los venjese ayudar a defender su / tierra, e vino de voluntad e juntose con / ellos todos en vno, E oviendo fuerte / batalla e mucho profiada e despu / és de muertos muchos de anbas las / partes fueron vençidos los leoneses, e rnu / erto aquel fijo del Rey, e muchos de los / suyos. E morió allí aquel Sancho Aste / gas, señor de Durango, e otros muchos / viscaynos. E sigujeron el alcançe ma / tando en ellos que no dexauan njnguno a vida / fasta el árbol de Luyaondo, e porque se tor / naron de allí pesándoles llamaron el / árbol gafo, e los leoneses que escapar / podieron, salieron por lapeña Goro // bel que es sobre Ayala, e como ençima / de la sierra dixieron a saluo somos. / E por esto le llaman Saluada, e porque / en Padura fué deRamada tan / ta sangre llamaron Arrigorriaga, que di / se en vascuence peña viciada de san / gre / como la llaman agora. E torna / dos los viscaynos con tanta onRa a / Gernjea, oviendo su consejo desiendo que / pues tanto eran omjçiados con los le / oneses que sin aber mayor por quien se / Regiesen, que no se podrían bien defender, E pues escusar no lo podian, que to / masen a este don Curia que era de sangre / Real, e valiente, pues que los él también / auj a ayudado fasiendo grandes fe chos darmas en esta batalla, e to / máronlo por Señor, e partieron con él los montes, e las selas, e diéronle to / do lo seco o verde que no es de fruto le var para las ferrerías e çiertos de / rechos en las venas que sacasen, e de hesaron para sí los Robres, e ayas, e / ensinas para mantenjmJento de sus pu / ercos, e los aseuos para / mantenimJento de sus vestias, e los tres / nos para faser astas de armas, ce / llos de cubas, e los salser para ce / Radura de setos. E diéronle ereda / des de los mejores, en todas las co / marcas a donde poblase sus labra / dores, porque se serujese dellos, e no e / nojase a los fijos dalgo, en las quales fueron poblado e aforados como / lo agora son en sus pedidos e derechos e que no se mezclases en el fecho de las / armas nj en los juysios, nj en los / caloñas, en ygual derecho con los / fijos dalgos, e diéronle la justicia ce / vil e crimJnal para quel posiese Alcaldes / e Prestameros e Merinos e Probos tes, que jusgasen e esecutasen, e Recaudasen sus derechos a costa suya del. Jurándoles en Santa María la Anti / gua de Gerrijea de les guardar fran / quesas, e Huertades, vsos, e costumbres / segund ellos ovieron en los tiempos //