Monarkia eta noblezia

Antso IV.a Gartzes Peñalengoa (1996ko bertsioa)

Quiénes eran los conjurados y qué se proponían. No hubiera sido empresa fácil destruir el reino vasco en lucha abierta y noble. Nada nos ha conservado la historia que dejara ver la mano de Alfonso en este asunto. Son los hechos los que le denuncian como realmente el más interesado. Si se examina la «empresa», en su conjunto, el asunto de Pamplona no deja de ser una de sus partes llevada a cabo con todo el éxito que hubiera deseado. Que ese rey estaba alerta en sus fronteras esperando acontecimientos está fuera de toda duda. El gobernador de Montes de Oca, Diego Alvarez, debió de ser el principal enlace para la entrega del país. Este señor, que era castellano, tenía una hija, doña Ticla, casada con el hijo del conde de Vizcaya, que a su vez, guardaba el castillo de Bilibio, en las Conchas de Haro, llave de los montes Obarenes. La traición de estos magnates ha dejado reflejo en dos documentos que cita Ortueta: una carta escrita en 1082, seis años después, por San Veremundo, abad de Iratxe, coetáneo de los sucesos, que dice: «...el rey don Sancho, el cual fue muerto por su hermano y por su hermana, y por los Mayores de su tierra». El otro documento, de 1079, una donación a Leire, dice: «...el rey don Sancho, hijo del rey don García, el cual mataron su hermano don Ramón y su hermana doña Ermesenda y también sus Príncipes infidelísimos».