Kontzeptua

Comercio (1978ko bertsioa)

El ocaso de Bermeo. Hasta mediados del s. XIV el principal puerto de la costa vizcaína era Bermeo. De su importancia da idea el que Alfonso X eximiera, en 1277, a los mercaderes bermeanos de pagar portazgos en Castilla, excepto en Sevilla, Toledo y Murcia. Sancho IV, a su vez, extendió la exención de los bermeanos a los portazgos de Vitoria y Orduña. Ya hemos visto cómo Bermeo es el único puerto vizcaíno que se integra en 1296 en la Hermandad de la Marisma. Su vitalidad náutica era grande: los 82 capítulos de las ordenanzas de su Cofradía, de 1353, constituyen un valioso código naval. Pero ya en esta fecha el comercio bermeano está herido de muerte: la fundación de Bilbao, el año 1300, en un punto privilegiado del litoral, a menor distancia de la meseta castellana, las franquicias obtenidas de Fernando IV por López de Haro para los mercaderes de la recién nacida villa y la nueva carta de fundación de 1310, por Doña María: «...mando que el camino que va de Orduña a Bermeo, que pasa por Echevarri vaya por aquesta mi villa de Bilbao e no por otro lugar...» supusieron, el traslado de la mayor parte de los mercados bermeanos a la nueva villa, que creció rápidamente, en parte a costa de las villas vecinas. Garibay toma nota de ello con una frase muy gráfica, anticipando además lo que sería el desarrollo industrial de la ría desde la segunda mitad del s. XIV: «...Se multiplicó Bilbao con el discurso del tiempo, tomando en sí la grasa y pringuez de toda la tierra circunvecina». Pronto se instituyeron en Bilbao un fiel y un diputado de comercio, entendiendo en todos los asuntos mercantiles y formando parte del Ayuntamiento de la Villa.