Monarkia eta noblezia

Antso IV.a Gartzes Peñalengoa (1996ko bertsioa)

Se reanuda la escalada castellana. Batalla de los tres Sanchos (1067). No sabemos detalladamente cómo se desarrollaron los acontecimientos. Se trata de un movimiento ya en marcha, y que será poco menos que imposible detener. Hay voluntad de pasar sobre toda norma jurídica, moral o política. Ya el 18 de enero de 1067 el rey castellano y sus hermanos se hallaban en San Millán rodeados de varios señores castellanos afectos a su causa. Y, paralelamente al avance castellano en el interior del reino vasco, el despliegue de los leales y de su rey. Un caso concreto de estas lealtades a toda prueba la da el abad don Pedro abandonando su alto puesto antes de claudicar. Las avanzadas invasoras dominaban ya el paso de Pancorbo. El movimiento es rápido y sorpresivo. Se efectúa el cruce del Ebro por Logroño; entretanto, los dos Sanchos, de Pamplona y Aragón, reagrupan sus fuerzas ansiosos de rechazar a su belicoso primo. Moret nos dice que el rey se retiró al interior de Navarra para «juntar todas las fuerzas de ella y las provincias de la corona de lengua vascónica, Alava, Guipúzcoa y Vizcaya; que todas acudieron con gran prontitud y amor por la fidelidad natural de sus moradores y por el encono de la injusticia de la guerra...». No lejos de Viana, junto a la villa de Mendabia, se enfrentaron castellanos y vascos. El choque fue brioso y reñido. El castellano Sancho debió huir saltando de su caballo. No les debió ser empresa fácil la retirada hasta la frontera. De nuevo se recuperan las tierras riojanas y burebanas hasta los famosos Montes de Oca. El día 1 de abril ya se hallaba el rey vasco en San Millán.