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Cajas de Ahorro en Vasconia

Ya se ha visto como las cajas de ser unas instituciones benéficas pasan a tener una gran importancia financiera. Lógicamente en esa última faceta han padecido todos los avatares a los que están sujetos este tipo de establecimientos de acuerdo con los ciclos económicos. La I Guerra Mundial no afectó especialmente, se produjo un crecimiento de la industria vasca con un retroceso al fin del la guerra y una posterior y rápida recuperación. La suspensión de pagos del Crédito de la Unión Minera (1914) benefició a la C.A.M. de Bilbao, y la quiebra de esa institución en 1925 a dos cajas vizcaínas. La crisis internacional de 1929 no se notó hasta los años treinta con el aumento del paro y, por tanto, con un menor crecimiento del ahorro y con diversos problemas en las carteras de valores.

La Guerra Civil (1936-1939) produjo en estas instituciones las tensiones lógicas de una situación bélica, con diferencias sustanciales entre unas y otras según el desarrollo y la evolución de la misma. Álava y Navarra quedaron desde el principio dentro de la llamada zona nacional, mientras que Gipuzkoa y Bizkaia se mantuvieron fieles a la República. A la entrada de las tropas nacionales en San Sebastián (7-9-1936), las dos cajas quedaron convertidas en cuatro, ya que algunos empleados y directivos se trasladaron a Bilbao donde siguieron funcionando con los fondos y bienes allí trasportados, además de con numerosos lotes del Monte de Piedad que a la caída de Bilbao, y posteriormente de Santander, se llevaron a otros países, lo mismo que ocurrió con las cajas vizcaínas. Tras la recuperación de gran parte de lo sacado y de los justificantes de reintegros realizados en esos lugares, se procedió a la puesta al día de las cuentas reconociéndose como válidos dichos reintegros. Algunas cuentas de personas exiliadas quedaron bloqueadas por orden gubernativa y el personal fue depurado de acuerdo con la nueva situación política. La C.A.P. de Guipúzcoa padeció otro grave inconveniente al ser disuelto el cuerpo de miqueletes, lo que le privó del personal que atendía todas las sucursales de la provincia (Véase CAP de Guipúzcoa) y la supresión del Concierto Económico modificó las relaciones de las cajas guipuzcoanas y vizcaínas con sus Ayuntamientos y Diputaciones.

Una vez finalizada la Guerra Civil las cajas atravesaron la situación económica propia de la posguerra. En Bizkaia y Gipuzkoa, provincias que crecieron por encima de la media del Producto Nacional Bruto español, los saldos aumentaron. El crecimiento en Álava y Navarra fue por el contrario inferior a la media del P.N.B.. En los años cincuenta se aprecia en el País Vasco una importante actividad industrial y financiera. el Decreto de Estabilización de la peseta (1958) causó algunos traumas pero significó el inicio del desarrollismo de los años sesenta que el Plan de Estabilización y Liberalización (1959) apoyaba y que desarrollaron los tres Planes de Desarrollo de los años sesenta. Comenzaba una etapa de desarrollo industrial que tuvo como resultado el aumento de la población y, por tanto, de nuevos clientes para las cajas de ahorro con la consiguiente proliferación de los créditos hipotecarios y su apoyo a la construcción de viviendas.