Concept

Anarquismo en Euskal Herria desde 1864 a 1939

Anselmo Lorenzo evoca su paso por la capital alavesa en el verano de 1872. Residió dos meses en casa de Manuel Cano y allí recibió al "communard" francés Alerini, portador de una carta de Bakunin en la que descalificaba a Marx. De Vitoria el tipógrafo toledano prosiguió viaje a Bilbao donde trabajó por espacio de dos meses en una imprenta. Merece la pena detenerse en el testimonio de Anselmo Lorenzo pues permite captar el ambiente y las dificultades encontradas. En primer lugar, recuerda los nombres de algunos militantes -Morisé, Zulueta, Sánchez, Echevarría, Quinzaños.- y a continuación escribe:

"sólo existía una Sección Varia; no había sido posible organizar Secciones de oficio, por falta de actividad en los organizadores y por resistencia pasiva en los trabajadores de la localidad".

Prosigue con la descripción de unos mítines y las reacciones que suscitaron:

"Al domingo siguiente, un cura, en el templo de San Antón se permitió anatematizar desde el púlpito la propaganda anarquista, a lo que el comité de la Sección Varia bilbaina de la Internacional contestó con una hoja negando profusamente las afirmaciones clericales y retando al cura a una controversia pública".

Por último, expone su visita a la cooperativa de la fundición de Bolueta:

"suministraba habitación, comestibles, ropa y géneros diversos a precio de coste, mediante la intervención de una comisión de obreros de la casa, que cuidaba minuciosamente de la economía y de la buena calidad de los productos adquiridos para el consumo, y así, mientras la compañía se beneficiaba con la retención del capital, los trabajadores obtenían géneros buenos y baratos".

En conclusión, no disimula su fracaso propagandista:

"En tales condiciones, aquellos trabajadores, confiando en la continuidad del trabajo, como si no pudiera sobrevenir jamás una crisis, considerábanse a cubierto de los mil peligros que acechan a los trabajadores en general, y no había medio de elevarlos a la consideración de las aspiraciones de la Internacional".

A. Lorenzo, op. cit. p. 316-317.

En enero de 1874, el golpe de estado del general Martínez Campos ponía fin a la República y la Internacional era declarada fuera de la ley. A partir de la restauración borbónica los anarquistas vivieron en la clandestinidad, las federaciones locales fueron disueltas, los dirigentes más conocidos sufrieron cárcel o exilio y desapareció la prensa obrera. Por lo que se refiere al País Vasco, en 1877 solo subsistía un pequeño grupo en Bilbao. La vuelta a la vida pública en 1881 vio el nacimiento de la Federación de Trabajadores de la Región Española. Un año después, cuando se reúne en setiembre el congreso de Sevilla, había federaciones locales en las tres capitales vascas (no así en Pamplona) y Lorenzo da para la Federación Comarcal Vasca 710 afiliados, cifra pequeña si la comparamos con los 31.000 de Andalucía o los 14.000 de Cataluña. Muy pronto estallaba el conflicto entre bakuninistas partidarios del sindicalismo y de la acción de masas, y anarco-comunistas seguidores de Kropotkin y Malatesta que propugnaban la creación de grupos autónomos, la insurrección y "la propaganda por el hecho". En el campo andaluz se imponían estos últimos. En 1883 las autoridades montaban en Cádiz y Jerez el complot de "La Mano Negra" con el objetivo de decapitar las organizaciones campesinas.