Non assigné

VEGETACIÓN (BIOLOGÍA)

Pastizales.
Prados de siega. Prados vivaces manejados intensamente por siega, abonado y algo de pastoreo. Estas labores continuas de siega y abonado favorecen el crecimiento de ciertas gramíneas y leguminosas de alto valor forrajero: Cynosurus cristatus, Lolium perenne, Trisetum flavescens, Gaudinia fragilis, Trifolium pratense, Trifolium repens. Otras plantas muy frecuentes son: Plantago lanceolata, Crepis capillaris y Linum bienne. La composición florística varía con las diversas prácticas: fechas de corte, tipo de abono, manejo del ganado en el prado, etc. Estos prados ocupan suelos profundos, ricos y bien estructurados, en las series de los robledales éutrofos. Su importancia económica en la región Eurosiberiana del País Vasco es indudable, sobre todo en la vertiente atlántica: su alta productividad y relativamente fácil manejo han contribuido en gran medida a la configuración del paisaje actual en estos territorios. Sin embargo, actualmente se tiende a un abandono para su sustitución por plantaciones madereras de pinos y eucaliptos, con la intención de obtener un mayor rendimiento económico.

Praderas montanas. En las series de los hayedos ombrófilos, esto es, en el piso montano de los territorios eurosiberianos (Aitzgorri, Aralar, Gorbea...), se instalan pastizales sometidos a pastoreo intensivo durante las épocas favorables (de finales de abril hasta principios de octubre), principalmente de ganado ovino (ovejas lachas) y equino. Es un pastizal corto y tupido dominado por gramíneas, pero si la carga ganadera disminuye se ven invadidos por brezos y argomas, contra los que los pastores utilizan el fuego.

Lastonares. Praderas vivaces dominadas por gramíneas de hoja endurecida, entre las que destaca el lastón (Brachypodium rupestre). Se asientan sobre suelos profundos y ricos en bases, bien drenados. Constituyen pastos naturales, ya que no están sometidos a labores de estercolado y siega, y aunque suelen soportar cierta presión ganadera, su mantenimiento no depende de ésta. Su óptimo está en los territorios eurosiberianos, y en las comarcas mediterráneas ocupan las zonas más lluviosas o aquellas con compensación edáfica (suelos húmedos). Forman parte de las series de los encinares, quejigares y hayedos xerófilos, apareciendo normalmente en mosaico con cascaulares.

Fenalares. Pastos graminoides vivaves de talla elevada dominadas por Brachypodium phoenicoides que se instalan sobre suelos profundos y éutrofos, bastante húmedos, de los territorios mediterráneos, generalmente en las series de los quejigares y las olmedas.

Pastizales xerófilos. Pastizales vivaces basófilos formados por gramíneas endurecidas que se desarrollan en los territorios más secos. Los suelos erosionados y rocopedregosos de laderas con fuerte pendiente de la serie del carrascal mesomediterráneo suelen estar ocupados por pastizales dominados por Brachypodium retusum, generalmente en mosaico con romerales y coscojares. Sobre suelos profundos de las zonas más áridas se desarrollan los albardinares, pastizales de talla elevada dominados por el albar-dín (Lygeum spartium).

Pastizales alpinos. En los macizos de la Mesa de los Tres Reyes y Anie está la única representación del piso alpino en Euskal Herria. La vegetación climax de estos territorios la constituyen pastizales basófilos (son macizos calcáreos) dominados por la ciperácea Elyna myosuroides, que suelen desarrollarse en las áreas menos innivadas.

Juncales. En los lugares que sufren encharcamientos periódicos se desarrollan comunidades presididas por diversos juncos. Así, en los territorios atlánticos, los prados de siega cercanos a los cursos de agua o situados en depresiones encharcables suelen verse invadidos por diversas especies del género Juncus, como J. acutiflorus, J. effusus y J. conglomeratus. En el área mediterránea suelen desarrollarse, en los suelos de vega, surgencias, etc., los denominados juncales churreros, presididos por Scirpus holochoenus.