Santuario de Arantzazu. Oñati (version de 2005)

No hay duda que el hallazgo de Rodrigo fue tomado como una señal del cielo. Rodrigo dio parte de él al pueblo de Oñati. Guiados por el pastor acudieron hasta el lugar muchos del clero y pueblo, determinando edificar allí mismo une ermita para la santa imagen. Pronto se esparció la nueva por los alrededores y empezaron a venir peregrinos. Una señora, que tenía gran fama de santidad, llamada Juana de Arriarán, la cual, después de haber enviudado, servía como serora en la ermita de Santa María, de Oñati, vino a Arantzazu a cuidar de la imagen recién aparecida. La personalidad histórica de esta primera dama que puso los fundamentos de Arantzazu está también bien atestiguada. Las fuentes dicen que fue muy estimada de los Reyes Católicos, que la llamaron alguna vez a su corte. Tenía Juana de Arriarán un hijo, llamado Pedro de Arriarán o de Oñate, que era religioso mercedario en Burceña (Bizkaia), y por medio de él gestionó la venida de religiosos de dicha Orden a Aránzazu. Vinieron, en efecto, hacia 1493 y fundaron en Arantzazu la primera comunidad de religiosos varones de Gipuzkoa. Fr. Pedro, el hijo de Juana, venía como superior de ellos. Pero esta primera fundación no tuvo éxito. Sea por lo inhóspito y frío del lugar, o por falta de edificios adecuados, o, como indican las Crónicas de la Merced -y parece lo cierto-, porque había ya en Arantzazu unas beatas que hacían prevalecer sus derechos sobre la imagen, lo cierto es que los Mercedarios se volvieron pronto a sus conventos de procedencia: Burceña y Colindres.

Pero al marcharse de Arantzazu los Mercedarios, sucede algo inesperado e insólito. Fr. Pedro de Arriarán, el hijo de Juana, se niega a abandonar el Santuario y se constituye a sí mismo fundador y superior de una casa de "tercerones" franciscanos. Así los llama Garibay. No está muy claro cómo se originó aquella comunidad ni cuál fue su condición jurídica o canónica. Poco más tarde, estos Tercerones franciscanos de Arantzazu se hacen dominicos, pero entonces la Orden Franciscana reclama su derecho a la casa. El pleito es resuelto por la Rota Romana a favor de los franciscanos. Cuatro Órdenes o Congregaciones se sucedieron, pues, en Arantzazu en poco tiempo: Mercedarios, Tercerones Franciscanos, Dominicos, Franciscanos, y aun hay algunos documentos -como una carta de Juana la Loca- que mencionan a los Jerónimos. Garibay no hace ninguna mención de éstos. También consta por un documento dado a conocer por el P. Azcona que Fernando el Católico trabajó por conseguir del Papa una indulgencia plenaria a favor de Arantzazu.

Hay que advertir también que para cuando vinieron los Mercedarios se había ya realizado una obra que contribuyó no poco a acrecentar la devoción a la Virgen de Aránzazu. Viendo la gran dificultad que había para ir hasta el sitio de la aparición por falta de camino, las dos villas más cercanas, que son Oñati y Mondragón, acordaron instituir cofradía y abrir camino hasta el lugar. Dice Garibay que los benaqueros de Mondragón, que "son diestros en romper peñas y cosas fragosas", "siendo ayudados de los tenaceros de la misma villa, que son los que labran el acero", con la cooperación de los de Oñate, llevaron a cabo esta hazaña. Esta primitiva calzada es aún perfectamente transitable. Desde Oñati hasta el lugar de Arrikruz coincidía con la llamada calzada de Calahorra. En Arrikruz se separa de ésta, subiendo y bajando en forma alocada según lo exigían las condiciones del terreno. Aunque esta calzada fue el camino real o principal de Aránzazu en los pasados siglos, el Santuario ha conocido también otros lugares de acceso para los peregrinos que venían a pie, sea remontando la sierra de Elguea, o bien por Burdinkruz, Urbia, Arri-Urdin, etc. Hay en la región de Arantzazu numerosos caminos de monte que reciben el significativo nombre de "erromes-bide" (= camino del peregrino).

LVC