Municipalities

Zarautz (2005 version)

22 de junio de 1937: Un avión aterriza en la playa de Zarautz.

El sorprendente suceso y sus trágicas consecuencias nos los relata "Astilarra" en su Historia documental de la guerra en Euzkadi:

Una nueva traición se registra en la historia contemporánea de nuestro pueblo. El avión que conducía de Toulouse a Santander al consejero de Sanidad del Gobierno de Euzkadi, don Alfredo Espinosa Oribe, pilotado por José Yangüas, acaba de aterrizar en la playa de Zarautz -Gipuzkoa-, dispuesta de antemano para efectuarlo. Viajaban en el avión con el señor Espinosa Oribe, el comandante de artillería y Jefe de artillería pesada del ejército de Euzkadi, don Jorge Aguirre, el señor Urgoiti y un oficial francés, cuyo nombre desconocemos. El señor Espinosa, médico de Bilbao, ex-concejal del Ayuntamiento de la misma villa y ex-gestor de la Diputación de Bizkaya, ocupaba en el Gobierno de Euzkadi la cartera de Sanidad. Hombre íntegro y trabajador incansable, luchó infatigablemente en el desempeño de su cargo y junto con su compañero de Gobierno, el Consejero de Justicia y Cultura, don Jesús María de Leizaola, fue el verdadero artífice, en la creación de la Universidad de Bilbao, con su magnífica facultad de Medicina. Esperaban al avión, en la misma playa, el Comandante Troncoso, jefe de la frontera de Irún, el comandante militar de Zarautz, señor Ugarte, otros oficiales y varios soldados fascistas. Cuando el señor Espinosa descendió del avión, el Comandante Troncoso, abalanzándose sobre él, y agarrándole con ambas manos por el cuello, lo insultó desvergonzadamente, asegurándole "que podía dar gracias a Franco porque no le ahorcaba en aquel mismo instante". Los detenidos con las manos esposadas, fueron trasladados al Palacio del Marqués de Narros, sede de la Comandancia Militar donde, con excepción hecha del piloto Yangüas, prestaron declaración. Y mientras el traidor dormía plácidamente, los tres detenidos vascos eran trasladados a la prisión de Gazteiz. Todos estos antecedentes y conociendo a fondo a los rebeldes hizo temer desde un principio por su vida. No era para menos. Delante tenemos un número del "Diario Vasco" de Donostia. Lleva la fecha de hoy, y bajo el título de "Lo que merecen los autores, cómplices, encubridores y disculpadores de la tragedia de Bilbao", leemos: "Primero: todas las penas señaladas por los códigos penal y militar para los delitos especificados ya en ellos. Segundo: confiscación total o parcial de sus bienes, según su grado de responsabilidad. Tercero: pérdida de la nacionalidad española y de todos los derechos inherentes relacionados con los títulos académicos, cargos públicos, militares, civiles o eclesiásticos. Cuarto: inhabilitación para formar parte de ningún consejo de administración. Quinto: inhabilitación para cualquier género de enseñanza privada. Sexto: destierro, precisamente a territorio rojo, de todos los que encuentren molesta cualquier disposición de la España nacional". ¿Cómo no temen pués, por las vidas de los prisioneros vascos? Dos días más tarde, el 24 de Junio, serían juzgados sumarísimamente en Gazteiz (Vitoria), condenados a muerte y ejecutados, sin que pudieran evitar su asesinato las inmediatas gestiones realizadas por el Gobierno de Euzkadi y por el Cardenal Arzobispo de París, Mgr. Verdier.