Monarkia eta noblezia

Antso IV.a Gartzes Peñalengoa (1996ko bertsioa)

Conmoción y confusión: los asesinos repudiados. Inmediatamente, los asesinos y sus cómplices, sin perder tiempo, se lanzan a levantar las gentes en su favor recorriendo pueblos y valles. La respuesta del reino fue unánime y enérgica. Se les repudia y se les obliga a abandonar el país, echándolos por la fuerza, con las armas en la mano. Las gentes, desconcertadas, quisieron orientarse buscando un sucesor al trono. Los dos niños del rey muerto eran de corta edad. Por otra parte, su hermano Ramiro, señor de Calahorra, atrajo hacía sí las miradas. Era tarde: los ejércitos de don Alfonso de Castilla caían sobre la Bureba y la Rioja como en un paseo militar. Hábilmente, sus cómplices, el señor de Vizcaya y de Nájera, el guardián de Montes de Oca y el de Bilibio, echaban las voces de que el monarca castellano venía en plan de vengar el infame asesinato. El redactor del Fuero de Nájera le llama «impísima fraude». Ya el día 10 de julio, unas semanas después del suceso, estaba ya el vengador en Calahorra. La familia real, contagiada de aquel ambiente de generosidad y nobleza que caracteriza este reinado, le recibe en Nájera como a pariente y amigo. Y se hubiera hecho el dueño absoluto del reino vasco y éste hubiera desaparecido como tal a no intervenir Sancho de Aragón, entrando apresuradamente en Pamplona, pues ya los castellanos habían ocupado hasta Puente la Reina y Sangüesa. Pamploneses y aragoneses les obligaron a replegarse hacia la Rioja. Y tan rápido debió ser todo este movimiento que alcanzó a desarrollarse dentro del mes de julio. La infanta asesina, Ermesinda, se refugió en la corte de Castilla, de la que formará parte, y Ramón, en la del rey musulmán de Zaragoza.