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VEGETACIÓN (BIOLOGÍA)

Vertiente sur.
Consideraremos en esta parte las distintas zonas de la vertiente sur, desde la región mediterránea del valle del Ebro hasta el piso subalpino, que ocupa ambas vertientes, Igualmente se señalarán otros aspectos del nivel montano superior que, aunque más extendido en la vertiente norte, se encuentra también en ésta, poseyendo muchas veces la misma asociación en ambas vertientes, caso de la asociación mixta hayedo-abetal, perfectamente caracterizable en los bosques del Irati superior. Esta misma razón nos ha conducido, en la ordenación de la descripción, a extendernos más en el caso de la vertiente norte, sobre la parte occidental, que, parcialmente, muchas asociaciones del piso montano de la parte oriental quedarán comprendidas en la descripción que sigue. Ordenaremos primero sobre la base de la amplia cuenca del Ebro las distintas orlas de vegetación en su avance hacia el norte y en altitud, para describir en el apartado 3.2.2., una por una, las asociaciones más importantes. Una última aclaración, terminológica. Como enfocamos los pirineos vascos desde el sur (Ebro) resulta práctico resumir en términos breves qué partes de la cadena abordamos, si se trata de las que se aproximan al mar (de menor altitud), que denominaremos subcantábricas, o de las que avanzan hacia las partes (más altas) de la divisoria continente-península, que llamaremos subpirenáicas. El término ibérico indicará la continentalidad propia de la meseta ibérica, y el de cantábrico lo reservaremos para la vertiente norte (que mira al Cantábrico) o, tratándose de asociaciones vegetales, para las que reciben esta influencia oceánica, aunque estén sobre la vertiente sur, cerca de la divisoria de aguas.

Panorama general.

Si ordenamos las distintas zonas con criterio que vaya desde lo más seco y cálido a lo más húmedo y frío, veremos rápidamente la distribución global de los principales tipos de vegetación, con los rasgos ecológicos peculiares a los mismos. En el límite sur de Navarra los sabinares forman la parte llana del centro de la cubeta del Ebro, alejada tanto del Cantábrico como del Mediterráneo (tipo 2; ver mapa para ésta y demás citas de tipos). Constituyen la vegetación más seca, continental con inversión térmica muy acentuada. Le sigue, ya en territorio navarro, una orla de coscojar (tipo 1). Estas condiciones ambientales son poco apropiadas para la encina y por tal motivo estas asociaciones se incluyen en el denominado piso infrailicino de Font Quer. (1953). A continuación vienen los carrascales de encina carrasca (tipo 5) que forman la vegetación típica de la zona baja normal; gozan de una atmósfera seca, gran insolación y su composición botánica es pobre (faltan algunas higrófilas y termófilas) Los carrascales forman una banda continua que ocupa cerca de la mitad del territorio de la vertiente sur. Sigue otra banda general de quejigales, con enclaves topográficos de carrascal montano, debidos al efecto desecante de corrientes de aire (en general efecto fohen). El suelo de quejigal es óptimo para cultivo cerealista y esparceta; el cultivo desde la época romana causó (en quejigales y carrascales) la erosión del suelo. Un suelo decapitado, con poco humus y con la roca madre que aflora, es poco apto para regular la humedad edáfica; esta es la causa de que en el paisaje actual los carrascales invadan zonas que potencialmente serían de quejigal. En realidad, el quejigal rellena el espacio entre carrascales y los robledales mejor caracterizados (marojal, robledal poco ácido) o los hayedos y pinares de montaña. Hemos procurado distinguir varios tipos, que definiremos más adelante. Normalmente, en los Pirineos, al quejigal sucede un robledal de roble noble (Quercus petraea) con temblón y otros caducifolios exigentes de humedad, que hacen la transición a los hayedos y abetales del piso montano superior. En Roncal-Salazar no se ven buenos robledales y su lugar se encuentra ocupado por extensos pinares de Pinus silvestris, con boj y mucho musgo (tipo 13); los robledales nobles se encuentran acantonados en valles angostos y poco soleados, mientras los pinares suelen llevar en las solanas quejigos de hoja dura, pequeña y marcescente (tipo Quercus valentina). En la cuenca superior del Ebro, el marojal (Quercus pyrenaica) ocupa el piso montano superior (tipo 14), en vez de hayedos; son bosques subatlánticos continentalizados, con fuerte insolación estival, pero con un lavado intenso producido por lluvias de otoño y primavera; el marojo suele indicar verano corto, con tormentas veraniegas que mitigan la penuria hídrica, pero insuficientes para mantener al haya. Los hayedos abundan en la proximidad de la divisoria de aguas o en las pendientes mejor expuestas de las sierras que se extienden paralelamente. Desde el Anie hasta Irati, los hayedos suelen llevar abeto, que en las partes con menos niebla domina junto con pino silvestre. Hacia los 1.600-1.900 m, en el Pirineo central, suele empezar el piso subalpino, con Rhododendron-Vaccinium myrtillus y pino negro (Pinus uncinata); es húmedo y frío, con elevada innivación (noviembre a mayo) y verano lluvioso. Este piso se difumina hacia el oeste, de suerte que en Aspe (Canfranc) casi desaparece; queda muy localizado junto al pico de Anie; en las cabeceras de Ansó-Hecho y Larra quedan algunos pinos negros, pero en las peñas y como relictos, siendo muy escaso el Rhododendron ferrugineum, mata característica del piso subalpino. El piso subalpino de esta parte corresponde a un complejo de Festucion scopariae, Primulion intrincatae con mucho Horminium pyrenaicum, brezales de Calluna-Vaccinium en las solanas y abundancia de cervunales (Nardion) que dominan en los pastos al acidificarse rápidamente el suelo. Más al oeste, el piso subalpino se extiende a menores cotas, debido al aumento de la innivación (proximidad del Cantábrico), veranos menos luminosos y con pluviosidad elevada. El hayedo entra en contacto directo con el piso subalpino disputándole el terreno al pino negro. El piso de vegetación alpina (tipo 25) se encuentra a partir de los 2.200 a 2.400 m., en los Pirineos centrales, pero baja algo más en la zona de Larra, por una mayor innivación. Así la zona del Anie por encima de los 2.000 m puede considerarse como perteneciente botánicamente a este estadio. La influencia cantábrica penetra mucho en la vertiente sur; por una parte influye el trayecto normal de las depresiones ciclónicas NO-SE), y por otra, el descenso que experimenta el eje de la cadena y la existencia de numerosos puertos. Los carrascales y quejigales subcantábricos, con los robledales de tipo quejigal y suelo ácido, y los robledales netamente cantábricos, poco fríos, penetran por la depresión de Vitoria-Alsasua. Esta influencia cantábrica es notable en el tercio norte de Navarra y Alava. El carrascal ibérico cambia notablemente hacia el norte de Miranda de Ebro (aumenta el boj y algunas termófilas) y empieza el dominio de los quejigos con suelo progresivamente más ácido. Los manchones de coscojar en la ribera navarra se deben seguramente a efecto fohen combinado con suelo permeable y excelente exposición topográfica. Los quejigales tienen su amplitud máxima en modalidades de clima continental, con lluvias en primavera tardía y buena otoñada; sus temperaturas otoñales muy bajas debilitan a la carrasca que se refugia en las laderas soleadas. Las zonas del Aragón medio hacia Jaca son las de más amplios quejigales. Las partes más frías de estos quejigales llevan pinares de Pinus silvestris. Los hayedos traducen con claridad la influencia cantábrica, con clima brumoso de montaña. Pero, la influencia cantábrica más estricta viene indicada por el robledal de fruto pedunculado (Quercus robur); su penetración en la cuenca del Ebro indica los portillos de fácil acceso para la humedad cantábrica. Es notable el robledal de Ulzama, al norte de Pamplona, y los de Alsasua-Vitoria.

Descripción de los tipos de vegetación.

Intentaremos dar una idea sucinta de la composición de bosques y matorrales, y su posición sistemática, fijándonos principalmente en las especies más conspicuas de cada asociación o que indican mejor las variaciones ecológicas.

Coscojar aragonés (tipo 1).

Se encuentra en el extremo sur de Navarra, al Este de Tudela y formando algunos manchones en partes de la ribera navarra. Bordea el centro de la cubeta del Ebro en zonas secas que escapan a la inversión térmica invernal. Se caracteriza por la presencia de la coscoja (Quercus coccifera), escambrón (Rhamnus lycioides), Centaurea linifolia, Carex humilis, Carex halleriana, etc. El pino carrasco (Pinus halepensis) suele vivir bien en suelos profundos relictos, pero alcanza un desarrollo lentísimo en suelos erosionados; hay enclaves de éste en algunas lomas de las Bardenas que traducen esta influencia mediterránea mitigada. Cerca de Carcastillo se encuentra un relicto de sabinar (Juniperus thurifera y Juniperus phoenicea) formando un enclave árido dentro del carrascal (tipo 3); las sabinas son propias del centro más árido y continental de la cuenca del Ebro, y denotan condiciones climáticas tales como inversión térmica y nieblas heladas en invierno. En los barrancos de las Bardenas, con cursos de agua temporales, se presentan tamarizales (Tamarix gallica y T. africana) de escaso desarrollo. Se trata de zonas más salubres, con charcas de aguas muy alcalinas y suelos de mala permeabilidad; corresponden a antiguos tamarizales mejor desarrollados en la cubeta central del Ebro, hoy día convertidos en parte en carrizales, juncales y saladares mal saneados.

Carrascal ibérico (tipos 5 y 6).

El clima continental de la cubeta interior del Ebro determina un empobrecimiento en especies del encinar propio del mediterráneo y pasa a ser dominante la encina carrasca (Quercus ilex ssp. rotundifolia), de hoja más pequeña y densamente tomentosa; su bellota suele ser dulce, mientras que la verdadera encina mediterránea (Quercus ilex ssp. ilex) es de bellota amarga y con la haz foliar depilada, muy brillante. En los escasos carrascales que se conservan poco alterados, pueden verse lianas como Rubia peregrina y plantas de sombra como Carex halleriana; es frecuente la gayuba (Arctostaphyllos uva-ursi ssp. crassifolia), con enebros (Juniperus oxycedrus, Juniperus communis y sabinas (Juniperus phoenicea). En el estado actual de los carrascales, suelen entrar plantas del matorral heliófilo, como romero, tomillos, espliego (Lavandula latifolia), Bupleurum fruticescens, Bupleurum rigidum, Helychrison stoechas, Globularia vulgaris, Leuzea conifera, etc. La degradación por fuego, seguida de pastoreo, suele conducir a coscojares densos; los mismos romerales y tomillares presentan el aspecto fisionómico del matorral estépico. Es una ley general, que la degradación del suelo hace subir los límites altitudinales de la vegetación. El carrascal íntegro tiene un suelo característico y poco ligado a la roca que lo sostiene; en etapas degradadas aumenta la influencia del sustrato geológico sobre suelo y vegetación. Actualmente y atendiendo a la naturaleza geológica del sustrato, podrían distinguirse muchos tipos de carrascal, pero a la escala a la que trabajamos es preferible señalar únicamente el tipo influenciado por clima marítimo en Estella (tipo 6); se caracteriza por abundancia de Bupleurum rigidum, Peucedanum officinale, escasa cantidad de Erica vagans y Thymelaea ruizii. La presencia de Spirasa hispanica (Spirasa crenata) acaso individualiza mejor este tipo de carrascal navarro. Este carrascal subcantábrico hace el paso al quejigal alavés y encinar montano de las caídas de monte entre Alava y Navarra.

Encinares y carrascales montanos (tipos 7 y 8).

Existen múltiples tipos y toda una gama de variedades. Se encuentran en zona de quejigal, robledales y hasta hayedos, pero en la caída de montes, con corrientes de aire desecantes y sobre un sustrato calizo kárstico (buen avenamiento subterráneo), lo que impide un humedecimiento excesivo del suelo durante los períodos lluviosos. Bajo la protección de la encina carrasca, se encuentra una flora exigente de humedad atmosférica y un suelo acidificado superficialmente. Acostumbran estar presentes Erica vagans, Spiraea hispanica, las subcantábricas Thymelaea ruizii, Endresia castellana, Seseli cantabricum, Potentilla splendens, Teucrium pyrenaicum y otras que caracterizan el carrascal montano en sus modalidades del Alto Ebro (tipo 8). En Salazar-Roncal este tipo pierde acidófilas y aumentan algunas mediterráneo-montanas, como Ononis fruticosa, Adonis vernalis, Chrysanthemun pallens var. discoideum, etc.; entre las subcantábricas sólo se encuentran algo raras Erica vagans y Thymelaea ruizii. En el Aragón medio aumenta la continentalidad y se presentan algunos encinares montanos (con encina verdadera) que entran en contacto con matorrales espinosos de montaña, en los que domina Genista horrida, con Arenaria capitata var. Willkommii y var. oscensis. Buxus sempervivens continua dominando con Avena pratensis y Avena filifolia ssp. cantabrica. En toda esta parte desaparecen las plantas acidófilas e indicadoras de humedad atmosférica; el carrascal es poco denso y el boj elimina a casi todas las concurrentes (tipo 7).