Santuario de Arantzazu. Oñati (version de 2005)

La efigie o icono hallada por el pastor Rodrigo es una diminuta imagen gótica, que según los entendidos puede ser del s. XIII o algo posterior. Representa a la Virgen sentada con atuendo y atributos de Reina, teniendo sobre su rodilla izquierda al Niño, desnudo. La imagen no mide más que 3'6 centímetros de alto. La actitud un tanto hierática de la Madre está dulcificada por la perfección de sus formas humanas. El rostro del Niño, en cambio, no tiene nada de infantil; tal vez lo hiciera así el artista para expresar que se trata del Dios eterno. Generalmente las tallas antiguas de la Virgen, que se dan en la región, suelen ser de madera. La imagen de la virgen de Aránzazu, en cambio, es de piedra, y de una piedra que no se da por estos contornos.

Resumamos el pensamiento del P. Lizarralde sobre las Andra Maris (Virgen Maria), y sobre ésta de Aránzazu en particular. El fue quien con tanto mimo y nostalgia contempló estas viejas efigies y trató de penetrar en el alma de las generaciones que las labraron y veneraron. La Andra Mari -dice el P. Lizarralde- es un esquema dogmático de la divina Maternidad de María. Podemos imaginarnos la escena de la adoración de los Magos, suprimiendo a éstos; María es allí como el ostensorio de su hijo. En la de Aránzazu se advierte la evolución hacia el concepto más humano; parece de un período intermedio entre el XIII y XIV. El ropaje y las manos prestan grandes recursos a estos iconos anatómicamente imperfectos. El de Aránzazu parece retocado en el mismo s. XV poco antes de la aparición, según las influencias renacentistas, sin que se pueda descartar tampoco la hipótesis de que sea del mismo s. XV, esculpido al estilo arcaico de las tradicionales Andra Maris, pero con sugerencias del Renacimiento incipiente.

Durante varios siglos se ha venerado a la imagen recubierta de ampulosos mantos postizos que en realidad la ocultaban y desfiguraban su verdadera proporción y traza. Se ignora la fecha exacta en que se la vistió con tales mantos. Tal vez fue en el s. XVI. Ciertamente a partir de 1621, por lo menos, se la ha presentado al público con ellos; hasta que el año de 1963 volvió a ser presentada en su traza auténtica, despojada de los mantos superpuestos. La campana, que fue hallada juntamente con la imagen, y el espino sobre el que ésta reposaba, constituyen también elementos esenciales de la presentación de la Andra Mari de Aránzazu.

LVC