Kontzeptua

Langile-Mugimendua (19902ko bertsioa)

El Sindicato Vertical. En los primeros años, la férrea represión a las organizaciones en la clandestinidad, la prohibición legal a la existencia de las mismas y la puesta en marcha, desde 1940, de un nuevo sistema corporativo de relaciones laborales bajo control estatal, los llamados Sindicatos Verticales (bajo la inspiración del Fuero de Trabajo de 1938, que entre otras cosas negaba el derecho a la huelga), produjo la práctica desaparición de las organizaciones sindicales, que tan sólo lograron mantener algunas estructuras orgánicas en el exilio, sin apenas contactos y militantes en el interior. La conflictividad laboral desapareció por completo, pese al empeoramiento de las condiciones de vida de los obreros y el descenso salarial. La primera huelga no se produjo hasta 1947, casi una década después del fin de la guerra. En ese año el Gobierno Vasco en el exilio, con el apoyo de los sindicatos, y aprovechando la buena coyuntura internacional para ello (derrota de los regímenes fascistas en la II Guerra Mundial), decidió convocar una huelga general para protestar contra el régimen franquista. La convocatoria -coincidente con un empeoramiento de las condiciones de vida obrera- encontró un fuerte eco en Vizcaya y Guipúzcoa, pese a los intentos de evitarlo por parte del gobierno. Sin embargo, el fracaso definitivo de la huelga -que no consiguió ninguna mejora laboral ni, por supuesto, política-, con el añadido de la dura represión que la siguió (expulsión de sus puestos de trabajo de los cabecillas, encarcelamientos, etc.) supuso un nuevo golpe para el movimiento obrero. Lo mismo puede decirse de la segunda huelga, convocada en 1951 en apoyo de la celebrada en Barcelona, y que en esta ocasión se extendió también a Alava y Navarra, paralizando la actividad laboral de todo el País Vasco durante varios días, pero que acabó en un nuevo fracaso. Las cosas empezaron a cambiar a partir de la mitad de los años 50. El fin de la etapa autárquica dio paso a una época de fuerte crecimiento económico que tuvo su momento de máxima expansión en la década de los 60 y primeros años 70. Este desarrollo económico supuso, para el País Vasco, un impulso inusitado para su industria, que vivió su época dorada, extendiéndose ahora también por los territorios interiores, Alava y Navarra, que vivieron entonces su verdadero proceso de industrialización. Todo ello supuso una nueva llegada masiva de emigrantes a trabajar en la industria vasca, y además la formación de una nueva generación de obreros, posterior a la guerra, que carecía de memoria histórica sobre las organizaciones obreras tradicionales, lo que facilitó la aparición de un nuevo sindicalismo.

Félix LUENGO TEIXIDOR