Servicios

Cajas de Ahorro en Vasconia

En sus inicios, estas cajas presentaban todas las características propias de estas instituciones: estuvieron promocionadas por la burguesía local o provincial, que creía en la virtud regeneradora del ahorro; tenían un claro objetivo benéfico; buscaban la armonización social gracias a los fondos del ahorro; los Montes de Piedad en las Cajas Municipales, o las iniciativas en torno a los seguros sociales en las Provinciales, trataron de solucionar los problemas de los más necesitados de manera coordinada. Lo mismo que en otros lugares (López Yepes, 1973: 163), las cajas vasco navarras procuraron mejorar las condiciones de vida de la población y tuvieron un claro fin social. En un principio no buscaron el beneficio propio, aunque a diferencia de otras, pronto vieron la posibilidad de aprovechar el producto del ahorro en pro de la ciudad o la provincia (infraestructuras, viviendas, instituciones benéficas); buscaron inversiones seguras, pero no tan conservadoras como en otros sitios (algunas invirtieron en acciones extranjeras); establecieron las reservas necesarias para asegurar su actuación en los momentos de crisis; y las instituciones que estaban detrás de su fundación (Ayuntamientos y Diputaciones) garantizaron los fondos. Es este último punto lo que más las caracteriza. Mientras que otras tuvieron un origen privado o semipúblico -Sociedades de Amigos del País, de Socorros Mutuos, Ligas de Contribuyentes, Sociedades Patrióticas, iniciativas filantrópicas, etc.- en el País Vasco Navarro su origen fue público. Detrás de todas ellas, estuvo un Ayuntamiento o una Diputación dando su respaldo económico, aunque no por ello haya que olvidarse de la destacada actuación de determinados prohombres de la burguesía provincial o local. Otra de las condiciones propias que debe señalarse es la autonomía económica que el régimen de Conciertos Económicos permitía y que fue muy importante, sobre todo en las provinciales. Esto les permitió gozar de una mayor autonomía y personalidad dentro del conjunto de las Cajas de Ahorros españolas, y también posibilitó su actuación como bancos municipales o provinciales, al destinar parte de sus capitales a financiar instituciones benéficas o asistenciales, o a la concesión de créditos para la realización de obras públicas y para aminorar la deuda municipal o provincial.

La primera en abrir sus puertas fue la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Vitoria (1850). Que fue también la primera creada por una corporación municipal, mientras que la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Pamplona (1875) y la de San Sebastián (1879) fueron las siguientes. En todos los casos comienzan a funcionar unidas a un Monte de Piedad, institución de origen religioso y benéfico que buscó acabar con el negocio de los usureros y prestamistas. El éxito de estas instituciones incide en señalar las condiciones de vida de la población en aquellos años. Los Montes de Piedad fueron el símbolo de una época, esa en la que el colchón, las sábanas, los cubiertos de plata, las alhajas, la máquina de coser, los trajes, los vestidos, incluso los paraguas, eran empeñados para poder comer o pagar el alquiler de la casa en los momentos de crisis económica. Sus clientes no sólo eran los pobres, que poco tenían que empeñar; también acudían allí los empleados, los funcionarios, las viudas... En fin, un amplio espectro de la escala social urbana. Años más tarde se abriría la Caja de Ahorro y Monte de Piedad de Bilbao (1907).

Las influencias que unas Cajas tuvieron en la puesta en marcha de otras es significativa. Cuando se fundó la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de San Sebastián se contrató al que era entonces director de la de Vitoria, para que aportara su experiencia. En Gipuzkoa, en múltiples ocasiones fueron consejeros de ambas Cajas las mismas personalidades que se dedicaban a la política, al comercio o a los negocios, alternando cargos en el Ayuntamiento y en la Diputación. Al abrirse la que fue primera Caja de Ahorros Provincial (C.A.P.) se tuvo muy en cuenta el éxito de la Caja de Ahorros Municipal (C.A.M.) de San Sebastián y tres de los miembros que formaron su primera Junta Directiva (José Machimbarrena, Atanasio Osácar y Manuel Lizariturry) habían ejercido en el pasado, y lo harían en el futuro, una importante labor en la C.A.M.. Aunque pueda parecer difícil desde parámetros actuales, nunca se creyó que esta doble participación pudiera ser incompatible, porque la competencia no se tenía en cuenta. En 1935 la revista Realidad decía: "Siempre nuestras instituciones vivieron en intimidad de espíritu, sin rivalidades, sin competir entre ellas, en constante inteligencia y estrecha colaboración para el mayor engrandecimiento de su obra ejemplar" (Martínez Martín, 1996: 186). Además, en diversos momentos se pensó fusionar ambas instituciones, algo que llegaría muchísimos años más tarde (1990) obligadas por circunstancias muy diferentes a las de aquellos años.

Igualmente, a la hora de abrir la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Bilbao (1907) se tuvo presente la experiencia de las Cajas existentes en las provincias hermanas, como entonces se decía. Pero, sobre todo, tuvo una gran influencia la C.A.P. de Guipúzcoa en la fundación y puesta en marcha del resto de Cajas provinciales en Álava (1918), Bizkaia y Navarra (1921). En este caso el detonante fue el Real Decreto de 11 de marzo de 1919 que estableció el Seguro Obligatorio de Vejez, que no entraría en vigor hasta 1921, aunque desde 1917 funcionaba un régimen de afiliación voluntaria. Los dirigentes de las tres provincias que entonces no tenían caja de ahorros de ámbito provincial, no quisieron dejar pasar la oportunidad económica que pensaban que iba a proporcionar el control del retiro obrero obligatorio y, obviamente, el modelo lo tenían ya funcionando con notable éxito en Gipuzkoa cuya caja había colaborado con el Instituto Nacional de Previsión (I.N.P.) desde antes incluso de su fundación en 1908 (Martínez Martín, 1996: 453-456). La Caja de Ahorros Vizcaína fichó a José Gainzaraín como subdirector que, poco más tarde, pasaría a ser director. Hombre formado en la C.A.P. de Guipúzcoa, implantó iniciativas ensayadas en ella (ayudas a la agricultura, obra del Caserío Vasco, seguros contra incendios forestales, contra la mortalidad del ganado, apoyo a la construcción de casas baratas, conversión de deuda publica, etc.).

Gipuzkoa se mantuvo en el primer puesto en la lista de ahorro por habitante hasta los años treinta del s. XX. Sus dos Cajas tuvieron mucho que ver en este hecho, ya que se impulsaron políticas de fomento del ahorro y buscaron ahorradores en todas las clases sociales (libretas del pequeño ahorro, libretas generales, ordinarias, ahorro obrero). Porque, si bien se decía que sus clientes propios eran los más humildes, lo cierto es que, como es lógico, los mejores eran aquéllos que podían ahorrar y éstos se encontraban entre la clase media y la pequeña burguesía. La Caja Vizcaína se situaría rápidamente en los puestos de cabeza de las cajas y su pujanza industrial y su numerosa clase obrera haría que ocupará en el I.N.P. y en otras instituciones gran parte del protagonismo que antes había tenido la guipuzcoana.